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La batalla por el control de Caja Madrid

El pulso con Aguirre desata en el PP la preocupación por la imagen de Rajoy

La presidenta exhibió el pacto en Caja Madrid para defender a su candidato

Carlos E. Cué

"Salimos de Gürtel y entramos en Caja Madrid, pero sólo un ratito, para volver otra vez a Gürtel, o al caso Palma Arena. Es agotador". Un dirigente resume así la sensación que se vive en el PP, incapaz de evitar la imagen de guerra interna y escándalo constante. La preocupación es creciente. Las encuestas que manejan internamente, dirigidas por el sociólogo de cabecera, Pedro Arriola, siguen siendo favorables, pero los dirigentes consultados están desesperados por la imagen pública que transmite el partido. En especial les preocupa su líder, siempre peor valorado en las encuestas que José Luis Rodríguez Zapatero. Después de salir malparado del escándalo del caso Gürtel en Valencia, donde claramente se le rebeló y le engañó a la vista de todos un barón regional hasta ahora dócil como Francisco Camps, aunque luego consiguió reconvenirlo, Rajoy se enfrenta de nuevo, a cuenta de Caja Madrid, a una rebelión regional. Esperanza Aguirre, la presidenta madrileña, rechazó el jueves, en una tensa reunión en el despacho de Rajoy, obedecer al líder, que le exigía que coloque al frente de la cuarta entidad financiera del país a Rodrigo Rato. Aun así, en público, Rajoy mantiene la ficción de que él no se ocupa de este asunto.

El entorno del líder cree que esta guerra es definitiva y no la puede perder
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Mientras el jefe de la oposición vetaba al candidato de Aguirre, Ignacio González, con quien mantiene hace tiempo un enfrentamiento personal -fue uno de los que más claramente cuestionó su liderazgo-, ella aguantaba el pulso. Ambos parecen dispuestos a forzar la máquina hasta el final. Aguirre apeló en esa reunión, según fuentes del PP, al pacto que el propio González y ella han fraguado en Caja Madrid, con sindicatos, empresarios, socialistas y hasta IU para lograr una mayoría clara. Ese acuerdo, que está listo desde antes del verano, le permitiría a Aguirre, si quisiera echar un órdago, colocar a González incluso en contra de la opinión de Rajoy, con lo que esa declaración de la presidenta en la reunión con el líder era todo un aviso.

Los aguirristas están muy molestos porque hasta hace unos pocos días, Rajoy ha dejado que se fraguara ese pacto sin oponerse ni plantear cuál era su candidato. Y ahora que está hecho, quiere colocar a Rato, un candidato que, al igual que González, no está bien visto por La Moncloa, aunque por motivos diferentes. El entorno de la presidenta insiste en que, hasta ahora, Rajoy siempre había dejado que sus presidentes regionales controlaran las cajas, prácticamente todas ellas dirigidas por políticos sin experiencia financiera previa, como el ex presidente de la Generalitat José Luis Olivas en Bancaja o el ex vicepresidente Narcís Serra en Caixa Catalunya. Tanto es así que, cuando hubo que renovar la Caja de Ahorros del Mediterráneo, Rajoy respaldó que ese asunto debía pactarlo Francisco Camps y no se metió.

Mientras, los marianistas insisten en que Aguirre debe obedecer las órdenes del que es su jefe, como presidente del PP -"este no es un partido federal", dijo Alberto Ruiz-Gallardón- y creen que el líder no puede perder ante la que es su principal rival interna que, según la interpretación de los marianistas, quiere controlar la caja con González para mantenerse como contrapoder de Rajoy y preparar el terreno para el futuro.

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La sensación de un líder derrotado dos veces en las urnas que pierde las batallas frente a los barones regionales que gobiernan gracias a sus mayorías absolutas es letal para Rajoy. Por eso, en su entorno, están absolutamente convencidos de que esta guerra es definitiva, y no la puede perder.

Mariano Rajoy (a la derecha), junto a Nacho Uriarte, presidente de Nuevas Generaciones, en la clausura de un acto ayer.
Mariano Rajoy (a la derecha), junto a Nacho Uriarte, presidente de Nuevas Generaciones, en la clausura de un acto ayer.GORKA LEJARCEGI

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