_
_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rajoy y las cosas

La renuncia de un político a la capacidad de modificar su entorno para adecuarlo a un plan concreto y audaz, es un destilado perfecto del ser conservador

Mariano Rajoy durante su declaración como testigo en el 'caso Gürtel'.Vídeo: Chema Moya (EFE). EPV
Jorge Galindo

En su comparecencia ante la Audiencia Nacional, Mariano Rajoy dejó escapar una frase aparentemente inocente, aparentemente tópica, pero que resume a la perfección su aproximación a todos los problemas políticos: “Lo siento mucho, pero las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran”.

Esta filosofía ha guiado su forma de enfrentarse a los tres retos más grandes que se le han presentado a él y al país en los últimos años. En Cataluña, su variante es “la ley es la ley”. Que, por supuesto, lo es, y está para cumplirse. Como también contiene en sí misma la posibilidad inexplorada de su modificación por consenso.

Con la corrupción, sin embargo, se convierte en una manera de descubrir lo (supuestamente) ignoto: la financiación de su partido. Y, al saber de ello, en lugar de preguntarse cuáles son las causas sistémicas de su propagación, se realiza una acción quirúrgica, mínima, de “manzanas podridas”.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Por último, con las consecuencias sociales y económicas de la crisis, las “cosas” son “lo que había que hacer”, que en realidad se resume en un grupo de políticas más bien pequeño, poco imaginativo, y que, salvo en el frente financiero, apenas corrigió los desequilibrios estructurales que nos llevaron a la recesión; no digamos distribuir el coste de la misma de manera más equitativa entre clases o entre generaciones.

La renuncia de un político a la capacidad de modificar su entorno para adecuarlo a un plan concreto y audaz es, en realidad, un destilado perfecto del ser conservador. Tiene sus ventajas, claro: normalmente, una mayoría de votantes, o al menos un segmento importante de los mismos, prefiere el statu quo a las “aventuras”, por utilizar otra célebre expresión de Rajoy.

Pero las preferencias nunca están completamente definidas entre nosotros: un líder y su partido tienen capacidad de influir en ellas, modificarlas, abrir espacios de cambio. Para que las cosas sean como a uno le gustaría que fueran. Sin una cierta dosis, así sea mínima, de utopía, la política se convierte en la administración del presente. Hasta que, de vez en cuando, se ve superada por el futuro. @jorgegalindo

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_