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Argentina revive el crédito hipotecario para reactivar su economía

Por primera vez los bancos prestarán a 30 años y a una tasa ajustada por inflación

Federico Rivas Molina
El presidente Mauricio Macri presenta el plan de créditos hipotecarios Procrear con obreros de la construcción en San Miguel, Buenos Aires.
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Tener casa propia en Argentina no es una tarea fácil. El saber popular dice que son tantos los requisitos para acceder a un crédito que quienes los cumplen seguramente no necesiten pedir dinero prestado. En cambio quienes los necesitan, aquellos que viven en la clase media y media baja, no cumplen los requisitos, es decir que no ganan lo suficiente para que el banco los considere buenos pagadores. Así fue siempre en Argentina, con altibajos, pero en los últimos años la situación se agravó. La inflación, que el año pasado alcanzó el 40%, ha puesto las cuotas de los préstamos hipotecarios por las nubes. El presidente Mauricio Macri lanzó ahora líneas de créditos a 30 años, una novedad en el país, y a una tasa de interés ajustable por inflación que permitirá cuotas de arranque similares a las de un alquiler. El Gobierno confía en que la medida ayudará a reactivar el mercado inmobiliario, un sector que llegó a mínimos durante el kirchnerismo.

El control de cambios impuesto durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) paralizó el mercado inmobiliario en un país donde todas las operaciones se calculan y se hacen en dólares. Sólo aquellos que tenían el efectivo podían comprar una vivienda o, a lo sumo, acceder a una línea de crédito con cuotas altísimas y tasas cercanas al 20% . Hoy, el financiamiento bancario para la vivienda representa apenas el 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB) argentino, lejos del 18% que alcanza el Chile o el 6,5% en Uruguay. Esto significa que poco más del 10% de las casas que se venden y se compran en Argentina se financia con dinero bancario, una media que el Gobierno ahora pretende duplicar. Para ello los bancos públicos, y pronto los privados, lanzaron ofertas ajustables por inflación y con plazos a 30 años.

La fórmula parece simple pero era impensable en Argentina, donde el índice oficial de inflación representaba apenas la mitad de la real (por el maquillaje de los datos oficiales del INDEC) y los bancos, para “cubrirse” de la pérdida de valor del dinero, cobraban cuotas muy altas que dejaban fuera de la calificación crediticia a sueldos medios y bajos. Las estadísticas de inflación se normalizaron en abril del año pasado, cuando el INDEC difundió el IPC tras una profunda reestructuración de la agencia. Falta ahora que los argentinos confíen en ellas y le pierdan el miedo a las cuotas ajustables.

Un tercio de los argentinos paga cada mes un alquiler y son ellos los grandes destinatarios de los créditos. “Las cuotas ajustables por inflación, más la extensión de plazos permitieron que estos nuevos créditos tengan el mismo valor mensual que un alquiler, e incluso menos, cuando antes lo duplicaban”, dice Martín Tetaz, analista económico de la Universidad Nacional de la Plata. Entre los empresarios inmobiliarios todo es optimismo. Vienen de años difíciles y ahora esperan un “renacimiento”, como dijo Alejandro Juan Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA). “Habrá una reactivación del mercado y hay oferta suficiente para abastecer la demanda. Hace años que no estamos acostumbrados al crédito hipotecario, a partir del año pasado se empezó a acostumbrar y con la baja de la inflación cada vez habrá más compradores que se animen”, dijo.

Detrás del plan está la necesidad del Gobierno de reactivar el mercado interno y revertir las magras cifras económicas que marcaron los primeros 15 meses de gobierno macrista. Apuntar al mercado inmobiliario y de la construcción es una estrategia común, aunque sus efectos demoran en llegar. “El impacto de la construcción es del 6% del PIB, que es muy poco, pero su efecto es importante porque alcanza a algunos sectores de mano de obra no calificada. Además mejora el clima de negocios: cuando uno ve que en el barrio se empieza a construir siente un impacto emocional positivo que mejora la sensación térmica de la economía”, explica Tetaz.

Al dinero de los créditos se sumará también el que pueda repatriarse del blanqueo fiscal que cierra este 31 de marzo. A diciembre, se habían declarado 97.842 millones de dólares, y el sector financiero estima que la cifra definitiva será de entre 115.000 y 120.000 millones de dólares, todo un récord mundial. La mayor parte de esos dólares seguirán en el extranjero, aunque tributarán en Argentina. Pero una porción ingresará al país e irá a parar a la inversión preferida de los argentinos que buscan un lugar seguro para su dinero: la vivienda. Esa es la gran esperanza del sector inmobiliario.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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