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Llega la inteligencia artificial al bufete

La robotización de las tareas repetitivas y de poco valor añadido permite emplear el talento en trabajos más sofisticados

GETTY

La inteligencia artificial está alterando la economía y el mercado laboral a escala mundial. La posibilidad de incorporar herramientas que permitan realizar de manera más eficiente y segura toda una serie de tareas supone un cambio de calado para las organizaciones. Según un reciente estudio de la consultora McKinsey, aunque “menos del 5% de las profesiones se pueden automatizar totalmente, el 60% tienen por lo menos un 30% de actividades automatizables”. Esto explica una revolución que también ha llegado al sector legal, normalmente más conservador, pero que está viviendo, en pocos años, una acelerada transformación tecnológica, que ya incluye el uso de sofisticadas herramientas para agilizar procesos y optimizar recursos.

Según explican desde Garrigues, “dentro de un despacho hay infinidad de tareas que consumen mucho tiempo a los profesionales y aportan poco valor, como transcripciones que proceden de los juzgados, revisión de contratos a gran escala, extracción de datos de diferentes documentos o revisión de notas simples”. Labores que la inteligencia artificial permite automatizar, aumentando la productividad de los profesionales, con más tiempo para aportar valor añadido a los clientes.

El factor humano

Pese a todos los avances, no parece que el trabajo de un abogado lo vaya a poder hacer un robot en el corto plazo. Las herramientas ayudan, pero “la posibilidad de sustituir la función del abogado en la toma de decisiones por ahora es impensable y está muy lejos”, asegura Rodrigo González, senior manager del departamento Mercantil de EY Abogados y experto en nuevas tecnologías. “Vamos hacia herramientas sofisticadas que tiendan a convertirse en lo que hemos denominado inteligencia artificial en el sentido de que puedan aprender, pero esa es todavía una fase muy incipiente y hay pocos casos en los que se dé una respuesta fiel o fiable en materia legal”.

Sergio Garrido, socio responsable de los servicios de robotización de EY Abogados, explica que “el despacho está aplicando técnicas de robotización a los servicios legales y fiscales para reducir el tiempo de ejecución y el coste de los procedimientos administrativos y para liberar a los profesionales de la realización de tareas de carácter repetitivo”. Señala que “los procesos robotizados suplen la actuación del letrado en aquellas actividades mecánicas donde no es necesaria la aplicación del criterio humano y, en general, en todas las áreas que no aportan valor o no requieren de toma de decisiones”. Pone algunos ejemplos: “Esta tecnología se está aplicando especialmente en procesos masivos como la gestión de activos, las reclamaciones en masa o las solicitudes de recuperación del IVA de impagados”. Según asegura, todo ello les ha permitido “reducir un 75% del esfuerzo asociado a la gestión de la documentación del cliente, minimizando, además, la posibilidad de cometer errores”.

El despacho Baker McKenzie, que ha lanzado un programa global de innovación basado en el aprendizaje automático o machine learning y la transformación de los servicios mediante design thinking, está utilizando “desarrollos relativos a inteligencia artificial para optimizar algunos de los productos que ofrecen a los clientes para mejorar la eficiencia y competitividad de los servicios”. Desde la firma apuntan que “la inteligencia artificial ha despertado un gran interés aunque, a día de hoy, los bufetes la están utilizando principalmente en tareas de búsqueda y localización de extracción electrónica, procedimientos de due dilligence y revisión de contratos”.

Grandes retos

La implantación de tecnologías de este tipo plantea también toda una serie de retos para los despachos. En primer lugar, la inversión no es sólo en la herramienta que se utilice sino que implica, sobre todo, dedicar importantes recursos humanos a entrenarla y aprender a manejarla. “El entrenamiento es mutuo entre el abogado y la herramienta y eso es algo positivo”, apunta Francesc Muñoz, director de tecnologías de la información de Cuatrecasas. Además, este experto explica que, aunque los sistemas de inteligencia artificial que se están comercializando son, en principio, “agnósticos en cuanto al idioma”, están diseñados en inglés, por lo que requiere un trabajo extra de adaptación al español, así como al lenguaje jurídico específico.

Precisamente en ese proceso se encuentra actualmente Uría Menéndez, que ha llegado a un acuerdo comercial con dos de las herramientas más conocidas en el mercado legal, Luminance y Ravn, a las que está dando un entrenamiento básico en la tarea de revisión de contratos y documentos legales en español que calculan que tendrán listo para final de año y que permitirá a las empresas titulares de los citados sistemas comercializarlos en español entre otros despachos.

Según Santiago Gómez Sancha, director de Sistemas de Uría Menéndez, el entrenamiento se va a realizar para las cláusulas más habituales que aparecen en due dilligence, compraventas o financiaciones. “Se ha proporcionado a los sistemas varias versiones distintas de las cláusulas principales que serán la semilla del conocimiento automatizado”, detalla. Con este conocimiento previo cargado en los sistemas, se van presentando contratos y documentos jurídicos que son analizados y permiten detectar las cláusulas. Los abogados de Uría validan o corrigen la catalogación de la cláusula y, en coordinación con los ingenieros de los sistemas, afinan los algoritmos de detección de las mismas informándoles y ayudándoles con las sutilezas del lenguaje. Superada esta fase inicial de entrenamiento, desde la firma continuarán profundizando en el proceso, desarrollándolo ya para las necesidades propias del despacho.

Un gran rastreador

Una herramienta entrenada así podría, por ejemplo, permitir a un despacho buscar todas aquellas cláusulas que se pudieran ver afectadas por el Brexit en miles de contratos, explica Gómez Sancha. También en Garrigues trabajan actualmente en fase de prueba con Luminance, que analiza contratos y es capaz de detectar diferencias entre ellos, y Ravn, que extrae datos de los documentos y construye hojas Excel. En Cuatrecasas están probando diversos proveedores. Hicieron una prueba piloto con Watson, de IBM, que, según explica Francesc Muñoz, es una herramienta muy potente, pero de uso más general, y ahora están trabajando con Kira Systems y Ravn, diseñadas de manera más específica para el sector legal. No son los únicos. Entre los clientes de Kira figuran también firmas como Deloitte, DLA Piper, Freshfields, Clifford Chance, King & Wood Mallesons o Herbert Smith Freehills. Ravn, por su parte, presta servicio a otras como CMS o Watson, Farley & Williams; y con Luminance están trabajando bufetes como Pérez-Llorca u Ontier.

Hay despachos que han apostado por desarrollar, además, sus propias herramientas, como Garrigues, que ha puesto en marcha Proces@, “un robot que permite transcribir e indexar audios, vídeos y textos escaneados de carácter jurídico de una manera sencilla, rápida y con mínimos errores, facilitando el trabajo a los abogados y mejorando los tiempos de respuesta al cliente”. La firma EY ha ido incluso un paso más allá al instalar en España su primer Centro de Excelencia de Inteligencia Artificial para impulsar y liderar la oferta global de servicios de gestión de datos.

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