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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Repartir los frutos de la recuperación

La economía vuelve al nivel pre-crisis: no el empleo, los sueldos ni algunos impuestos

Xavier Vidal-Folch
Una mujer y un hombre trabajando en la cadena de montaje del Seat León en la planta de Martorell, Barcelona.
Una mujer y un hombre trabajando en la cadena de montaje del Seat León en la planta de Martorell, Barcelona.Albert García

Casi un decenio después, la economía española ha recuperado su nivel previo a la crisis. Al final del primer semestre el PIB alcanzó 1,13 billones de euros, contra 1,12 billones al cierre de 2008. Lo ha hecho con agilidad e intensidad. Lleva nueve trimestres creciendo a más del 3% interanual.

Resulta misterioso que este hito apenas haya suscitado —inevitable propaganda oficial aparte— discusión pública. Los unos porque se avergüenzan de que innumerables déficits empañan el logro; los otros porque no salen de las secuelas sociales de la crisis y minimizan la importancia de la recuperación del PIB. Unos por otros, la casa sin barrer. Sin discutir a fondo a qué debemos destinar los beneficios del final oficial de la crisis.

Otras cifras señalan qué agujeros debe taparse. La economía tira, el empleo crece y el paro disminuye. Pero ¿tanto como el PIB? No. Es esta asimetría, alta velocidad de la riqueza económica, lentitud de la riqueza social, la marca del momento. El empleo creció en el primer semestre en casi medio millón de puestos. Se han recuperado 2,4 millones destruidos desde la crisis, pero aún no todos (faltan 700.000). Así que los celebrados (y celebrables) 18,4 millones de afiliados a la Seguridad Social son aún casi un millón menos que los de diciembre de 2008. Vamos mejor, pero aún peor que entonces, y a peor ritmo que la economía.

Y así en todos los renglones: el paro baja por vez primera desde la crisis de los cuatro millones de desempleados: 3,91 millones, el 17,22% de la población activa, el mejor porcentaje desde 2009 y lejos del 26,94% de 2013; pero la contratación temporal alcanza el 17,2%, frente al 7,9% de 2007; disminuyen los parados de larga duración (un año buscando empleo) en 426.100 durante el último ejercicio, pero siguen siendo 1,7 millones, el 43,5% de este segmento; algo parecido sucede con los jóvenes o con los hogares que tienen a todos sus miembros en paro: se reducen, pero siguen siendo 1,27 millones.

Igualmente, el salario bruto por trabajador se estanca (bajó el 0,3% en 2016), mientras el Ibex gana un 19% más en este primer semestre que en igual período de 2016. Todos nuestros indicadores sociolaborales empeoran la medias europeas. Y la desigualdad ha crecido a 34,5 puntos del índice de Gini (por 31,9 en 2006). La recaudación por impuestos al trabajo se ha recuperado: el IRPF cosechó 75.432 millones en 2016, ya más que los 72.614 de 2007. Y la del consumo: el IVA recaudó 62.845 millones de euros (por 55.851 en 2007). Pero, ay, el impuesto de sociedades contrasta con la bonanza de beneficios: sigue a menos de la mitad (21.678 millones de euros) que en 2007 (44.823 millones de euros).

Cifras cantan. Urge un completo rescate social, y el retorno a una fiscalidad redistributiva, con una mano. Con la otra, rebajar la deuda pública, que sigue instalada en igual cuantía que el PIB de un año. Y si cesan los vientos de cola exteriores, sudaremos para pagar su factura.

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