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La primera crisis del euro | Las decisiones monetarias

Trichet decepciona a los mercados

La falta de medidas excepcionales ante la crisis de la deuda agudiza el desplome del euro y de las Bolsas - El BCE señala que no se ha planteado comprar bonos

La reunión del consejo de gobernadores del Banco Central Europeo (BCE), celebrada ayer en Lisboa, defraudó las expectativas. La cautela presidió las palabras del presidente de la institución, Jean-Claude Trichet, que confirmó el mantenimiento de los tipos de interés en el 1%, descartó cualquier hipótesis de que el BCE compre títulos de deuda soberana griega, y aseguró que no contempla en absoluto un escenario de suspensión de pagos de Grecia. Ningún anuncio concreto salió de la boca del mandamás del banco emisor, más allá de reiterar los últimos acuerdos adoptados.

Durante la mañana, los inversores habían especulado con la adopción de medidas extraordinarias ante la gravedad de la crisis de la deuda. Se apostaba por una rebaja de tipos, más facilidades de financiación a la banca o incluso la apertura del debate sobre la compra de deuda pública por el BCE. Nada de eso sucedió y las Bolsas lo acusaron. El pánico se apoderó de la de Nueva York a poco más de una hora del cierre, con una caída repentina que llegó a superar el 9%. El resto de los mercados, que habían arrancado la mañana algo animados, empezaron a caer tras conocer las decisiones del BCE. El euro entró en barrena y los bonos de los países periféricos sufrieron una nueva oleada de ventas que llevó a máximos sus primas de riesgo.

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En Lisboa, Trichet puso el mayor énfasis en la unanimidad de los gobernadores del BCE en el apoyo al plan de rescate griego y en el amplio apoyo -esta vez no unánime- a la decisión sin precedentes adoptada el lunes de aceptar los bonos helenos, cualquiera que sea su calificación, como garantía colateral de los préstamos.

El presidente del BCE fue algo más explícito, sin enseñar totalmente las cartas, a la hora de abonar la idea de una agencia de calificación financiera europea, que en los últimos días ha ganado apoyos después de las actuaciones recientes de Standard & Poor's en relación a Portugal y España. Trichet dijo que esta cuestión tendría que discutirse "globalmente", aunque adelantó que cuanta más competencia haya en términos de agencias calificadoras, mejor. Tampoco fue ninguna novedad su reiterada afirmación de que "Grecia y Portugal no están en el mismo barco". Que la situación en España y en Portugal no se parece a la de Grecia "es totalmente obvio", apuntó en respuesta a los periodistas lusos.

Paradójicamente, Trichet estaba flanqueado en la conferencia de prensa por un griego, Lucas Papademos, vicepresidente saliente del BCE, y un portugués, Vítor Constâncio, vicepresidente entrante. Más allá de las diferencias entre las economías más vulnerables de la zona euro, hubo un mensaje inequívoco del líder del BCE, que sonó a aviso a navegantes: "Queremos que todos los países hagan sus deberes". En este sentido, hizo un nuevo llamamiento a los Gobiernos europeos a aplicar medidas de ajuste fiscal, porque recuperar la confianza depende de las reformas que recorten el gasto y fomenten un sistema de prestaciones sociales a favor del empleo.

La declaración del BCE subraya la estabilidad de precios y el control de la inflación cerca del 2% "como el primer mandato" de la institución. Pese a las turbulencias, dijo Trichet, nunca ningún Estado miembro tuvo mejores condiciones de precios que ahora, "ni en los años noventa ni en los ochenta, y mucho menos antes".

El BCE está en alerta permanente, concluyó Trichet, que dijo tener una hoja de ruta clara, sin pretender reemplazar a los Gobiernos. Cada uno debe asumir su responsabilidad, dijo, al contestar una pregunta sobre los altos tipos de interés del 5% en los préstamos bilaterales a Grecia. "Es una decisión de los Gobiernos".

A medida que avanzaba la rueda de prensa de Trichet, el euro cayó por debajo de los 1,27 dólares por primera vez desde el 11 de marzo de 2009. En cuanto a la deuda, Grecia, Portugal, Irlanda y España, por ese orden, sufrieron el mayor castigo. Pero ayer también Italia, que había capeado mejor las turbulencias, se vio afectada de lleno a raíz de un informe de Moody's sobre el riesgo de contagio de la crisis de deuda a la banca.

La llegada a Italia de la palabra "riesgo" produjo inquietud y enfado en el Gobierno y en el Banco de Italia, informa Miguel Mora. El primer ministro, Silvio Berlusconi, despachó el asunto cargando contra las agencias de calificación de riesgo: "No son creíbles", dijo. El banco nacional replicó a Moody's con una frase firme: "El sistema italiano es robusto". Y el ministro de Economía, Giulio Tremonti, confirmó esa impresión, pero matizó: "Nadie está libre de peligro aunque viaje con billete de primera". Según Tremonti, la situación griega es "muy grave" y ha empeorado por "el retraso en el rescate". "La extensión de la crisis es sistémica y la solución sólo puede ser común y política", añadió.

La reunión del BCE en Lisboa coincidió con la resaca de la noticia de que la agencia calificadora Moody's planea rebajar la nota a Portugal, que tuvo un impacto negativo inmediato en los mercados. Anthony Thomas, vicepresidente de dicha agencia, precisó ayer que antes de tomar una decisión al respecto, Moody's tendrá en cuenta las medidas del Plan de Estabilidad que el Gobierno portugués pretende adelantar este año.

Trichet, flanqueado por el vicepresidente del BCE, Lucas Papademos, y el gobernador del Banco de Portugal y futuro sustituto de Papademos, Vítor Constâncio.
Trichet, flanqueado por el vicepresidente del BCE, Lucas Papademos, y el gobernador del Banco de Portugal y futuro sustituto de Papademos, Vítor Constâncio.AFP

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