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Tres españoles en la élite de la innovación educativa

Más de 150 jóvenes de diferentes países son elegidos por WISE, de la Fundación Qatar, para transformar el modelo educativo mundial

Los participantes en el programa de WISE Máximo Plo, Violeta Lanza y Oriol Pueyo.Vídeo: Carlos Rosillo

A los australianos Stuart y Cedar Anderson -padre e hijo- les llevó diez años inventar un sistema para obtener miel directamente de los panales con solo abrir un grifo. Una vez patentado el mecanismo, solo les llevó quince minutos recaudar 250.000 dólares en la página de crowfunding Indiegogo para fabricar nuevas máquinas. Dos años después, la iniciativa ya suma más de 13 millones de dólares y se ha convertido en una de las campañas de mayor éxito de la plataforma. El objetivo de los Anderson era crear un sistema de recolecta que no implicara la muerte por aplastamiento de las abejas y, al mismo tiempo, mecanizar la recogida para facilitar la vida a los apilcultores. ¿Cómo consiguieron llamar la atención de tanta gente con un aparato que no es de consumo masivo?

Treinta jóvenes de diferentes partes del mundo miran asombrados el vídeo de YouTube con el que los Anderson han cautivado a millones de personas mientras Eric Noyes, profesor de Babson College -una de las mejores escuelas de negocio de Estados Unidos- les explica las claves para conseguir que un proyecto de emprendimiento social triunfe. “Facturar millones de dólares no es incompatible con una empresa social. Es una falsa dicotomía”, explica. Están en mitad de una de las sesiones formativas del programa Learners' Voice, impulsado por WISE (la Cumbre Mundial por la Innovación en Educación, en sus siglas en inglés), creada en 2009 por la Fundación Qatar.

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Los jóvenes han sido seleccionados para participar en la transformación del modelo educativo mundial. Recibirán formación durante un año, de profesores de Babson y miembros de la red de innovación de la Universidad de Yale -los Yale Fellows- y tendrán que inventar un proyecto educativo revolucionario que presentarán en noviembre en la cumbre de WISE, que se celebra en Doha y reúne a cientos de expertos y gurús educativos y a personajes influyentes como Michelle Obama, que inauguró la cumbre hace dos años.

“Buscamos perfiles de entre 21 y 30 años que hayan emprendido y cambiado algo en su comunidad. No tienen por qué ser universitarios”, explica Dina Pasic, responsable de programas de Learners' Voice. La principal ventaja de participar es, según Pasic, la red de contactos que se genera durante un año, en el que reciben formación online y presencial en ciudades como Atenas o Madrid durante cuatro semanas al año. De esta forma, pueden compaginar con sus estudios o trabajo. “Hacen networking con jóvenes innovadores de todo el mundo y eso supone una oportunidad para sumarse a proyectos y conseguir un empleo”. Interesados en nuevas pedagogías de enseñanza o en la educación como motor de transformación social, cualquier perfil es válido para acceder al programa, totalmente gratuito para los seleccionados.

Por las cuatro ediciones han pasado tres españoles con perfiles muy distintos. La primera fue la madrileña Violeta Lanza, cuando solo tenía 19 años y estudiaba Filosofía en University College, en Londres. “Aprendí a montar un proyecto social, algo que no nos enseñan en la Universidad”, cuenta Violeta, que ahora tiene 22 años y cursa Estudios Internacionales y Derecho en la Carlos III de Madrid. El pasado diciembre lanzó, junto a otros cuatro compañeros, la plataforma Actúa por la Educación que persigue involucrar a los universitarios en un cambio de modelo: acabar con la memorización como fuente única de aprendizaje y con la endogamia existente en el profesorado. Se apoya en datos: el 68,9 % del personal docente e investigador trabajaba en la misma universidad en la que se había doctorado en el curso 2014-2015, según un informe de CyD, mientras que en Alemania y Reino Unido estaba en torno al 8%. 

En cuatro días el vídeo promocional consiguió más de 1,5 millones de reproducciones en su página de Facebook. “Tuve la suerte de estudiar en una universidad británica y eso me ha dado una visión crítica de algunas carencias del sistema español. Nos tienen que enseñar a aplicar de forma inteligente lo que memorizamos y no solo a vomitarlo. Generar argumentos propios a partir de varias teorías”. El próximo 19 de junio organizan un debate con los portavoces de los principales partidos políticos en la Subcomisión del Pacto Educativo en el Congreso de los Diputados con el nombre ¿Qué educación queremos?.

Máximo Plo, de 26 años, fue el segundo español en participar. Cree que le escogieron por su carácter activista: en bachillerato lideró la rama juvenil de una ONG educativa en Santiago de Compostela y al llegar a la Carlos III -donde estudió Derecho y Economía- cofundó la asociación Attac UC3M para concienciar a los estudiantes de las injusticias del sistema económico mundial. De su paso por el Learners' Voice cuenta que le enseñó a creer en sí mismo y a tomar decisiones arriesgadas. Acaba de dejar su trabajo como consultor en Deloitte porque no le encajaba su cultura empresarial.

"Lo mejor de WISE es que conoces gente que está haciendo cosas increíbles, gente que te da ideas y te apoya en hacer realidad tus proyectos", cuenta desde Bruselas, donde estos días asiste a unas jornadas sobre desarrollo en la Comisión Europea invitado por dos de sus compañeros del programa. Una de las opciones que barajaba era mudarse a Australia donde uno de sus mentores de la red WISE dirige una empresa cultural, pero finalmente comenzará a finales de agosto un máster en Estudios Económicos Europeos en el Colegio de Europa en Brujas becado por la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo.

En la edición de este año han seleccionado al catalán Oriol Pueyo, de 24 años, que trabaja en Unilever, una compañía con sede en Londres. "Soy disléxico y siempre me ha interesado la educación. A los 10 años pensaba que jamás acabaría la escuela". Durante la carrera inventó una tecnología que ayuda a los disléxicos a comprender mejor los textos combinando diferentes tipografías y colores. Estos días está perfeccionando junto a sus compañeros de equipo la estrategia para presentar ante decenas de inversores su proyecto educativo el próximo noviembre en Doha. Es una aplicación para asesorar a los jóvenes refugiados sobre cómo obtener estudios superiores. "Es un tema en el que nadie ha pensado y existen unas trabas administrativas brutales para convalidar los estudios de primaria y secundaria", explica en la Ciudad Financiera del Santander, el principal patrocinador del programa en España y sede de los talleres formativos.

"Ser emprendedor social no significa que te interesan los temas de pobreza, sino que has sabido identificar una carencia y plantear una solución y que, además, podrás vivir de ello", cuenta el profesor Eric Noyes de Babson, que en la última década ha registrado un aumento de los alumnos de MBA interesados en liderar ese tipo de proyectos. "Las energías renovables, la salud o el medio ambiente son sectores que están pidiendo a gritos innovación", añade.

Eso sí, hay que saber cómo vender la idea a los inversores. Pone un ejemplo. Uno de sus alumnos de Babson creó una empresa energética en India y durante la ronda de financiación su elevator pitch -presentación de menos de dos minutos- siempre comenzaba con un apagón de las luces de la sala. Tras unos segundos de silencio, se iluminaba de nuevo y el estudiante pronunciaba una frase clara y directa: "En India estos apagones suceden unas 15 veces al día. Tenemos un grave problema de suministro eléctrico". "No basta con querer salvar el mundo, hay que saber enganchar a la audiencia", insiste Eric Noyes a los que están llamados a ser líderes de la innovación educativa.

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Sobre la firma

Ana Torres Menárguez
Redactora de Juventud. Antes, pasó por las secciones de Educación y Tecnología y fue la responsable del espacio web Formación, sobre el ámbito universitario. Es ganadora del Premio de Periodismo Digital del Injuve (dependiente del Ministerio de Derechos Sociales). Fue redactora de la Agencia EFE y del periódico regional La Verdad.

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