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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué tipo de Tesoro queremos?

El ‘macronazo’ resucita los eurobonos y Bruselas ultima un plan prudente: ¿también audaz?

Xavier Vidal-Folch
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE).
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE).STEPHANIE LECOCQ (EFE)

Hace seis años empezó la discusión. Figura en el limbo de los documentos oficiales, por el miedo alemán. Y ahora, tras el macronazo, reaviva su oportunidad, contra nuevas crisis y amenazas. Hay al menos tres tipos de Tesoro (que a veces se entrecruzan y superponen): de función presupuestaria, bancaria o inversora.

El Tesoro presupuestario manejaría la deuda aprovechando el tamaño de la eurozona, emitiendo eurobonos a tipos más baratos que muchos bonos nacionales y reemplazando a la larga el efecto del bajísimo interés del BCE.

Una versión es la mutualización parcial de las deudas nacionales arrastradas (hasta un 60% del PIB), como propuso en 2010/2011 el laboratorio Bruegel (The blue bond concept), a lo que se apuntó Jean-Claude Juncker (FT, 5/12/2010). Otra es un fondo para redimir las deudas antiguas propuesto en 2011 por los Cinco sabios alemanes: las absorbería en parte, a cambio de compromisos nacionales de repagos fijos, incorporados a las Constituciones.

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Todo, en la línea de federar las deudas emprendida en EE UU por Alexander Hamilton.

El Tesoro bancario es sectorial, pero culminaría la unión bancaria de forma radical. Cortaría de cuajo las crisis financieras como Washington en otoño de 2008: inundó el sistema con 700.000 millones de dólares vehiculados por los bonos del Tesoro y financiados en el mercado. ¡Un rescate rentable!

Una versión sintética es la ofrecida —con matices interrogativos— por Martin Helwig, director emérito del Max Planck Institute, a las recientes jornadas de Ademu en el Banco de España: sería un “cortafuegos” bien financiado para el mecanismo de resolución bancaria, capaz de “emitir su propia deuda”, con métodos para “recapitalizar” y para “absorber pérdidas residuales”: acabaría con los rescates hechos “por los Gobiernos nacionales”.

El Tesoro inversor emitiría deuda de la Unión para lanzar un amplio plan de inversiones y crear empleo en la línea de un Plan Juncker ampliado. El Banco Europeo de Inversiones y su gemelo el Fondo de iguales apellidos lanzarían bonos “a gran escala” para multiplicar el crecimiento.

Esa deuda no computaría vía Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) para los Estados miembros, que no correrían el riesgo de responsabilizarse de su buen fin, garantizado por el propio éxito del BEI (triple A), como defiende uno de sus incansables promotores, Stuart Holland (Contra la hegemonía de la austeridad, Arpa, 2016; Eurobonds, an open letter to Martin Schulz, Social Europe, 18/5/2017).

Ahora se barajan más ideas, un presupuesto para la eurozona, eurobonos solo para facilitar el endeudamiento futuro, más flexibilidad del PEC, un ministro de Finanzas de la moneda única (Guntram Wolff, What could a euro-area finance minister do?, Bruegel, 17/5/2017).

Y la Comisión (también el eje París/Berlín) prepara un próximo papel donde se juega el prestigio que da la audacia y el respeto que otorga la prudencia. Prudente, recela de todo plan redistributivo mediante “transferencias permanentes” y de las emisiones de bonos “a gran escala”. Pero si no es lo bastante audaz, peligra la ventana de oportunidad de un Tesoro europeo. Y el pasado no es un buen futuro.

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