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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sostenibilidad en un mercado de cristal

De las 6.000 compañías cotizadas que hay en Europa, solo 97 fueron objetivo del activismo inversor en 2016

Rafael Ricoy

"El ojo del amo engorda al caballo”, dice nuestro refranero. “Al menos cuando lo mira”, deberíamos precisar. Nunca dejará de sorprendernos una extraña paradoja; el bajo nivel de involucración de tantos inversores en la gobernanza de las empresas en las que participan. Las Bolsas del mundo tienen una valoración conjunta cercana a los 70 billones de dólares. Esto equivale a la suma del producto interior bruto de las 50 mayores economías del mundo combinadas. Y, sin embargo, la participación de los inversores en las decisiones empresariales es —salvando excepciones— aparentemente testimonial.

Echemos un vistazo a nuestro entorno cercano. En Europa, el universo total de empresas cotizadas supera las 6.000 compañías. De ellas, solo 97 fueron objeto de campañas de activismo accionarial en 2016, según el Activist Investing Annual Review. ¿Acaso los inversores se han vuelto perezosos? ¿Cómo hay tanto purasangre sin cuidador? Algo parece faltar en esa compleja cadena de intermediación y custodia, que hoy por hoy conocemos como mercado de capitales. Afortunadamente, una nueva flecha en materia de transparencia va a tratar de dar respuesta a este reto.

La reciente publicación de la nueva Directiva de Derechos de los accionistas es, sin duda, una gran noticia. Los estados miembros tendrán que trasponer en sus normativas nacionales una serie de provisiones que ayudarán a tener un mercado más transparente, participativo y mejor gobernado. El objetivo último es tener un mercado de cristal, en el que podamos observar a través de cada capa de la cadena de custodia financiera la inmensa confluencia —y potencial conflicto— de intereses en juego, desde el emisor hasta el propietario último de los activos.

La directiva reconoce tanto derechos como obligaciones para los principales agentes del mercado financiero. Para las empresas, la directiva fortalece los requisitos en el ámbito de la transparencia y el gobierno corporativo. Por ejemplo, las compañías tendrán la obligación de hacer pública su política de remuneraciones y, además, deberán someter a votación de manera periódica la retribución de sus administradores y ejecutivos clave.

La transparencia y la buena gobernanza son ahora atributos básicos para elegir activos, y eso es una buena noticia

A cambio, la directiva reconoce algo que, de existir una Declaración Universal de los Derechos de la Persona Jurídica, seguro sería un derecho fundamental. El derecho a conocer la identidad última de los propietarios de sus activos. Los inversores, por su parte, tanto los gestores de fondos, como sus clientes institucionales, también tendrán nuevos requisitos de transparencia. Así, deberán adoptar y hacer pública una política de involucración con sus compañías participadas (shareholder engagement). Junto con esta política, los inversores deberán aportar información sobre cómo toman en consideración los aspectos sociales, ambientales y de gobierno corporativo, así como la visión del largo plazo en su toma de decisiones de inversión.

Por último, se incrementará la transparencia de determinados agentes, que juegan un rol fundamental en el diálogo entre empresa e inversor, como son los proxy advisors. Los gestores de activos e inversores institucionales deben informar acerca de si usan o no los servicios de asesores, tanto a la hora de orientar su voto en las juntas de accionistas, como de cara a su involucración con las compañías. Los proxy advisors, por su parte, deberán divulgar información acerca de sus metodologías de valoración y la existencia de conflictos de intereses en sus servicios de asesoramiento entre inversores y empresas.

Este nuevo impulso normativo viene a consolidar y potenciar una tendencia secular. La integración de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en las estrategias de inversión. En el centro de la generación de valor, aspectos como la transparencia, la gobernanza y la sostenibilidad emergen como atributos básicos de elegibilidad de los activos. Esto es una gran noticia para todos. Ahora, miremos a través del cristal. Cuidemos a nuestro purasangre, tenemos 70 billones de razones para hacerlo.

Jaime Silos es director de Desarrollo Corporativo de Forética y Coordinador del Clúster de Transparencia, Buen Gobierno e Integridad liderado por Forética.

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