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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Aprovechar el contexto

Uno de los principales factores de riesgo de los que se advertía a principios de año era un potencial repunte de la inflación. Las señales de aceleración en el crecimiento económico y el efecto base interanual de la energía suponían dos factores de presión alcista sobre la inflación, que había marcado un punto de inflexión a mediados de 2016. Sin embargo, la cotización del barril de crudo se sitúa en los niveles similares a los del pasado verano. Las intenciones de reducción de la oferta diaria no se han materializado, por lo que a pesar del aumento de la demanda, el precio ha oscilado de forma leve en torno a los 50 dólares por barril. En consecuencia, las tasas de inflación no sólo no han subido, sino que se han moderado. Y esto ha sido así sin que el repunte de meses atrás se haya filtrado sobre los componentes subyacentes, relativamente estables en la zona del 1,0% en el área euro y del 2,0% en EEUU. En definitiva, se ha desactivado, aunque sea de manera coyuntural, el factor de riesgo para la estabilidad de los precios.

En este contexto, la función de reacción de los bancos centrales al contexto de aceleración económica, en especial en el área euro (todo apunta a que crecerá en el entorno del 2,0% en 2017), es más fácil de predecir. Es obvio que las condiciones excepcionales de debilidad económica y de riesgo de deflación han quedado atrás (mucho antes en EEUU que en el área euro) por lo que se deben ir retirando los estímulos aplicados, en especial los vinculados con la vertiente no convencional de la política monetaria.

El hecho de que la inflación esté por debajo de los objetivos de los bancos centrales permite una normalización de la política monetaria muy gradual. No obstante, al igual que decimos que las reformas estructurales y la reducción del déficit público deben realizarse en épocas de expansión, los bancos centrales deben aprovechar este contexto de crecimiento, ausencia de inflación y estabilidad de los mercados financieros (la volatilidad sigue en mínimos históricos) para avanzar en el diseño y explicación de las estrategias de salida. Un “experimento monetario” como el desarrollado a lo largo de casi una década exige un esfuerzo extra de anticipación, de comunicación y de pedagogía.

El hecho de que la inflación esté por debajo de los objetivos de los bancos centrales permite una normalización de la política monetaria muy gradual

La Reserva Federal de EEUU vuelve a ser pionera y ha transmitido ya el ritmo al que comenzará la reducción del tamaño de su balance. Ahora falta que comunique cuándo van a dejar de reinvertir parte de los vencimientos. En el caso del BCE el proceso está mucho menos avanzado. Aquí todavía se adquieren al mes 60.000 millones de euros de títulos de renta fija a través del programa APP. Además, contamos con otra “distorsión” que podría ser retirada previamente: el tipo negativo (-0,40%) de la facilidad marginal de depósito. Este “momento dulce” es un buen entorno para ir avanzando, de forma paulatina, hacia la normalización

David Cano y Nereida González son profesores de Afi, Escuela de Finanzas.

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