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El BCE mantiene los estímulos a la economía pese al crecimiento

El BCE espera mantener los tipos de interés actuales “durante un periodo largo de tiempo”

Europa crece, ha creado seis millones de empleos en tres años y se han disipado buena parte de los riesgos políticos. Pero la recuperación sigue sin llegar a los salarios y los precios para desesperación del banco central, que de momento mantiene intactos los estímulos monetarios. El jefe del BCE, Mario Draghi, anunció este jueves que la autoridad monetaria debatirá en otoño la retirada gradual de las compras de activos. Draghi dejó en el aire la fecha exacta y subrayó que no hará nada que lamine la reactivación. Pero el mercado reaccionó con una subida fulminante del euro: precisamente lo que quería evitar el Eurobanco.

Mario Draghi, presidente del BCE, este jueves en Fráncfort.
Mario Draghi, presidente del BCE, este jueves en Fráncfort.RALPH ORLOWSKI (REUTERS)
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El Eurobanco se ha metido en un laberinto que fue imprescindible crear en plena crisis, pero del que parece difícil salir con todas las plumas. En plena Gran Recesión, Draghi puso en marcha las compras de activos y rebajó los tipos de interés hasta la zona cero, incluso hasta terreno negativo: lo nunca visto en Europa. La recuperación ha llegado como consecuencia de ese activismo, pero la inflación sigue sin aparecer. Y eso obliga a Draghi a todo tipo de contorsiones; a una ducha escocesa, ahora agua fría, ahora caliente. El italiano reiteró este jueves que las cifras mejoran, pero declaró que la inflación sigue lejos del objetivo: “El trabajo aún no ha acabado”. Lanzó un mensaje claramente expansivo. Y retrasó a otoño las decisiones importantes, con una intervención verbal de primera magnitud para evitar que los mercados se pongan nerviosos.

El BCE mantiene el pie en el pedal del acelerador monetario a pesar de la reactivación. Pero Draghi ha perdido magia: los inversores son conscientes de que la economía europea mejora y saben que el BCE tendrá que frenar tarde o temprano, a pesar de la artillería verbal de su presidente. Los mercados están convencidos de que Draghi anunciará la retirada —gradual— de estímulos en septiembre. A más tardar, en octubre. El euro, en consecuencia, subió hasta los 1,16 dólares por unidad, en máximos desde mayo del año pasado: malas noticias para los exportadores. Y para el BCE, que quiere evitar cualquier reacción que empeore las cosas.

“Lo último que el consejo de Gobierno quiere es un endurecimiento de las condiciones financieras que ralentice el proceso de convergencia de la inflación hacia su objetivo o incluso acabe con él”, apuntó Draghi. “Por eso estamos listos para activar nuevas medidas extraordinarias si las condiciones empeoran”, añadió. Apuntó que el BCE debe ser “paciente”, “persistente” y “prudente”, a la vista de lo que le costó a la Reserva Federal salir de las compras de activos sin provocar sacudidas. Pero fue como predicar en el desierto: los mercados se quedaron con la idea de que el anuncio de retirada de estímulos llegará en otoño. Y todo el mundo quiere evitar sustos para entonces.

Buenas o malas noticias

La paradoja, en Europa, es que las buenas noticias se pueden convertir en malas en un abrir y cerrar de ojos. El PIB avanza, el desempleo cae, los índices de confianza mejoran, los populistas no han llegado al poder. “El banco central va a acompañar la recuperación ajustando sus políticas”, dice Draghi desde el aquelarre de Sintra, en el que empezó a mostrar unas garras que ahora esconde. Pero los mercados se han hinchado con los 60.000 millones de euros mensuales de Fráncfort desde marzo de 2015. Bajar esa cifra a 40.000, como especulan los analistas, provocará un revuelo considerable: algo parecido a pinchar una burbuja.

Draghi dio este jueves la sensación de que hubiera preferido no aparecer por la sala de prensa de Fráncfort, convertido en un trasunto de Bartleby y aquel “preferiría no hacerlo”. Intuía que a pesar de sus respuestas, los inversores ya han decidido: con la política monetaria en el limbo, vienen curvas en los mercados.

El BCE, en contra de elevar el objetivo de inflación

Mario Draghi fue vicepresidente de Goldman Sachs antes de banquero central. Pero su BCE es últimamente una de las instituciones con mayor sensibilidad social de Europa: el presidente del Eurobanco lleva meses reclamando subidas salariales, le pide a Alemania que gaste más y este jueves reconoció que la recuperación va por barrios. “La reactivación es más sólida y Europa crea empleo, pero es verdad que hay zonas en las que la situación es peor y el desempleo muy elevado”, afirmó. A la vista de que la inflación no termina de coger vuelo, en círculos académicos se especula con la idea de elevar el objetivo dl 2% al 4%. Draghi rechazó de plano esa idea. “Nuestro mandato es el 2% de inflación y eso sigue siendo lo ideal para la eurozona”, dijo. “Un cambio de objetivo sería un desastre en términos de credibilidad y el mero debate al respecto podría provocar una reacción negativa”, zanjó.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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