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Epson crea la papelera móvil

El declive del consumo doméstico de impresoras lleva al grupo japonés a lanzar una máquina que imprime, destruye y recicla papel dirigida a los clientes empresariales

Lluís Pellicer
PaperLab es una tecnología capaz de reciclar el papel usado de la oficina.
PaperLab es una tecnología capaz de reciclar el papel usado de la oficina.

Los smartphones, las tabletas y otros dispositivos móviles han hecho que la impresora desaparezca de las estanterías o mesas de trabajo de muchos hogares. Ese cambio ha supuesto un desafío para grandes corporaciones como la multinacional japonesa Epson, que ha optado por dar un giro en dos direcciones para poder seguir creciendo y no perder fuelle frente a sus competidoras. El primero pasa por concentrarse en el segmento de las empresas y la industria, que es cinco veces mayor que el doméstico. Para ello, su mayor apuesta es PaperLab, una impresora que destruye papel y que con ese material triturado crea nuevas hojas de uso de inmediato. El segundo pasa por diversificar su negocio hacia otras tecnologías, como los robots, los proyectores o las gafas inteligentes.

PaperLab, presentada en la última feria de Hannover, es la gran apuesta de la compañía

“Es cierto, el mercado de la gente que imprime en casa no está creciendo. Y por eso nos estamos focalizando en el de quienes imprimen grandes cantidades de papel”, explicó el presidente mundial de Epson, Minoru Usui, durante la presentación de PaperLab en la feria CeBIT de Hannover, a la que fue invitado este periódico. Ese motivo hace que la empresa esté concentrada en el cambio de tendencia que ya se está produciendo. “Tenemos una fuerte presencia en los hogares, pero vamos a ver cómo crecen las ventas en las áreas de la industria y los negocios, que tienen un gran potencial para la compañía”, sostiene Usui.

Ingresos a la baja

Los ingresos de Epson durante los tres primeros trimestres del año fiscal 2016-2017 cayeron un 8,5%, lo cual la empresa atribuye sobre todo al tipo de cambio, puesto que la multinacional señala que, si se elimina ese efecto, la empresa está en crecimiento. Según los últimos datos de la consultora IDC, las ventas de impresoras por parte de Epson crecieron un 1,1% en el último trimestre del año pasado, por encima del 0,6% del conjunto del mercado y manteniéndose en el podio de los periféricos de impresión en el ámbito global junto a HP y Canon. La gran apuesta de la compañía es PaperLab, una tecnología capaz de reciclar papel usado dentro de la oficina mediante un proceso en seco, de modo que después de triturar el papel la máquina es capaz de producir hojas nuevas de varios tamaños, grosores y tipos. Eso, según Usui, permite resolver dos de los grandes desafíos de las corporaciones: uno, la preocupación por la seguridad, y dos, la reducción del consumo de energía y papel. “Las ventajas de PaperLab son que puede destruir información confidencial y, sobre todo, su contribución con el medio ambiente”, explica Usui. La impresora, que ha empezado a usarse en Japón, llegará a Europa en el primer semestre de 2018, según anuncia el presidente de la compañía en Hannover.

Pero la propuesta de crecimiento de Epson va más allá de las impresoras. Su vicepresidente para Europa y Oriente Medio, Rob Clark, recuerda que el grupo nació en 1942 como fabricante de relojes en Suwa (Japón). Dos décadas después, inventó un dispositivo para imprimir el tiempo de los atletas en los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, y cuatro años después lanzaba al mercado su primera impresora digital de dimensiones reducidas. Para ir más allá del segmento de la impresión, hoy dirigida sobre todo a negocios de alta productividad, Epson ha creado tres divisiones más. La primera la constituye el paso más lógico: de imprimir en pantallas se pasa a hacerlo sobre superficies. “Las cosas cambian y lo hemos entendido. Y no solo nos estamos centrando en productos que impriman rápido, usando poca energía y con bajo coste. Hay que crear tecnología adaptable. Y un ejemplo son los proyectores”, explica Usui.

El grupo también genera negocio con los robots, proyectores o con las gafas inteligentes

Las otras dos áreas en las que está centrándose la empresa, que destina el 6% de su facturación en innovación, son los weareables y la robótica. En cuanto al primer negocio, la compañía ha recuperado sus orígenes de relojería para hacer dispositivos, por ejemplo, para runners, o ha creado las smartglasses Moverio. En sus resultados del tercer trimestre, la compañía admite las dificultades de esa división por el “lento crecimiento” del mercado de los relojes. Para las gafas inteligentes, en cambio, ha hallado ya nicho de mercado en la industria y el control de drones, puesto que permite manejarlos sin perderlos de vista. El último pilar de la estrategia lo constituye la robótica, dirigida sobre todo al sector industrial para manipular productos peligrosos, cargas pesadas o para realizar actuaciones de máxima precisión.

Usui explica que Europa sigue siendo uno de los mercados prioritarios de la compañía, por lo que ha puesto en marcha un plan de inversiones de más de 75 millones de euros que se destinarán a innovación. “El fin es impulsar nuestra actividad en áreas como el Internet de las cosas, la impresión de inyección de tinta, la robótica, la tecnología wearable o la realidad aumentada”, señala el consejero delegado de Epson para Francia, España y Portugal, Ernest Quingles. La estrategia en España, explica Quingles, va a ir en línea con la que se plantea el grupo: crecer en el negocio a empresas. Epson ha abierto un centro en Madrid y ha cambiado sus sedes de Lisboa y Barcelona. Los planes de la compañía para esas factorías pasan por que compitan por atraer productos. Así, según Quingles, mientras Lisboa se perfila como una ciudad atractiva para el mundo del textil, Barcelona está bien posicionada “en el ámbito de la realidad aumentada” al haberse convertido en un “polo atractivo en el ámbito de las start-ups”.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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