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Israel apela a la inversión internacional para financiar obras por 23.000 millones

El banco central advierte que las carencias en transporte público lastran la productividad

Juan Carlos Sanz
Vista general de Tel Aviv tomada desde un edifico el pasado 15 de mayo.
Vista general de Tel Aviv tomada desde un edifico el pasado 15 de mayo. Amir Cohen (Reuters)

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha anunciado este domingo un programa de infraestructuras de más de 23.000 millones de euros hasta 2021, que en buena parte estará financiado con inversión privada internacional. Pese al ritmo de crecimiento anual sostenido del 4% del PIB y una tasa de desempleo situada por debajo del 5%, la economía de Israel se ve lastrada por la baja productividad, que se sitúa en un 76% del índice medio de la OCDE. Las carencias del sistema de transporte público y de las redes de energía y comunicaciones son algunas de las principales causas de este retraso, según informó la gobernadora del Banco de Israel, Karnit Flug, a los miembros del Gobierno antes de que se reunieran en Jerusalén para aprobar el plan nacional de infraestructuras. El nivel de gasto del Estado hebreo es este campo se encuentra también a la cola del de los países desarrollados.

“El alcance del programa superará los 100.000 millones de shequels (unos 23.500 euros)”, declaró Netanyahu a la prensa. “La ausencia de un organismo centralizado que gestione las infraestructuras ha retrasado muchos planes y dificultado la inversión externa”, precisó el primer ministro. El Gobierno prevé concentrar en una única autoridad especializada la licitación y el control de las obras.

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La prensa israelí se hizo eco poco después del detalle del plan nacional, que incluye 147 proyectos con un presupuesto estimado de 116.000 millones de shequels (27.000 euros). Las nuevas líneas de metro ligero y tranvía de Tel Aviv, Jerusalén y Haifa, las tres principales ciudades del país, se llevarán la mitad del gasto los 63 proyectos de transporte, según informa el rotativo Yedioth Ahronoth. Como explicaba recientemente el profesor de Economía de la Universidad Hebrea de Jerusalén Joseph Zeira en el suplemento Negocios de EL PAÍS, “es urgente mejorar la red de transporte público urbano, ya que Israel se ha convertido en uno de los países más densamente poblados de la OCDE, si no se tiene en cuenta el desértico sur”.

El vehículo privado y las líneas de autobuses acaparan los sistemas de movilidad de los israelíes, con el consiguiente colapso de carreteras y de las ciudades. Una quinta parte de la inversión en transporte del plan nacional de infraestructuras irá destinada a la construcción de nuevas variantes de acceso a las grandes urbes y otro 15% a la ampliación de la red ferroviaria, en la que destaca la conexión entre Haifa y Nazaret, las dos grandes aglomeraciones del norte del Estado hebreo. La compañía española ACS participa actualmente en el programa de electrificación de 420 kilómetros de la red ferroviaria israelí, con un presupuesto de 480 millones de euros.

El sistema de financiación pública y privada que plantea Israel prevé, en el caso de varias de las nuevas líneas de metro ligero, que el Estado costee la infraestructura básica —túneles, plataformas, vías...—mientras las compañías asociadas asuman a través de una concesión la adquisición del material rodante y la gestión del servicio.

El nuevo modelo mixto de construcción de infraestructuras en Israel surgió hace un año en una reunión mantenida entre Netanyahu y sus asesores con representantes del fondo de inversión estadounidense Blackstone, dispuestos a financiar este sector en Israel, según Globes, periódico especializado en información económica. Los responsables de Blackstone justificaron su interés en el actual ambiente de nula remuneración del capital, que parece aconsejar las inversiones a largo plazo, pese a su baja rentabilidad, en proyectos de infraestructuras.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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