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Se buscan estrategas

Los directivos con una visión a largo plazo están entre los perfiles más demandados

Hace 2.500 años el general y filósofo chino Sun Tzu escribió: "El enemigo que actúa aisladamente, carece de estrategia y toma a la ligera a sus adversarios, inevitablemente acabará derrotado". El fragmento pertenece a El arte de la guerra, el libro de estrategia militar que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue teniendo una honda influencia y aportando valiosas enseñanzas. Y no sólo en el ámbito marcial.

Una investigación realizada por Antonio Núñez, socio de Parangon Partners, plasmada recientemente en su libro El líder ante el espejo. Claves para la alta dirección (El País Libros, 2016), revelaba que el 87% de los directivos encuestados piensa que la visión estratégica es una de las tres principales cualidades que debe tener todo buen primer ejecutivo. "Es la que permite al líder alinear a toda la organización hacia un objetivo compartido. El estratega marca la hoja de ruta", sintetiza Núñez.

Seguramente por eso, los estrategas son muy cotizados. "Incluso hay organizaciones que ya cuentan con la posición de director de estrategia corporativa en su organigrama", comenta Samuel Pimentel, presidente de Ackermann Beaumont. ¿Qué buscan las empresas en estos perfiles? "Habilidad para comprender entornos complejos, capacidad para establecer una visión que permita diferenciarse, anticiparse e iniciar cambios, y agilidad para adaptarse y responder a tiempo a los desafíos que se vayan presentando", destaca este cazatalentos.

Olga Rivera, catedrática de Organización y Política de Empresa de Deusto Business School, cree que uno los rasgos de estos profesionales es que "proyectan el presente de una forma positiva en el futuro". Es decir, son un poco visionarios. Tienen lo que Carlos Herreros, especialista en neurociencia aplicada a las organizaciones y autor de Conversación estratégica. Escenarios (Dintel, 2012), llama "intuición estratégica". "La estrategia es el resultado de conocer bien la historia, las tecnologías presentes y las que pueden aparecer en el futuro inmediato, y de saber utilizar esa tecnología de forma diferente a la habitual". Se trata, en suma, de tener "la capacidad para pensar más allá de los criterios comúnmente aceptados", resume.

El mundo del diseño está incorporando nuevos elementos al pensamiento estratégico. "Porque visión y estrategia van de la mano", dice Carmen Bustos, directora general de la consultora Soulsight. "Muchas veces la estrategia se apoya únicamente en indicadores económicos y desde ahí es difícil construir algo diferente, útil y relevante para las personas. El pensamiento estratégico va más allá de lo obvio y permite ver los problemas desde otro ángulo", explica. Y siempre desde la flexibilidad. Porque "un plan estratégico no puede ser un Power Point de doscientas diapositivas planteado a tres años. Tiene que ser líquido, ágil y con capacidad de mutar", añade.

El buen estratega debe conjugar la mirada de largo recorrido con las exigencias del día a día. Algo que en la práctica resulta muy complejo. Según Antonio Núñez, se necesitan líderes equilibrados que puedan capear esa presión. "Hay que saber salir de lo urgente y poner el foco en lo importante. Y tener la fortaleza para convencer a accionistas, empleados y demás stakeholders de que la sostenibilidad de la empresa es vital", resalta. No siempre lo lograrán. Pero para Olga Rivera, sacrificar esa visión de futuro por el apremio de lo inmediato es un suicidio. "Sería como renunciar a educar a nuestros hijos porque llegamos justos para darles de comer. Tendría graves consecuencias para su futuro y nos lo reclamarían después".

Dificultades

No será la única dificultad a la que tengan que enfrentarse. "Diseñar una estrategia no es suficiente; después hay que implementarla", recuerda Núñez. Ese "hacer que suceda", será para este especialista uno de los rasgos que distinguen a los verdaderos estrategas de los charlatanes que sólo venden humo. "El estratega es consistente y sabe conjugar los resultados con poner a las personas en el centro de la organización", explica.

Elon Musk, Jeff Bezos, Kike Sarasola... Sin duda, es importante que el primer ejecutivo de la compañía posea visión estratégica, pero no deben monopolizarla. Rivera alerta de los peligros de ciertas organizaciones demasiado burocráticas en las que "la estrategia sólo se hace en la cúspide y se corta deliberadamente en la base". En su lugar, aboga por un modelo de organización "adaptativa, proactiva y basada en el aprendizaje en la que en todos los niveles son necesarios estrategas que amplifiquen la estrategia de la empresa y la vayan adaptando al terreno".

Pero ni las mentes más privilegiadas son perfectas. Resistencia a la frustración, capacidad para priorizar, equilibrio entre eficiencia y efectividad, asertividad, resiliencia y humildad son, según la profesora Rivera, claros puntos de mejora en estos perfiles. Ilustres visionarios como Steve Jobs o Bill Gates tenían también cierta fama de 'tiranos'. Lo que no disuadió a la gente de seguirlos ciegamente. Porque, apunta Carlos Herreros, la estrategia, desde un punto de vista evolutivo, busca la supervivencia de la empresa. "Y estos líderes, con su visión, proporcionaban seguridad. Posiblemente, el bien más preciado en un mundo inseguro".

Del tablero al plan de negocio

Si hay un deporte en el que la estrategia juega un papel superlativo es el ajedrez. El ocho veces campeón de España y gran maestro internacional, Miguel Illescas, publicó en 2013 Jaque Mate. Estrategias ganadoras del ajedrez para aplicar a tu negocio, editado por Alienta. "La estrategia es la esencia del ajedrez. El jaque mate es un objetivo a largo plazo, pero para llegar hasta él antes hace falta establecer unas metas intermedias, basadas en objetivos alcanzables, acordes con la posición que se ocupa y con un sentido. Igual que en la empresa, habrá que trazar un plan y llevarlo a cabo", expone.

Para Illescas, que en la actualidad dirige el portal ajedrezyempresa.com y la escuela EDAMI, cada jugada es una toma de decisiones en la que intervienen valores tangibles (las piezas) e intangibles (iniciativa, seguridad del rey, posiciones fuertes o débiles...). Y, por supuesto, el rival. "El plan perfecto no existe; hay que reevaluar, adaptarse continuamente", señala. Como el gran directivo, el gran ajedrecista deberá ser paciente. Pero, sobre todo, subraya, su principal cualidad será "aprender a tomar buenas decisiones en escenarios negativos; saber actuar cuando las cosas van mal".

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