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Lo que ganaría América Latina con un mercado único

El BID insta a la región a liberar el 20% del mercado que aún está sujeto a aranceles para aumentar la competitividad

Pablo Linde
Asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo en Asunción (Paraguay).
Asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo en Asunción (Paraguay).
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Imaginemos una empresa de Guatemala que exporta camisas a Colombia. En principio, los aranceles están sujetos a los acuerdos comerciales entre ambos países. Pero si la tela con la que las fabrica proviene de un tercero, también dependerá de las relaciones de Colombia con este. Si, en esta situación hipotética, la compañía guatemalteca compra los botones en un cuarto país, la cosa se complica: ya habrá que revisar tres tratados para determinar qué gravámenes paga la camisa hasta llegar a su destino. Las reglas comerciales en América Latina son un entramado de acuerdos que se han ido tejiendo en el último medio siglo; aunque han conseguido que más del 80% de los intercambios estén libres de aranceles, con un poco de simplificación se podrían conseguir rápidos beneficios en muy poco margen de tiempo, según un informe que ha presentado hoy el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“América Latina y el Caribe necesitan avanzar más agresivamente hacia un área comercial regional más integrada para aumentar las exportaciones, protegerse de un entorno comercial mundial cada vez más desafiante y estimular a las empresas a volverse más productivas y unirse a cadenas de suministro mundiales”, afirma el BID en su informe Caminos para Crecer en un Nuevo Mundo Comercial.

El BID calcula que las exportaciones de bienes intermedios (como maquinaria para la cosecha agrícola, por ejemplo) entre países miembros aumentarían un 9%. En el caso de un exportador típico del Cono Sur podría llegar al 12%, y un exportador de América Central y México al Cono Sur tendría un crecimiento del 15%, según la entidad crediticia, que ha celebrado esta semana su asamblea anual en Asunción (Paraguay). Armonizando los 33 acuerdos de libre comercio preferenciales que existen entre los países y las 47 normas que rigen para establecer el contenido local de los productos se podría conseguir un mercado único que sumaría cinco billones de dólares, el 7% del PIB mundial.

El BID calcula que las exportaciones de bienes intermedios entre países miembros aumentarían un 9% con integración comercial total

Según Santiago Levy, vicepresidente de sectores y conocimiento del BID, no se trata de hacer un gran acuerdo político para una liberación comercial al estilo de la Unión Europea —no al menos inminentemente—, sino algo “más sencillo y pragmático”. “La experiencia nos dice que los tratados que requieren entes supranacionales, integran dimensiones laborales y de inversión que necesitan mucha burocracia, lo que en la práctica dificulta la implementación. Esto puede ser una aspiración, pero para avanzar no hace falta firmar más acuerdos ni hacer anuncios espectaculares; a un nivel muy técnico se puede avanzar en las reglas de origen para que los insumos de un país sean usados en un segundo para llegar a un tercero sin aranceles”, explica.

La idea es que ese 20% de transacciones que todavía está gravadas queden libres en los próximos años. “Puede que parezca [un porcentaje] pequeño, pero incluye, entre otros, a las dos economías más grandes de la región, Brasil y México, lo que sugiere que zanjar esta brecha podría generar más comercio”, apunta el informe.

Levy asegura que es un proceso que no cuesta dinero, sino “voluntad política y capital administrativo”. Podría ser el primer paso hacia una unión supranacional más ambiciosa, de forma que América Latina podría competir en el mercado internacional como la quinta economía mundial, por detrás de la UE, Estados Unidos, China y Japón. “No es lo mismo que México vaya a negociar con uno de estos países a que lo haga toda América Latina”, resalta el experto.

Lo hace en un momento en el que precisamente las barreras internacionales al comercio no se están derribando, sino más bien al contrario, con el Brexit y la incertidumbre de la era Trump en EE UU como paradigmas de este fenómeno. En este contexto, “el futuro perfila un entorno comercial global más difícil, que promete ser implacable con los tratados pequeños. O adquieren una masa económica crítica o corren el riesgo de volverse irrelevantes”, detalla el documento, que señala esta integración de mercados como la vía para amortiguar los potenciales efectos adversos de esta situación para América Latina y el Caribe.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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