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Muere a los 98 años Lorenzo Servitje, fundador de Grupo Bimbo

El mexicano creó un gigante de la panadería con presencia en tres continentes

Ignacio Fariza
Lorenzo Servitje, fundador de Grupo Bimbo, en 2009.
Lorenzo Servitje, fundador de Grupo Bimbo, en 2009.Cuartoscuro

La muerte esta madrugada de Lorenzo Servitje, fundador de Bimbo, a los 98 años llega en un momento clave para la internacionalización de la economía mexicana, un campo del que él conocía como pocos. Nacido en la Ciudad de México en noviembre de 1918, nieto de campesinos catalanes e hijo de un matrimonio de inmigrantes, Josefina Sendra y Juan Servitje, que abrió una pequeña y céntrica pastelería, El Molino, con otras dos familias –Bonet y Tinoco, ambas, también de origen catalán–, su vocación empresarial fue temprana. Como en la biografía de muchos otros empresarios que han hecho grande su negocio desde prácticamente cero, el joven Lorenzo empezó a trabajar en el negocio familiar a los 16 años mientras cursaba sus estudios de Contaduría Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Esa formación le permitió hacerse cargo en 1937, tras la repentina muerte de su progenitor, de la gerencia del negocio, que mantendría hasta 1945.

Ese año sería clave en su futuro como uno de los grandes empresarios mexicanos del último siglo. Fundaría Panificación Bimbo, dedicada a la fabricación del pan de caja (pan de molde, en España) y el germen del grupo multinacional que es hoy, junto con su hermano, Roberto Servitje, diez años menor; Jaime Jorba Sendra; José Trinidad Mata; Jaime Sendra Grimau y Alfonso Velasco Pérez. Para dar sus primeros pasos, la empresa, que inició sus actividades con sólo 38 colaboradores, una decena de vehículos de transporte y cuatro productos, contó con la ayuda de económica del suegro de Lorenzo Servitje, el empresario Daniel Montull, que aportó el terreno en el que se instaló inicialmente. La principal hipótesis es que el nombre elegido para la empresa resultó de la combinación de las palabras bingo –el popular juego de azar– y Bambi –la famosa película de Disney–.

De la gerencia de ese Bimbo primigenio daría el salto, casi dos décadas después a la dirección y gestión del día de la empresa, que abandonaría en 1994, cuando ya estaba plenamente internacionalizada. En ese periodo, además, compatibilizaría su labor al frente de Bimbo con diversos puestos de representación en un puñado de agrupaciones empresariales mexicanas: la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México, el Consejo Coordinador Empresarial, el Consejo Nacional de la Publicidad, la Comisión de Estudios Sociales del Consejo Coordinador Empresarial. En todas ellas dejó huella, como muestran las numerosas muestras de afecto de sus actuales dirigentes. Servitje formó parte, además, del consejo de administración de diversos bancos e instituciones: el Banco Nacional de México, el Grupo Industrial Trébol, el Banco del Atlántico y la International Finance Corporation, con sede en Washington.

Gran apasionado de la lectura y la escritura, comprador casi compulsivo de libros, su pensamiento estuvo marcado por la figura de dos intelectuales franceses: el académico Frédéric Ozanam (1813-1853) y el filósofo y premio Nobel de Literatura Henri Bergson (1859-1941). Su formación se completó, más allá de los primeros estudios en contabilidad, en dos ámbitos: el puramente mercantil, con la participación en uno de los primeros cursos de dirección de empresas que se impartieron en México, y el literario –antes de ser empresario quiso ser escritor–, que completó con estudios de letras en su alma máter, la UNAM.

Quienes le conocían y querían destacaban su humanismo y sus valores morales, que aplicó a la vertiente empresarial de su vida. En ella trató de conjugar dos variables que no siempre se llevan bien en el mundo de los negocios, menos aún a mediados del siglo pasado: la necesaria productividad para competir de igual a igual en cualquier mercado del mundo y el cuidado de los recursos humanos, siempre de forma respetuosa con la persona. No es de extrañar que en una de sus últimas comparecencias públicas, Servitje insistiese a los alumnos del Tecnológico de Monterrey en que la misión del empresario no debe ser otra que la de ser un “emprendedor con sentido humano”.

Conservador y de profundas convicciones religiosas, recibió diversos reconocimientos de instituciones eclesiásticas por su promoción de la doctrina social cristiana y apoyó a diversas organizaciones de corte católico. Quizá su episodio más polémico se produjo en 2005, cuando aportó centenares de miles de dólares –una de las mayores donaciones familiares o personales de la historia reciente de México– a uno de los precandidatos del derechista PAN, Alberto Cárdenas Jiménez, “asustado” por la potencial llegada de la izquierda de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México. “Representa el populismo y más de lo que tuvimos durante décadas”, dijo en un claro alegato para tratar de unir al empresariado en su contra. El panista Felipe Calderón acabaría imponiéndose y sus detractores en la izquierda acabarían tildando a Servitje de “cruzado de la derecha”, como recuerda el periodista Salvador Frausto Crotte en su perfil del empresario Una apuesta sobre el pan, uno de los más completos que se han escrito sobre su figura. Tras su distanciamiento del PAN, el empresario apoyaría la creación de otra formación conservadora: el Partido Humanista, desaparecido en 2015.

En su perfil, Frausto Crotte también narra otro episodio controvertido de la familia Servitje: cómo en 1997, cuando ya no ostentaba la dirección de Bimbo, el empresario canceló un contrato publicitario con Canal 40, una cadena de televisión que dedicó un programa a testimonios de exseminaristas que aseguraban haber sufrido abusos por parte del fundador de los legionarios de cristo, Marcial Maciel. "La miseria humana no debe exhibirse", afirmó Lorenzo Servitje. Canal 40, ya inmerso en problemas financieros, acabaría cerrando ante la ausencia de ingresos publicitarios.

Casado con Carmen Montull –fallecida en 2002–, con quien tuvo ocho hijos, 24 nietos y 48 bisnietos, la muerte del presidente de honor del ya septuagenario grupo Bimbo deja el imperio en manos de su hijo menor, Daniel Servitje, máximo responsable de la firma desde finales de los noventa. Sus herederos reciben una fortuna de 4.200 millones de dólares (3.900 millones de euros), lo que le convertía en uno de los diez hombres más ricos de México.

El imperio empresarial Bimbo comprende un centenar de marcas, elabora más de 10.000 productos y tiene 170 plantas en 22 países repartidos por tres continentes (América, Asia y Europa), lo que le convierte en la segunda panificadora más grande del mundo. La internacionalización de la firma, iniciada en los setenta con el inicio de operaciones en Guatemala de la mano de su hermano Roberto y pese a las reticencias iniciales de Lorenzo Servitje, marcó el paso para otras empresas mexicanas. Gran amante de su país, en el que siempre vislumbró grandes oportunidades, el fundador de Bimbo se marcha en un trance complejo para México. Con la sombra del proteccionismo en Estados Unidos al acecho, muchos creen que sus consejos y visión empresarial eran hoy más necesarios que nunca.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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