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Columna
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China, primera potencia comercial e inversora mundial

Estados Unidos está permitiendo que el país asiático tome una posición todavía más dominante en el continente

La decisión de Trump de rechazar el Trans Pacific Partnership (TPP) ha representado un paso atrás en la integración comercial mundial, que daría a EE UU acceso comercial a Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam y todo el Océano Pacífico.

El TPP hubiera conseguido que EE UU fuera un 0,5% mayor en 2030, es decir, un PIB adicional de 131.000 millones de dólares. El presidente de Japón Shinzo Abe ha estado siempre a favor de dicho tratado para conseguir una reforma interna de su economía y especialmente, de su agricultura.

China ha aprovechado esta decisión de Trump para revitalizar y acelerar a fondo su nueva Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) que incluye a ASEAN, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, además de seis países: Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda e India. Es decir, EE UU está permitiendo que China tome una posición todavía más dominante en Asia.

La economía China perdería un 0,1% de su PIB con el TPP, pero con RCEP aumentaría su PIB en 1,4% (250.000 millones). RCEP incluiría otras actividades como el comercio electrónico y los suministros. Japón y Australia quieren que el RCEP sea todavía más profundo que lo que propone China. El RCEP supone la primera vez que Asia toma ventaja sobre la UE y EE UU, con un acuerdo tan importante para el comercio internacional. Asimismo, China ha creado el Asian Infraestructure Investment Bank (AIIB) con un fin diferente del Banco Mundial o del Banco Asiático de Desarrollo ya que intenta no reducir la pobreza, sino mejorar las infraestructuras para el desarrollo. Para conseguirlo, el AIIB está autorizado para prestar 2,5 veces su capital de 100.000 millones de dólares, que supone crear otro Banco Mundial en capital y desembolsos. Tiene ya 47 países miembros.

El mayor problema del AIIB, es que ha financiado la construcción de centrales térmicas de carbón, por 40.400 millones entre 2000 y 2016, en India, Indonesia, Vietnam, Ucrania y Pakistán. Pero, tras el acuerdo de París sobre cambio climático, del que Trump se ha descolgado, China lo ha ratificado en noviembre de 2016, y ahora no podrá financiar ninguna central de carbón. EE UU, a través de Wilbur Ross, ha mostrado que no va a adherirse ni al RCEP, ni al AIIB.

Existen, serias discrepancias, entre EE UU y China por Corea del Norte, porque EE UU está preocupado porque sus lanzamientos de misiles puedan caer sobre Corea del Sur o Japón, sus dos aliados. Su secretario de Estado Tillerson ha hecho advertencias muy serias a Corea del Norte por dichos misiles de largo alcance. Asimismo, China ha aplicado a Corea del Sur medidas muy duras, por haber comprado un escudo anti-misiles a EE UU para defenderse de Corea del Norte. Además, China ha prohibido a sus ciudadanos que tomen vacaciones en Corea del Sur, donde acudían masivamente, y ha reducido las compras de sus automóviles. Pero China en la ONU acaba de aprobar duras sanciones a Corea del Norte. Asimismo, China ha aplicado medidas similares a Japón, reduciendo la importación de sus automóviles; a Filipinas, no aceptando sus plátanos y a Taiwan, rechazando su turismo, mostrando quién manda realmente en Asia.

China ha extendido también su influencia a África, desplazando a Reino Unido y Francia, construyendo y financiando infraestructuras básicas, tales como puertos, ferrocarriles, carreteras y explotaciones de diversos minerales. Acude con grandes barcos que transportan ingenieros y también miles de trabajadores que, en muchos casos, cumplen condenas en China y que las reducen trabajando en África.

Entre 2000 y 2015, el banco Chino Eximbank ha prestado 63.000 millones a 54 países de África para construir infraestructuras, mientras que el Eximbank de EE UU sólo ha prestado 1.700 millones a cinco países de África. Hay 100.000 chinos trabajando y viviendo en Zambia, muchos sin permiso de inmigración y con baja cualificación, generando el rechazo de las poblaciones locales. Lo mismo ocurre en Ghana.

Además, China está haciendo operaciones similares en Iberoamérica, aprovechando las dudas de Trump sobre el NAFTA. Ha acordado duplicar su comercio bilateral con la región hasta 500.000 millones de dólares y aumentar su inversión hasta 250.000 millones, financiando infraestructuras. Es ya el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú. En Argentina, bajo Cristina Kirchner, China negoció una planta nuclear y una estación para controlar satélites a cambio de la compra de 1.000 millones en cazas y barcos patrulla chinos. Mauricio Macri, ha aprobado dicho acuerdo, con varias mejoras.

China ha prestado a Venezuela 65.000 millones, que repaga con petróleo, pero dado su desastroso gobierno actual, decidió, en 2016, no darle ningún préstamo más. Asimismo, Wang Jin, el multimillonario chino, decidió financiar un nuevo Canal para Nicaragua, a través del lago Nicaragua, con un coste de 50.000 millones, pero que no parece ir adelante, tanto por las dificultades financieras posteriores de Wang, como por la fuerte oposición de su población, ya que el lago Nicaragua suministra agua potable a 80.000 personas y podría dejar de hacerlo si se poluciona.

Su mayor proyecto en Iberoamérica es su Doble Ferrocarril entre los dos Océanos (TOR). El primero, desde el Atlántico, a través de Brasil, hasta el Pacífico, a través de Perú, de una longitud de 3.700 km y con un presupuesto de 13.500 millones. El segundo, de 5.000 km, desde Brasil a través de Bolivia, con un coste de 60.000 millones, lo que haría que Bolivia progrese, al ser el único país sin salida al mar y el más pobre de Iberoamérica. Pero, ambos ferrocarriles plantean serios problemas ecológicos e incitan a la corrupción, como ocurrió con el ferrocarril de 3.500 millones que China terminó en México en 2014, o en Bolivia, que adjudicó un contrato a una compañía China sin concurso, por 500 millones. Iberoamérica necesita infraestructuras y China está interesada en realizarlas, aunque EE UU, Canadá, España, Francia, Italia y Alemania podrían realizarlas con mejor tecnología y solvencia. Pero mientras China esté dispuesta a financiarlas en su totalidad y además aportar mano de obra para hacerlas, sus competidores no pueden. Asimismo, está acometiendo su “Belt and Road Initiative”(BRI) nueva “Ruta de la Seda” que va a unir, por ferrocarril, carretera y barco, el continente Asiático con el Europeo y el Norte y Sur del Mar de China con el Océano Índico y con el Mar Mediterráneo, con una inversión anual de 150.000 millones. El Ferrocarril unirá Yiwu en el mar del Sureste de China, atravesando China, Rusia, a través de Moscú hasta el puerto de Rotterdam y el puerto de Barking en Reino Unido, con otro ramal hasta Madrid. Asimismo China construirá una carretera desde Xi´an, al sur de Pekín, hasta Teherán, Estambul, Moscú y Rotterdam y desde ahí a Venecia en el Mediterráneo.

La línea marítima unirá el Mar del Sur de China, desde Zhanjiang, a través del Océano Índico, con Kuala Lumpur, Calcuta, Nairobi, y a través de Suez y de Atenas a todo el Mediterráneo. Para Joseph Nye (02-06-2017) “la estrategia de Xi Jinping es la de Marco Polo, involucrando a 65 países, 66% del territorio mundial y 4.500 millones de habitantes”.

Finalmente, China supera la UE en términos de gasto en investigación y desarrollo, en porcentaje del PIB, produce el mismo número de publicaciones científicas que EE UU y le supera en doctorados en ciencias naturales e ingeniería.

Según el Banco Mundial (2015) China es ya el segundo país en PIB medido en dólares corrientes, tras EE UU, seguidos de Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e India. Pero, medido en paridades de poder de compra, (PPC) que es la forma adecuada, China es ya el mayor en PIB, seguido de EE UU, India, Japón, Alemania y Rusia.

Ahora bien, EE UU es una democracia y China es un régimen autoritario, sin libertades, como demuestra su trato al premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, que ha fallecido de cáncer, al que han dejado salir de la cárcel sólo dos días antes de fallecer. Su esposa estaba ya bajo arresto domiciliario, desde 2010, y su hermano sigue encarcelado. El presidente Xi ha sido elegido directamente por los 88,8 millones miembros del partido comunista, pero no en unas elecciones generales por los 1.300 millones de Chinos.

Guillermo de la Dehesa es presidente honorario del Centre for Economic Policy Research CEPR de Londres. Magnitudes en dólares.

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