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Como sardinas en lata en las Américas

América Latina requiere una replanificación urbana para paliar los efectos negativos que tiene la actual estructura en la economía

Atasco en una avenida de la ciudad brasileña de São Paulo
Atasco en una avenida de la ciudad brasileña de São PauloGETTY

Atascos, servicios deficientes y marcadas desigualdades. Estas son algunas característica de las grandes ciudades en el mundo. No importa su latitud. En América Latina, sin embargo, se sienten con mayor fuerza. Buenos Aires, Bogotá, Quito, Ciudad de México, Brasilia y Caracas (por mencionar algunas de las más importantes) han sido víctimas de una urbanización acelerada, la más rápida del planeta, durante el último siglo. El gran auge urbanístico de la zona ha sido poco planificado y ha dejado a su paso una mancha que va desde carencias en el transporte y altos precios de la vivienda, hasta la falta de empleos formales y bien remunerados. Para muchos latinoamericanos, el sueño de vivir en una metrópoli se ha transformado en verdadera pesadilla.

Una cuarta parte de la población de la región emplea por lo menos una hora al día para llegar a su trabajo, explica un análisis del banco de desarrollo CAF. Los largos tiempos de traslado debidos a la falta de planificación urbanística en las ciudades de la región repercute en la calidad de vida de sus habitantes, afirma Pablo Sanguinetti, economista jefe de la entidad financiera. Ello deriva en una baja productividad y tiene un impacto negativo en el desarrollo económico de la zona, detalla el experto.

Un día a día agotador

Claudia Gómez vive en carne propia esta realidad. Su día en el área metropolitana de la Ciudad de México (con más de 20 millones de habitantes) inicia regularmente por la madrugada. Al salir temprano, antes de las seis de la mañana, evita embotellamientos y aglomeraciones de gente en el transporte público durante la hora y media que emplea para desplazarse desde su casa, en el norte de la ciudad, hasta su oficina, ubicada en el centro. “Si llueve o si hay un accidente todo es peor... un caos”, afirma. Por la tarde, la vuelta a su hogar es “impredecible”. La historia de Claudia se repite en varias ciudades de la región. En Latinoamérica, el ciudadano medio tarda unos 40 minutos en llegar a su sitio de trabajo.

El ciudadano medio de la región necesita al menos 40 minutos para llegar a su lugar de trabajo

El subcontienente ha convergido en niveles de urbanización similares a las economías desarrolladas. Cerca del 80% de los más de 625 millones de latinoamericanos se ha desplazado a una ciudad en el último siglo. En EEUU, el porcentaje alcanza el 81% y en Europa llega al 73% (en España es del 80%). Ni siquiera en otros territorios emergentes, como Asia (con una tasa de urbanización del 58%), se ha presentado un repunte tan alto en los últimos 80 años, detalla el estudio del CAF.

La urbanización latinoamericana, sin embargo, no ha sido tan beneficiosa como en los países desarrollados, en donde el crecimiento de las aglomeraciones ha estado acompañado de una mejora económica, comenta Sanguinetti. “El ingreso per cápita en América Latina [7.000 dólares en 2010, año de referencia del análisis del banco] está rezagado medio siglo con relación al de la Unión Europa y 70 años respecto al de Estados Unidos”, abunda. En el Viejo Continente, y poco después en EEUU, la urbanización llegó de la mano del sector manufacturero, después de la Revolución Industrial. Así se forjaron regiones con urbes productivas, sectores industriales y financieros de alto valor agregado y salarios elevados, comenta el especialista del CAF.

En América Latina, el crecimiento fue distinto. La fabricación industrial, que ya inundaba las metrópolis europeas y estadounidenses, llegó hasta a las urbes latinoamericanas a principios del siglo XX, explica el análisis del banco. Fue entonces que las ciudades se empezaron a poblar, ante la demanda de mano de obra que requería la naciente industria, arraigada en las principales capitales de los países de la zona. Pero el impulso no fue solo gracias al avance tecnológico. La mayor disponibilidad de servicios, como educación, salud y seguridad, generó un efecto llamada para millones de habitantes de las zonas rurales, apunta Sanguinetti, quienes buscaban una oportunidad aunque no fuese bien remunerada.

Uno de cada cinco habitantes no tiene transporte a menos de 10 minutos de casa

“Los territorios que ahora son grandes ciudades no estaban preparadas para crecer tanto... actualmente, la mayoría de sus habitantes tiene muchos más costes que beneficios”, agrega el especialista. A pesar de ello, la población que habita las metrópolis de la zona continuará al alza. El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) estima que la tasa de urbanización en América Latina rozará el 89% en 2050.

La jungla de asfalto

Zygmunt Bauman afirmaba que las áreas densamente pobladas generan dos impulsos totalmente opuestos: la mixofilia (la atracción por los entornos abigarrados que auguran experiencias desconocidas y que prometen los placeres de la aventura) y la mixofobia (el temor al inmanejable volumen de lo que nos es indomable e incontrolable). “La primera de esas compulsiones es el principal atractivo de la ciudad, pero la segunda, por el contrario, es su más pesada cruz”, decía el sociólogo polaco.

Para comprobarlo, basta con sumergirse en las calles de alguna urbe en América Latina y adentrarse en sus villas, favelas o chabolas. Allí se concentra entre el 20% y el 30% de los habitantes de las urbes de la región. A partir de su falta de planificación han derivado otros problemas, según Sanguinetti. “La mayoría de estos asentamientos está mal conectado con la red de transporte público y dificulta la movilidad”, asegura el economista. En la zona, 1 de cada 5 habitantes no puede acceder a ningún medio de transporte público a menos de 10 minutos de su vivienda. Asimismo, alrededor del 15% de los habitantes que vive en estos sitios carece de acceso a cualquier tipo de transporte público.

Salir de estos asentamientos resulta casi imposible. La asequibilidad de la vivienda es uno de los grandes retos de la región. En la mayoría de las ciudades hacen falta entre dos y tres meses de sueldo para pagar un metro cuadrado. En Ciudad de México, una de las más caras de la zona, se requieren hasta cinco meses de salario. En caso que se quiera cubrir el valor de una vivienda de 60 metros cuadrados, en este sitio, son necesarios alrededor de 25 años de ingreso, dedicando la totalidad de los recursos a ese fin. De acuerdo con la OCDE, en México la renta familiar ronda los 13.000 dólares al año, mientras que el promedio de los países que aglutina la organización roza los 30.000 dólares. “Una familia debe hacer un gran esfuerzo para adquirir un inmueble... El precio de la vivienda no corresponde a los salarios de la zona”, concluye Sanguinetti.

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