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Desconectar empieza a ser un derecho

El uso de la tecnología en el trabajo es irreversible pero aún es mejorable su impacto en la relación entre empleados y empresa

GETTY

Imagine la escena. Es su tercer día de vacaciones. Por la mañana ha estado buceando un rato por la zona de las calas. Después se ha comido un arroz del senyoret en un restaurante del puerto que le habían recomendado. De vuelta al hotel, se ha echado una horita de siesta y se ha dado un chapuzón en la piscina. Ahora ha bajado otra vez a la playa y está sentado en la barra del chiringuito. Ojea un periódico local mientras de fondo suena una música chill out. Lleva puestos un bañador, una camiseta y unas chanclas. Junto a usted, sobre la barra, el daiquiri que acaba de servirle Toni, el camarero, y su teléfono móvil. De pronto, el sonido inconfundible de un whatsapp entrante le saca de su lectura. Observa que la pantalla de su smartphone se ha iluminado. El mensaje es de su jefe. Dice: “Llámame. Es urgente!!!”.

En Francia, para evitar que a sus trabajadores se les atragante el arroz y el daiquiri por culpa de una intromisión en su tiempo de descanso, el pasado mes de enero entró en vigor una ley que regula su “derecho a la desconexión”. La norma, explica María Jesús Herrera, socia de Sagardoy Abogados, “no obliga a apagar el móvil profesional al finalizar la jornada laboral ni a cerrar los servidores de envío y recepción de correos electrónicos a partir de una determinada hora, pero abre la posibilidad de introducir una regulación consensuada en función de las necesidades productivas de cada empresa”.

El caso de Axa

En una iniciativa inédita en España, el Grupo Axa y el sindicato Comisiones Obreras acaban de incluir en el nuevo Convenio Colectivo de la compañía un apartado que recoge la necesidad de impulsar el derecho a la desconexión digital una vez finalizada la jornada laboral. “Salvo causa de fuerza mayor o circunstancias excepcionales, AXA reconoce el derecho de los trabajadores a no responder a los mails o mensajes profesionales fuera de su horario de trabajo”, explicita el texto.

“La tecnología ha configurado nuevas formas de trabajar. Pero en algún punto hay dejar los dispositivos a un lado y dedicarse a los asuntos personales y familiares”, destaca Carmen Corbatón, directora de Relaciones Laborales y Diversidad de la aseguradora. Según esta directiva, el hecho de reconocer formalmente esta nueva realidad social en una norma de eficacia jurídica como es un convenio colectivo, y con el refrendo de la representación sindical de los trabajadores, no es baladí. “Supone un paso más en búsqueda de la conciliación como eje fundamental para lograr una cultura organizativa cada vez más inclusiva y diversa”.

Mariola Serrano, profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Deusto, cree que en España no haría falta llegar tan lejos. “En nuestro Derecho del Trabajo ya se delimitan la jornada y el horario de trabajo. Las horas realizadas por encima de esa jornada son consideradas horas extraordinarias. Y recibir y contestar correos electrónicos o llamadas fuera del horario de trabajo no es distinto que trabajar fuera del horario en la propia oficina”.

Sin embargo, la tecnología y los nuevos sistemas de trabajo flexible han abierto nuevas brechas en la propia definición de jornada laboral. Los límites son ahora más difusos. “En los modelos tradicionales, ibas al lugar de trabajo, hacías tus horas, te marchabas y hasta el día siguiente. Ahora el trabajo está en la nube y es más difícil para el profesional desconectar”, señala Santi García, cofundador de Future For Work Institute.

El informe Tendencias Laborales de 2014, realizado por Sodexo, revela que más de la mitad de los trabajadores estadounidenses miran mensajes de trabajo al menos una vez al día durante el fin de semana. “Se produce la paradoja de que los profesionales afirman que las tecnologías de la información les permiten ser más productivos y tener mayor flexibilidad, pero, al mismo tiempo, también reconocen que aumentan su carga y les dificulta desconectar y descansar”, expone Miriam Martín, directora de Marketing y Comunicación de Sodexo Beneficios e Incentivos. Cansancio, estrés o ansiedad son, advierte esta experta, los peligros de esta hiperconectividad permanente. “Y un talento cansado no es productivo”.

La cultura corporativa puede agravar este problema al hacer una interpretación torticera de la flexibilidad laboral. “Trabajar en remoto no equivale a estar disponible 24/7 los 365 días de año”, aclara Arancha de las Heras, vicerrectora de Relaciones Institucionales de la UDIMA y especialista en teletrabajo. Miriam Martín alerta además de que “si los jefes envían correos o mensajes fuera de horario y los empleados se sienten obligados a atenderlos, se genera un tipo de organización tóxica en la que la sensación general es que no hay límites”.

Pero también los propios profesionales deben poner de su parte. “La tecnología nos esclaviza si nos dejamos esclavizar. Muchas veces somos nosotros mismos quienes nos quedamos enganchados sin necesidad de que nos lo imponga un jefe”, indica Santi García. En la misma línea, Miriam Martín dice que hay que aprender a autoimponerse límites. “Los profesionales nos hacemos adictos a la adrenalina que genera estar en la cresta de la ola y parece que tenemos que estar al tanto de todo en todo momento. No sabemos parar”.

Actuaciones posibles

¿Qué hacer? Cortar por lo sano es tentador, pero no siempre será posible. “Mi consejo es que cada cual gestione su propia vida. Si dejar de mirar el buzón de entrada o no contestar a un mensaje en tu tiempo de descanso te va a provocar todavía mayor estrés, hazlo”, comenta García. Arancha de las Heras recomienda tomar una serie de precauciones durante las vacaciones si se sabe de antemano que va a ser imposible desconectar por completo. “Establece como rutina llamar todos los días a la oficina una determinada hora. Así, al menos, solo estarás disponible en el horario que tú marques”.

Para Alejandro González, director general de Taalentfy, es una cuestión de concienciarse. “Deberíamos entender la tecnología como una herramienta. Igual que lo es un coche y no por ello estamos condenados a utilizarlo para desplazarnos a todos lados, sino sólo cuando lo necesitamos”. Santi García pide tiempo. “Asistimos a una profunda transformación del mundo del trabajo. Trabajadores y empresas estamos aun despistados sobre cómo todos estos elementos y relaciones nos impactan. Estamos aprendiendo”.

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