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Divisas que alivian a Latinoamérica

Se espera que la región reciba este año un 4% más de remesas que en 2015

Una casa de cambios en la calle Madero, en el centro histórico de la ciudad de México.
Una casa de cambios en la calle Madero, en el centro histórico de la ciudad de México.Saúl Ruiz

Mariana Ponce vive pendiente de la cotización del dólar. Mes tras mes envía, desde Chicago (EE UU) a Ciudad de México, la mitad de su sueldo: unos 400 dólares (357 euros). Mariana sabe que si la divisa estadounidense gana fuerza frente a la moneda azteca, su madre y su hija recibirán mucho más dinero del otro lado de la frontera. "Ahorita estamos felices", confiesa, vía telefónica, esta migrante de 34 años. En lo que va del año, el peso mexicano se ha depreciado un 12,4% respecto al dólar y para Ponce esto es música para sus oídos. "Con lo poquito que mando, en casa alcanza para casi todo", explica.

El vigor de la moneda estadounidense frente a las latinoamericanas, sentido a lo largo del 2015 y que en algunas economías de la región continúa con fuerza durante este ejercicio, ha sido uno de los principales factores que ha impulsado la cantidad de las remesas que recibe la región. El año pasado, cuando las divisas de la zona se devaluaron en promedio un 20% respecto a al billete verde, los envíos de dinero tocaron un nuevo récord: 67.564 millones de dólares (62.200 millones de euros), un 4,8% más respecto a un año antes, de acuerdo con datos del Banco Mundial. El desempeño de la economía de EE UU, nación de donde provienen más del 70% de los envíos, y la baja tasa de desempleo en ese mismo país, que se ubica en mínimos después de la crisis de 2007, contribuyeron a aderezar las cifras. Al cierre de 2016, se espera que la cuantía supere un nuevo hito: 69.300 millones de dólares, según el organismo internacional.

A pesar del impulso que está dando el tipo de cambio a las remesas, el efecto es pan para hoy y hambre para mañana, reconoce Ramón Aracena, economista del Instituto Internacional de Finanzas. Un dólar fortalecido puede traer como consecuencia un aumento en la inflación y distorsiones en los flujos de exportación, entre otros efectos negativos, advierte. Sin embargo, asegura que la revalorización de la moneda de EE UU es un aliciente para aquellos que deciden cruzar las fronteras.

Actualmente, más de 20 millones de inmigrantes latinoamericanos (de un total de 32,5 millones que hay esparcidos por todo el mundo) contribuyen a ensanchar las cifras de las remesas, explica María Luisa Hayem, analista del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), organismo dependiente del Banco Interamericano de Desarrollo. Para Manuel Orozco, especialista de Diálogo Interamericano, una organización con sede en Washington y experta en temas migratorios, este flujo de dinero se ha convertido en una entrada imprescindible para algunas economías.

Por ejemplo, en México (principal país receptor de estas divisas en la región, con un 37,6% del total) los envíos de los migrantes alcanzaron los 24.792 millones de dólares en 2015, superando las exportaciones petroleras del país, que ascendieron a 18.600 millones. Sin embargo, su contribución al PIB es de apenas un 2%. No sucede lo mismo en Honduras, El Salvador o Jamaica, en los que las remesas superan el 15% del PIB.

En Colombia — donde las remesas crecieron un 11% en 2015, el repunte más alto en toda Sudamérica—, los envíos son pequeños respecto al PIB (representan un 1,5%). Sin embargo, la cifra supera las exportaciones de café y son más o menos iguales a las ventas actuales de crudo que hace el país. "Además de su impacto macroeconómico, las remesas tienen una importancia social: ayudan a combatir la pobreza y la desigualdad", asegura Humberto López, director del Banco Mundial para Centroamérica.

Los recursos que remiten los latinoamericanos a sus países de origen contribuyen a cubrir necesidades básicas de los hogares receptores, que van desde la alimentación hasta la vestimenta, agrega Hayem. López indica, de acuerdo con los análisis del organismo internacional que representa, que el impacto positivo de los envíos también se refleja en mejores niveles de salud y educación que tienen las familias receptoras. No obstante, estos flujos de dinero, en muchas ocasiones, ponen presión en la competitividad de una economía, explica. "Hay evidencia de que entre los hogares que reciben remesas, las tasas de participación en el mercado de trabajo son menores", agrega.

Efectos negativos

En el caso de El Salvador, ejemplifica López, la participación en el mercado de trabajo de las familias que reciben remesas es entre un 10% y un 15% más baja que aquellas que no reciben estos recursos. Un efecto parecido se da en Honduras y Guatemala, explica. Y justo es en esta región del mundo, Centroamérica, en donde el despunte de las remesas se ha dado con mayor fuerza en el último año, con un alza del 8,4%. En cambio, en México, con 13,2 millones de migrantes en todo el planeta, el repunte fue de apenas un 1,4%. En Sudamérica creció el 4,7%.

Tradicionalmente, la subida que tenía el sur del continente estaba relacionada con la situación económica de España, país donde la migración de esta zona creció de manera importante durante el boom inmobiliario. Actualmente, esta región se beneficia más de los flujos de dinero que se reciben desde EE UU, como es el caso de Colombia y Ecuador (cuyo monto cayó un 2,8% en el último año), y no de las bondades que se ofrecen del otro lado del Atlántico. Una baja en la población latinoamericana y un mercado laboral precario para este segmento han incidido en el envío de dinero, explica María Izaguirre, analista del Fomin.

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