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La eurozona toma impulso y aleja las incertidumbres

El PIB de los Diecinueve creció un 0,6% en el segundo trimestre del año

Álvaro Sánchez
Dos empleados trabajan en una fábrica de coches en Dresde, Alemania.
Dos empleados trabajan en una fábrica de coches en Dresde, Alemania.Fabrizio Bensch (REUTERS)

La economía de la eurozona da muestras de fortaleza. El año en que los populismos se aprestaban a derribar el vacilante edificio comunitario, tocado por la sacudida del Brexit, ha derivado en una demostración de resistencia de la economía europea. La eurozona creció un 0,6% en el segundo trimestre, una décima más que en los primeros tres meses del año, y según datos publicados este martes por Eurostat avanzó un 2,1% en términos anuales, su mayor ritmo desde el segundo trimestre de 2011, antes del estallido de la crisis de deuda soberana que disparó las primas de riesgo de los países de la periferia.

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El empuje de la eurozona es un hecho. Acumula diecisiete trimestres de crecimiento del PIB, y en los tres últimos avanzó al menos medio punto porcentual, algo que no lograba desde el inicio de la Gran Recesión. El dato manufacturero de julio ha vuelto a mostrar que la actividad en las fábricas de los países del euro es sólida. Y esa riada de cifras ha ido acompañada del fin de los riesgos políticos que amenazaban Holanda y Francia. Wilders y Le Pen no han tocado poder, y la incertidumbre se ha trasladado al Reino Unido de la menguante Theresa May, perdida en el laberinto del Brexit. El país británico creció entre abril y junio la mitad que sus socios del euro. También hacia el aislacionismo y la inestabilidad política del Gobierno de Donald Trump, con el dólar perdiendo fuelle día tras día respecto al euro. Ambas potencias vieron reducidas sus estimaciones de crecimiento por parte del FMI hace solo una semana, mientras que el organismo reforzó las de los países del euro, aunque sigue viendo riesgos que vuelven vulnerable al continente en la brecha Norte-Sur.

El euro está aún lejos de ser una orquesta, Alemania sigue cómoda en su papel de tenor como gran ganadora de la crisis gracias a los excedentes de su formidable maquinaria exportadora, que no ha acompañado de inversión pública. "Los cimientos de la zona euro son frágiles. Uno de los desafíos es hacer un ajuste para hacer la eurozona más equilibrada. Ese desequilibrio se percibe perfectamente en el absolutamente exagerado superávit comercial alemán", afirma Guntram Wolff, del laboratorio de ideas Bruegel.

El acelerón de los Diecinueve en el último trimestre ha contado con el impulso de España —que avanzó el 0,9%— y Francia —el 0,5%—. Está por ver si el nuevo tándem Merkel-Macron consigue fortalecer una recuperación todavía lastrada por una inflación que no logra situarse en el objetivo del BCE, el elevado desempleo y la interminable crisis griega. Pero incluso en estos dos últimos campos la música ha cambiado en los últimos tiempos: el paro en la zona euro se situó en junio en el 9,1%, su nivel más bajo desde febrero de 2009 —aunque sigue sin recuperar los niveles precrisis una década después—, y Grecia ha evitado un nuevo verano de drama con el pago del nuevo tramo del rescate aprobado por el Eurogrupo. El país heleno volvió a los mercados financieros la semana pasada después de tres años de ausencia. "La mejora del PIB no ha repercutido en un mayor bienestar en muchos de los países, en medio de un alto desempleo y desigualdades, pero las percepciones han mejorado", concluye el analista Lorenzo Codogno.

La confianza de los mercados en la economía europea ha pasado por alto el rescate de bancos en Italia y España, y se ha traducido en un fuerte avance del euro en los últimos meses. La llegada de Trump fue recibida con subidas del dólar a la espera de sus recortes de impuestos y un aumento del gasto público. Ocho meses después, los escándalos internos y las dudas sobre su capacidad para sacar adelante sus promesas electorales han penalizado a la divisa estadounidense: pese a que la economía norteamericana creció por encima de la europea en los últimos tres meses, el euro cotiza ahora en máximos de dos años y medio frente al billete verde, y la moneda única se ha erigido en un refugio frente a las turbulencias políticas al otro lado del Atlántico. De proseguir esa revalorización, sin embargo, existen riesgos para la competitividad de las empresas exportadoras, que verían encarecerse sus productos.

Los bandazos de Trump se han convertido en una oportunidad económica para la UE. La retirada de Washington de tratados comerciales en nombre del proteccionismo ha dejado el terreno libre para que la UE estreche sus lazos con otros socios, y tras la firma del pacto con Canadá, el CETA, en los últimos meses ha llegado a un acuerdo con Japón y ha intensificado las negociaciones con los países de Mercosur y México.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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