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BRIGITTE ZYPRIES / Ministra de Economía alemana

“Si Trump levanta barreras, dañará sobre todo a su industria”

En los seis meses que le quedan de legislatura, Brigitte Zypries pretende impulsar la agenda digital, asunto que abordará en la cumbre del G20 del 6 y 7 de abril en Düsseldorf

Brigitte Zypries, ministra de Economía alemana, en la reunión del  Gobierno celebrada en Berlín el 22 de marzo.
Brigitte Zypries, ministra de Economía alemana, en la reunión del Gobierno celebrada en Berlín el 22 de marzo. Steffi Loos (Getty Images)

Brigitte Zypries (Kassel, 1953) está de salida en la política alemana. De ocupar la cartera de Justicia con los cancilleres Gerhard Schröder y Angela Merkel, esta veterana dirigente socialdemócrata pasó en 2013 por el mal trago de descender un escalón y conformarse con una secretaría de Estado. Hace solo dos meses, aprovechando un cambio de sillas de los principales ministros de su partido, logró una nueva promoción y se hizo cargo de Economía. En los seis meses que le quedan de legislatura, Zypries pretende impulsar la agenda digital, asunto que abordará en la cumbre del G20 del 6 y 7 de abril en Düsseldorf.

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La ministra desecha las críticas por el elevado superávit por cuenta corriente que a Alemania le llegan de organismos tan distintos y distantes como la Comisión Europea, el FMI o el Gobierno de EE UU. Pero, reunida en Berlín con cuatro diarios europeos, Zypries rechaza las preguntas sobre este tema o sobre la necesidad de elevar la inversión en la mayor economía de la UE. Prefiere ceñirse a la digitalización y al comercio. Ante amenazas como la deriva proteccionista del presidente Donald Trump o el Brexit, Zypries se muestra convencida de la fortaleza económica de su país. Sus respuestas podrían resumirse en una: los otros tienen más que perder.

Sobre el tratado comercial que Bruselas negociaba con Washington niega que esté muerto. “Pero ahora tenemos otros asuntos”, admite. Y sobre el interés chino en comprar empresas estratégicas alemanas, como la de robots Kuka, Zypries insiste en respetar el mercado libre, pero no caer en la ingenuidad. “Es una batalla con medios desiguales. Esperamos que nuestras empresas sean tratadas en China con condiciones justas”, dice. El Gobierno alemán prepara un informe sobre estas compras empresariales con dinero chino. ¿Es Pekín el nuevo defensor del librecambismo? “Esperemos que tras esas bonitas palabras lleguen los hechos”, asegura con un deje de ironía.

Pregunta. Unos 750.000 puestos de trabajo en Alemania dependen del comercio con Reino Unido. ¿Qué consecuencias teme de un Brexit duro?

Respuesta. Las negociaciones acaban de empezar. En los dos próximos años no cambiará nada: todos los derechos y obligaciones se mantienen. Y dibujar escenarios catastrofistas no ayuda a nadie. La economía británica se juega mucho. La nuestra, por el contrario, es muy robusta y está bien entrelazada internacionalmente. No me preocupo demasiado.

P. En la última reunión de ministros de Finanzas del G20, Washington logró retirar una crítica al proteccionismo. ¿Vivimos el fin de una era dorada del libre comercio?

R. Espero que no. Nosotros defendemos un comercio libre y justo. Habríamos deseado en el texto una declaración de EE UU a favor. Pero todavía quedan muchas conversaciones hasta el G20 de Hamburgo de este verano. Las barreras no ayudan a nadie.

P. Usted amenazó a EE UU con una denuncia si aprueba impuestos a la importación y aranceles. ¿Es la respuesta correcta?

R. Debemos reaccionar serenos y seguros de nosotros. No hay ningún motivo para amedrentarnos. Debemos destacar los puestos de trabajo que las empresas europeas crean en EE UU. Tan solo las alemanas han creado 700.000 empleos y forman a trabajadores. Alemania fabrica más automóviles en EE UU de los que exporta allí. También convendría recordar las reglas y obligaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), de la que EE UU es miembro fundador.

P. Ese es el mensaje que la canciller Merkel llevó hace dos semanas a Washington. Sin mucho efecto, aparentemente.

R. Los estadounidenses escuchan y parece que quieren aprender. La hija de Trump, Ivanka, va a participar en la cumbre de mujeres del G20 a finales de abril y allí observará cómo funciona la formación dual. A los americanos les interesa mucho el sistema de formación profesional alemán.

P. En una guerra comercial, ¿quién perdería más?

R. En un mundo globalizado no se deben levantar muros. Un proverbio chino dice que cuando el viento sopla, conviene construir molinos, no muros. Los americanos compran a Alemania máquinas para su industria. Estas se encarecerían si Trump fuera por ese camino. Una política proteccionista dañaría sobre todo a la industria de EE UU.

P. ¿Y si estos argumentos no convencen a Trump?

R. Entonces quedan los mecanismos de resolución de conflictos de la OMC. Si se decretan aranceles del 2,5% sobre los automóviles europeos, entonces la UE podría denunciarlo.

P. ¿Están ya en conversaciones ya con Washington?

R. Cuando haya una Administración. En parte, todavía no la hay. No han nombrado, por ejemplo, un encargado de Comercio. Y faltan por cubrir cientos de puestos intermedios. A menudo, no encontramos interlocutor. Por eso no volará a EE UU en abril nuestro secretario de Estado de Industria. Yo iré en mayo. Para entonces la situación deberá estar más clara.

P. ¿No es esta situación algo excepcional?

R. Toda esta presidencia es excepcional, ¿no cree?

P. ¿Es Trump un riesgo para la economía mundial?

R. Todavía hay mucha incertidumbre. Muchos de los anuncios del presidente se estrellan contra la Justicia o el Parlamento. Hay muchas cosas pendientes, poca planificación. No es bueno para la economía ni para las inversiones a largo plazo.

P. A muchas personas les preocupa el efecto de la digitalización en el mercado laboral. ¿Teme una destrucción masiva de empleos?

R. Es muy probable que acabe con puestos de trabajo, pero también creará otros nuevos. Creo que los pros predominarán sobre los contras, también en el mercado de trabajo. Pero para ello debemos ayudar en el cambio a través de la educación digital desde la guardería hasta la formación profesional en las fábricas.

P. ¿Qué opina sobre un impuesto a los robots que compense las pérdidas de empleo, defendido por el socialista francés Benoît Hamon?

R. No es adecuado. Puede contribuir a que las empresas renuncien a emplear nuevas tecnologías. No tiene mucho sentido entorpecer la innovación. Es mejor gravar los beneficios empresariales, independientemente de si se han generado con personas o máquinas.

P. Algunos empresarios defienden una renta básica universal que compensara las pérdidas de empleo. Suena muy social.

R. Entonces se plantearía la pregunta de quién lo pagaría. No he visto cálculos serios que respondan a esta pregunta. Lo veo con escepticismo.

El contenido de esta información ha sido elaborado en virtud de la integración del diario EL PAÍS en LENA: Leading European Newspaper Alliance

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