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La industria del automóvil argentina espera ansiosa la recuperación brasileña

El año 2016 fue pésimo pero en 2017 se dispara la venta de autos. Aguardan que el gigante vecino remonte

El presidente Macri junto a operarios de Fiat en una visita de 2016.
El presidente Macri junto a operarios de Fiat en una visita de 2016.Presidencia

La industria del automóvil, central para Argentina y Brasil, vivió el martes muy pendiente de la reunión entre los presidentes Mauricio Macri y Michel Temer. Algunas de las firmas más importantes continúan a la espera de las inversiones que no acaban de llegar. Las exportaciones a Brasil se desplomaron, pero la industria argentina se recupera poco a poco gracias a los buenos datos del mercado interno. En enero subió la venta de automóviles un 60% en el país austral. Ahora falta que la esperada recuperación de Brasil haga el resto para evitar miles de despidos. De ahí la importancia del viaje de Macri a Brasilia. Los mandatarios defienden un Mercosur que apueste por el libre comercio, pero en Argentina preocupa que con ello se deje sin efecto la ley de autopartes, sancionada en julio de 2016 y que busca proteger la industria nacional. “En Fiat la situación es preocupante”, dicen desde el sindicato de trabajadores. Otras, como Renault, Ford o Volkswagen, están mucho mejor.

“Hay dos realidades. La que está muy golpeada es la actividad industrial del sector porque más del 60% está dirigida al principal socio, que es Brasil, y el mercado está muy retraído. Pero el nivel de ventas a nivel doméstico está bien, al punto que la producción aumentó con respecto al muy bajo nivel del año pasado”, reconoció a EL PAÍS un vocero de la firma Fiat. Este miércoles, la firma recibe nuevamente a los trabajadores de la planta industrial que tiene en la ciudad de Córdoba (a 700 kilómetros de Buenos Aires) luego de las vacaciones otorgadas por el directorio. Pero lo harán bajo un régimen similar al que dejaron al irse a casa en 2016, con suspensiones de dos o tres días por semana.

Lo de Brasil afecta la actividad de la planta en Córdoba y por eso adoptamos un sistema de suspensiones, aunque también encaramos un plan de inversiones", dijo la fuente de la empresa. "Hay importantes problemas de competitividad; la estructura impositiva es muy pesada y la mayoría de las partes y piezas vienen de Brasil y eso implica un sobrecosto sobre el valor del auto que después vas a exportar”, explicó. “Fiat arranca mal, tal como terminó el año pasado, trabajando dos o tres días por semana”, coincidió Leonardo Almada, del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata). El gremialista indicó que la puesta en marcha de las inversiones son para 2018 y que cerca de 1.700 trabajadores están a la expectativa. “Los compañeros van pero trabajan a media máquina y el tema es no saber qué vamos a hacer la semana que viene. Eso es lo que piensa el tipo que está en la casa, mientras sufre una reducción de su salario que alcanza el 25%”, argumentó el sindicalista. Desde la empresa intentan llevar calma: “Esperamos estar produciendo a régimen en el último trimestre del año”.

La situación de Fiat no se repite en las otras grandes automotrices que operan en Argentina, beneficiadas por la puesta en marcha de las tareas que devienen de las inversiones extranjeras que ya llegaron al país. Desde Renault afirmaron que encaran proyectos por 800 millones de dólares, sobre todo para la fabricación de nuevas todoterreno; desde Ford continúan con dos turnos de producción y reconocieron que lograron “compensar la menor demanda de Brasil con el mercado interno y algunos otros destinos de exportación”; Volkswagen, por su parte, ha vuelto a las tareas esta semana luego del cierre para acondicionar la planta y otorgar vacaciones a sus empleados.

Pero todo depende en último extremo de Brasil. La Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) lo señala con cifras: la incidencia de Brasil en el comercio exterior argentino en 2016 fue del 20%, por debajo del promedio de los últimos 24 años (23,6%). La relación comercial entre ambos países es el motor del Mercosur; tal es así que durante los 17 años siguientes a la creación del mercado común, la incidencia brasileña promedió un 24,2%. A partir de 2011, ese flujo comenzó a deteriorarse y en 2016, la balanza comercial bilateral cerró con un déficit de 4.640 millones de dólares, (1.640 millones respecto al año anterior), de los cuales 3.060 millones (el 66%) correspondió al comercio automotriz.

El asunto de las autopartes (piezas de los automóviles) está al tope de la agenda comercial brasileña. Así lo dio a entender el subsecretario para América Latina de la cancillería brasileña, Paulo Estivallet de Mesquita, quien dijo que el control a la venta de autopartes “es objeto de discusiones en el nivel ministerial. Nos causa gran preocupación que aspectos de este régimen no nos parecen compatibles ni con normas de la OMC ni con normas bilaterales, este tema sí tiene gran prioridad”. Se refería a la ley argentina de autopartes, de julio de 2016, que establece ayudas para aquellas empresas que inviertan en la compra de productos locales. “La ley de autopartes beneficia a la industria nacional en su conjunto, pero es contradictoria con la apertura al mundo, tan mentada por el gobierno nacional”, opinó Almada. Macri y Temer tienen la última palabra para salvar una industria clave para los dos países.

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