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Ford Motor importará en EE UU el Focus desde China en lugar de México

El fabricante estadounidense decide trasladar la producción completa del utilitario para ahorrar, pero no espera ningún impacto de empleo en el país latinoamericano

Vehículos de Ford Motor en un concesionario en EE UU
Vehículos de Ford Motor en un concesionario en EE UUChris O'Meara (AP)

Ford abandona la producción del Focus —su modelo compacto— en Norteamérica y la traslada a China, a expensas de México. Es la consecuencia de la decisión de la compañía estadounidense de renunciar a la construcción de la nueva planta en San Luis Potosí (centro de México) en enero, pocos antes de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y cuando el país latinoamericano era el centro de la diana de los ataques del magnate republicano. Los coches ensamblados en el gigante asiático —cuya mano de obra ya es, en muchas industrias, más cara que su par mexicana— llegarán al mercado estadounidense a partir de la segunda mitad de 2019.

El fabricante de Detroit atraviesa por un momento complicado desde el punto de vista operativo. La compañía busca ahorros de 1.000 millones de dólares para poder concentrar ese efectivo en el desarrollo de nuevas tecnologías, como la conducción autónoma. En paralelo, Ford está concentrando la producción de los vehículos de gran cilindrada, en los que cuenta con mayor margen de beneficios, en Estados Unidos y la de utilitarios los traslada a países en las que los costes laborales son más bajos.

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La filial mexicana de Ford ha subrayado este martes, poco después de que se hiciese pública su decisión de trasladar la producción del Focus a China, que no se producirá un impacto de empleo en el país latinoamericano. "Llevamos en México desde hace 92 años y nuestras operaciones en el país siguen siendo una gran parte de nuestra huella productiva en América del Norte", ha remarcado un portavoz de la empresa en declaraciones a Reuters. 

Ford ha sido, por mucho, la firma automovilística que más ha sobrerreaccionado a las amenazas proteccionistas de Trump sobre México.

Con esta lógica se entiende la decisión de Ford, que va a poner a prueba la paciencia de Trump y del consumidor en EE UU. El traslado a China se producirá cuando concluya la producción del Focus actual en Wayne (Michigan, norte). El plan inicial era que esa línea se deslocalizara a México, un país con el que Washington tiene firmado un acuerdo comercial —el famoso TLC— desde 1994 y en el que muchas firmas han llevado parte de sus operaciones para esquivar los altos costes a los que tiene que hacer frente en EE UU. Pero el pasado mes de enero, en un mar de dudas sobre la viabilidad del TLC después de que Trump lo convirtiese en objetivo prioritario de sus ataques verbales, la compañía decidió abortar el plan de inversión de 1.600 millones de dólares para aumentar su capacidad en México.

Ford acaba, además, de despedir a Mark Fields como consejero delegado. Lo sustituyó por Jim Hackett, que está en proceso ahora de revisar toda la estructura de negocio. Aunque es su primera decisión como máximo ejecutivo, la discusión interna comenzó hace dos meses. El Focus se produce también en Hermosillo (Sonora, noroeste), planta que concentrará toda la operación de producción de Ford en México: la del Fusion y la del Lincoln MKZ. La firma automotriz subraya, además, que seguirá ampliando su planta de transmisiones de Guanajuato y que empezará a producir motores en Chihuahua a partir de noviembre de este año. Sin embargo, este incremento de la producción en México está a años luz en términos de empleo de lo que habría supuesto la fábrica de San Luis Potosí, que prometía la creación de 2.800 empleos. Eso ya es historia. 

El presidente de operaciones globales del grupo automotriz, Joe Hinrichs, considera que hay “apetito” por parte de los consumidores para consumir “productos de calidad” fabricados en China. Pone como ejemplo el iPhone de Apple. General Motors también importa los todoterrenos de Buick. También señala que la demanda por los utilitarios pequeños cae, por eso opina que no tienen sentido tener dos fábricas suministrando el mercado estadounidense, el más importante del mundo.

Más allá de las tendencias de mercado, la deslocalización de empleos es una cuestión políticamente muy sensible. Ford trata de compensar el golpe diciendo que va a invertir 900 millones en la fábrica que tiene en Kentucky (este de EE UU) para el todocamino Expedition y el Navigator de Lincoln. En febrero indicó que la planta de producción del Focus en Michigan se utilizará para el todoterreno de tamaño medio Ranger. Por eso asegura que ningún empleo se verá afectado en territorio estadounidense.

A diferencia de lo que ocurría hace dos décadas, cuando se firmó el TLC, la mano de obra mexicana es hoy más barata que la china. Pero Ford argumenta que es más práctico que el nuevo modelo se concentre en la fábrica en Chongqing (centro de China).

EE UU tiene previsto iniciar a mediados de agosto las negociaciones para revisar el tratado comercial con México y Canadá, que las autoridades mexicanas esperan que puedan concluir satisfactoriamente antes de que termine el año. La Administración Trump está tratando en paralelo de estrechar los lazos comerciales con China —otrora otro de los objetivos predilectos de sus ataques—, por lo que la maniobra estratégica de Ford en principio no debería causarle tanto rechazo. Los inversores aplauden la decisión porque estos ahorros le permiten destinar el efectivo a nuevas líneas de negocio, como el coche eléctrico y la conducción autónoma.

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