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España incumplirá la meta del déficit

La Comisión Europea espera que los números rojos lleguen a 6,4% del PIB este año Bruselas prevé que el paro español llegue al 25% en 2013

Claudi Pérez
Fuente: Ministerio de Economía y Comisión Europea
Fuente: Ministerio de Economía y Comisión Europea

Europa se adentra en una recesión suave, que en el sur es ya severa y que los sociólogos empiezan a denominar depresión social por el paro, las inquietantes bolsas de pobreza y, en fin, el retroceso acelerado de lo que el continente bautizó el siglo pasado como Estado de bienestar. España cuenta una historia que resume todos los males de Europa: tenía un problema de deuda privada, una burbuja inmobiliaria jupiterina que explotó con la crisis financiera y que hasta ahora se ha tratado, casi exclusivamente, con la disciplina fiscal a rajatabla impuesta en Berlín y Bruselas. Tras ese ajuste draconiano que comprende recortes de gastos, subidas de impuestos, reformas laborales, financieras y demás, el cuadro clínico de la economía no mejora: la Comisión Europea vaticina una recesión profunda para este año —lo peor está por venir, en el segundo semestre— y pésimas perspectivas respecto al déficit público. España incumplirá con creces sus metas fiscales para este año y el próximo. Es posible que, por ello, Bruselas exija aún más medidas a final de mes. Solo se abre un pequeño resquicio de esperanza: también es posible que la Comisión suavice los objetivos de déficit, a pesar de que ayer no dijo una sola palabra sobre eso.

Apenas cinco países en el pelotón de los torpes

La recesión es peor de lo esperado en toda Europa, pero no hay demasiados países que estén en las mismas condiciones que España en cuanto a incumplimiento de las metas de déficit, al margen de Grecia e Irlanda (dos de los tres países rescatados; Portugal prácticamente alcanza sus objetivos). No va a ser fácil buscar aliados para suavizar los objetivos fiscales, si es que el Gobierno se decide a presionar por esa vía: el viernes reiteró que sus planes pasan por cumplir. Ni siquiera para volver a poner el crecimiento como prioridad de la política europea: Francia es uno de los pocos países con problemas, lo que dejará al nuevo presidente, François Hollande, con pocas posibilidades de mantener una agenda propia. Los países incumplidores en Europa son, junto con España y Francia, Holanda, Eslovenia y Eslovaquia, y fuera del euro también Reino Unido. Bélgica puede tener problemas. Pero en ninguno de esos casos —salvo el de los países rescatados y de Reino Unido—las cifras son tan negativas como en España.La presión del vicepresidente Olli Rehn fue el viernes claramente hacia Madrid y París. “Italia está en camino de alcanzar sus metas fiscales”, explicó Rehn. Holanda incumple también claramente, “pero en ese caso las proyecciones de Bruselas no incluyen las medidas adoptadas el pasado abril”, dijo. Los incumplimientos de Eslovaquia y Eslovenia no son comparables al español (con déficits en torno al 5% y al 4%,)

España acumula récords negativos. La zona del euro se encuentra en una suave recesión, con una economía que se contraerá el 0,3% en 2012, pero se vislumbra una ligera recuperación a partir del tercer trimestre del año para anotarse un avance del 1% en 2013.

El PIB español caerá el 1,8% este año y el 0,3% el año próximo. El déficit no bajará del 6% al menos hasta 2014 (aunque las previsiones no tienen en cuenta la anunciada subida del IVA y los más que posibles recortes presupuestarios del año próximo). El paro seguirá subiendo hasta superar el 25% de la población activa. “Tiempos difíciles por delante”, resumía el viernes el capítulo español de las previsiones de primavera de la Comisión, que vaticinan un larguísimo invierno para los próximos trimestres en España y, en general, en la denominada periferia europea. Ese horizonte económico da cada vez más fuerza a la idea francesa que pasa por completar el pacto fiscal con medidas de crecimiento. En el caso español, el mercado de deuda castiga con dureza ya no solo el agujero fiscal, sino también —y ya por encima de todo— las pésimas perspectivas de crecimiento de una economía que tiene un perfil cada vez más parecido a la japonesa.

El vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, habló el viernes largo y tendido del nublado panorama económico de España, pero sobre todo, como ya es casi tradición, de sus peliagudas perspectivas fiscales. “El objetivo estipulado por el Gobierno español (5,3% este año y 3% para el próximo) debería estar al alcance, pero a estas alturas se prevén desviaciones en los Gobiernos autónomos y se prevé que la Seguridad Social vuelva a registrar déficit este año [a diferencia de lo que dice el Gobierno] por el deterioro del mercado laboral”, dijo. Bruselas quitó hierro a la desviación de 2012. Lo importante es el año próximo y el sacrosanto 3%. “El Gobierno hará todo lo posible para cumplir sus objetivos”, afirmó el comisario. Exactamente lo mismo argumenta el Ejecutivo. Pero nueve de cada 10 analistas dicen que no va a ser posible cumplir (aún más: que cumplir sería un suicidio económico) y reclaman, para España y para otros países del euro, más suavidad en la consecución de las metas de déficit. La Comisión no descartó en público ninguna opción, aunque en privado apuesta por dar más flexibilidad a algunos países.

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Ese va a ser el debate de las próximas semanas. Hasta finales de mes no habrá una decisión sobre el plazo en el que España (y otros países) debe recortar el déficit al 3% del PIB. Lo paradójico es que junto a ese margen para alcanzar una cota de déficit que hoy por hoy parece completamente imposible, Bruselas podría imponer más deberes: Rehn explicó que la Comisión se pronunciará el 30 de mayo acerca de la necesidad de reclamar “más medidas de carácter fiscal”. En plata: más recortes. Para empezar, Bruselas quiere un control firme de las cuentas regionales y acabar de una vez con las dudas en el sistema financiero. Si eso se consigue, a final de mes ya habrá tiempo para hablar de suavizar los objetivos de déficit, junto con la evaluación del programa de estabilidad. “Será en ese momento cuando podamos decir si son necesarias medidas presupuestarias adicionales o más bien cuántas medidas adicionales son necesarias”, sentenció.

Hollande estudiará con detalle las nuevas cifras

MIGUEL MORA, París

Junto a España, el país más sacudido por las nuevas previsiones de la Comisión Europea fue el viernes Francia. El nuevo presidente francés, François Hollande, abrirá su mandato el próximo martes con la espada de Damocles del incumplimiento del déficit sobre la mesa. Lejos del 3% previsto por su equipo y por el Gobierno de Nicolas Sarkozy para 2013, Bruselas calcula que el desvío de las cuentas llegará al 4,2% ese año por culpa de un crecimiento menor del esperado: el 1,3% frente al 1,7% que calculaban tanto el anterior Gabinete como los asesores económicos de Hollande.

Aunque el comisario Olli Rehn se esforzó en no reclamar un ajuste fiscal al presidente electo, sí dijo que la Comisión esperaba del nuevo Gobierno “medidas suplementarias” para reducir el déficit en 2013.

Hollande recibió con serenidad la noticia. “Ya contábamos con ello desde hace semanas, ya dijimos que había una degradación de las cuentas públicas más grande de lo que contaba el Gobierno saliente”, afirmó. El presidente electo recordó además que esa es la razón por la que ha pedido al Tribunal de Cuentas una evaluación del estado real del presupuesto nacional. Cuando se conozca esa auditoría, explicó, “se tomarán las medidas que haga falta tomar”.

El nuevo presidente francés tuvo la elegancia de no culpar directamente a Sarkozy del empeoramiento de las previsiones, y evitó recordar que el presidente conservador se pasó la campaña criticando al último Gobierno socialista español por no haber hecho a tiempo las reformas que necesitaba el país. Irónicamente, Sarkozy rechazó en enero acometer un tercer ajuste fiscal, que los expertos pedían, para no comprometer sus votos.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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