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Una bodega histórica que seduce a los ‘millennials’

Fundada en 1885, la empresa valenciana Vicente Gandía facturó 32 millones el año pasado

Jose Gandía, a la izquierda, y Javier Gandía, en la sala de innovación de las bodegas Vicente Gandía, en Chiva.
Jose Gandía, a la izquierda, y Javier Gandía, en la sala de innovación de las bodegas Vicente Gandía, en Chiva.Mónica Torres (EL PAÍS)

La cuarta generación de la empresa familiar, formada por los hermanos José y Javier Gandía, dirige la histórica bodega que su bisabuelo Vicente, un emprendedor sin estudios, puso en marcha en el puerto de Valencia hace 132 años y conquistó el mercado internacional. Hoy es la primera bodega de la Comunidad Valenciana y una de las más importantes de España. “A nuestro favor jugó que logramos el éxito exterior antes que el nacional”, señala Javier, que desde hace dos años dirige la bodega que su hermano José controló durante 14. Ambos tienen claro el reparto de tareas. La compañía también se ha propuesto, ahora, ampliar y diversificar sus actividades. José es el encargado de buscar nuevos proyectos, en los que invertirán más de cinco millones de euros.

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La bodega cuenta con una plantilla de 132 empleados, cerró el pasado ejercicio con una facturación de 32 millones de euros, el 14% más que en 2015. El 66% de la producción, -en 2016 comercializaron más de 25 millones de botellas vino- se exporta a 90 mercados. “Tenemos una posición bastante buena y las ventas están muy repartidas”, apunta Javier. “Ningún país supera el 7%, solo España con el 34%. Pero hasta 1999 todo se exportaba excepto el 10%. Mi bisabuelo hacia vino a granel. El vino valenciano era difícil de vender; no tenía calidad ni reputación. Por eso nos fuimos fuera y fue una ventaja en todos los sentidos porque el resto de bodegas nos veía como una empresa muy internacional”, agrega su hermano José.

Su padre, que cursó estudios de comercio internacional en Suiza, lanzó en 1971 la primera marca de la empresa. Castillo de Liria. “Tuvimos que romper muchos moldes. Afortunadamente el sector ha seguido y hoy vive una gran revolución, pero hace 15 años estaba muy complicado introducir el producto”, insisten los actuales responsables de Vicente Gandía. Ahora apuestan por un espumoso bajo en alcohol que trata de seducir a los millennials. Se llama Sandara.

El invento, que se presenta en botella con tapón de rosca, lideró el crecimiento de la bodega el año pasado, y sigue en línea ascendente. “Reúne lo que busca el público; un producto fácil de consumir, divertido, elegante y con una graduación alcohólica que no supera los siete grados y medio, cuando lo habitual es a partir de 11”, explica Javier. El resultado es un vino sencillo, con variedades de calidad y fermentaciones en frío. “Es lo que te garantiza el futuro, el público joven que viene de otro tipo de vida y para los que el vino no estaba entre sus prioridades. Tenemos que seducirles y por eso estamos creando productos en esa línea que en Estados Unidos está de moda y que a España está llegando ahora", agrega.

Junto a las marcas más relevantes de la compañía como El Miracle, Hoya de Cadenas, o Castillo de Liria, con un crecimiento del 138% en México, del 130% en Rusia, del 69% en China y del 54% en Japón; Vicente Gandía quiere cautivar al público millennial. En su sala de innovación, llamada como la conocida serie, Big Bang Theory, instalada en la sede central, en Chiva, localidad cercana a Valencia, desarrollan proyectos enfocados a crear productos adaptados a las tendencias del consumidor.

Este año la empresa invertirá tres millones de euros en la construcción de un nuevo almacén en Chiva. “Nos ayudará a tener más calidad y control sobre el producto, que es nuestra obsesión. Vender la primera botella es fácil con una etiqueta chula y un nombre atractivo, pero la segunda tiene que convencer”, comenta el actual director general de Vicente Gandía.

Enoturismo y arte en barricas

M. J. SERRA

La empresa, que dispone de 500 hectáreas de viñedos, también fue pionera en turismo enológico. La finca Hoya de Cadenas, en Requena, recibe más de 12.000 visitas al año. Un pequeño tren recorre la histórica bodega, que cuenta con un parque de 15.000 barricas subterráneas, el más extenso de la Comunidad Valenciana, el sueño de la familia Gandía. “Es una cava subterránea con control de temperatura y de humedad. Es ecoeficiente y recicla los flujos de aire en función de la temperatura exterior ahorrando energía”, describe José Gandía. La visita cuenta con otro aliciente añadido; el museo del arte en barrica, donde artistas de reconocido prestigio han realizado su obra sobre barricas usadas para la elaboración de vino.

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