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Columna
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La economía del envejecimiento

Hay informes que hablan con naturalidad de que las próximas generaciones tendrán un horizonte vital de 120 años

RARAFEL RICOY

Llevamos casi una década hablando de digitalización. Tenemos informes, predicciones, análisis y todo tipo de reflexiones sobre su impacto en la sociedad, en la economía y hasta en las personas. Junto a este nuevo mundo conectado existe otra realidad de carácter global de la que apenas se habla en positivo y que, gestionándose adecuadamente, puede generar tantas oportunidades como la revolución digital. Me refiero al envejecimiento de la población. Hoy, 8 de cada 100 personas en el mundo son mayores de 65 años y las previsiones alertan de que serán cerca de 20 antes de 2050. El envejecimiento, muy focalizado en las áreas más desarrolladas del planeta, es especialmente intenso en Europa, donde uno de cada cinco ciudadanos es ya mayor de 65 años y en algunos países como España el envejecimiento se combina con una bajísima tasa de natalidad.

Envejecer con salud es algo que nos debe enorgullecer como sociedad. Hay informes que hablan con naturalidad de los 120 años como edad límite de supervivencia para quienes nazcan en las próximas décadas. Pero ¿nos estamos preparando para esta realidad? Varios directivos de Mapfre participaron recientemente en la conferencia TEDx organizada por Deusto Business School, en la que el envejecimiento se abordó de manera integral bajo el nuevo concepto acuñado por ambas instituciones, ageingnomic o economía del envejecimiento. El impacto del envejecimiento es un desafío que coincide en el tiempo con el desarrollo tecnológico, lo que hace que si sumamos mundo conectado con mundo envejecido, tenemos la tormenta perfecta del cambio. Y sobre el segundo apenas prestamos atención en positivo, solo nos dedicamos a lamentarnos de lo que está por venir.

En ocasiones anteriores me he referido a los problemas de sostenibilidad de los sistemas públicos de pensiones que el envejecimiento está agravando al sumarse cada vez más pensionistas que alcanzan la jubilación con derechos adquiridos más elevados y que cada vez viven más, lo que lógicamente supone que cobran más años, al tratarse de pensiones vitalicias. La última institución en alertar sobre esto ha sido la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que advierte que, por los mecanismos de sostenibilidad del sistema, ya en 2022 los pensionistas habrán perdido un 7% de poder adquisitivo. Todos los organismos que han analizado este asunto recomiendan, como ya han hecho otros países de nuestro entorno, incrementar el ahorro finalista individual para compensar la capacidad menguante de ingresos de las pensiones públicas.

Los perdedores de las decisiones que hoy no se están tomando son los actuales trabajadores que alcanzarán su jubilación con pensiones cada vez más bajas. Quienes hoy tienen más de 45 años serán los que se vayan jubilando con pensiones más bajas y, si no cuentan con otras fuentes de ingresos, serán insuficientes para mantener su calidad de vida. En 2031, o sea, “pasado mañana”, uno de cada cuatro españoles tendrá más de 65 años y el 62,5% de la población será o menor de 16 años o mayor de 65, es decir, población no activa. Cuando solo 4 de cada 10 personas estén en condiciones de trabajar, quizá alguna más porque la jubilación se está desplazando hacia los 67, ¿quién alimentará la economía?

Nuestra apuesta es afrontar con realismo el reto del envejecimiento, pero a la vez aprovechar las oportunidades que supone. La economía del envejecimiento no es solo tener en cuenta que detrás existen gastos crecientes, sino que además hay que explorar y aprovechar nuevos nichos de empleo en materia de turismo, ocio o la salud. Asimismo, debemos ser capaces de adaptar nuestro modelo laboral a esa realidad de personas “jóvenes”, mayores de 65 años que tendrán capacidad de trabajar durante muchos más y que probablemente encontrarán su espacio en los nuevos empleos que pueden surgir en una nueva industria vinculada a la ageingnomic. Se necesita debatir en profundidad esta nueva realidad para establecer una estrategia integral que nos permita “cabalgar sobre la ola”. De lo contrario, procrastinando, la ola nos envolverá.

Antonio Huertas es presidente de Mapfre.

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