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El Popular pierde 3.485 millones en 2016 por las provisiones de los inmuebles

Ángel Ron, presidente del banco, dice que deja la entidad "con la tranquilidad del deber cumplido"

Ángel Ron (c), presidentes del Banco Popular, durante la presentación de los resultados.
Ángel Ron (c), presidentes del Banco Popular, durante la presentación de los resultados.Álvaro García
Íñigo de Barrón

El Popular registró en 2016 las mayores pérdidas de su historia: 3.485,36 millones. Destinó 5.692 millones a provisiones para cubrir la depreciación de los activos inmobiliarios y para la devolución de las cláusulas suelo. El presidente, Ángel Ron, dejará el cargo el 20 de febrero, tras 14 años al mando, periodo en el que la cotización ha caído un 90%. Ron responsabilizó ayer de la crisis del banco a la depreciación inmobiliaria, los bajos tipos, la sobrerregulación, la competencia desleal de bancos con ayudas del Estado y los ataques de la Justicia. No hubo autocrítica: "Me voy con la tranquilidad del deber cumplido".

Ángel Ron (Santiago de Compostela, 1962), con aspecto cansado y un tono amable que no perdió en las casi tres horas de rueda de prensa, era consciente de que estaba cumpliendo con un principio clásico en la banca: cuando hay un relevo de presidentes, el que se va debe presentar resultados muy malos que hagan la vida algo más fácil a su sustituto, en este caso Emilio Saracho.

Al margen de tradiciones, los números reflejan la crisis del Popular, que llegó a ser uno de los bancos más rentables del mundo. Ron presentó ayer las mayores pérdidas en los 70 años de historia del Popular. En 2012 tuvo números rojos de 2.461 millones, ahora son 1.000 más. Desde el inicio de la crisis en España, en 2009, hasta 2016, el Popular acumula beneficios de 2.120 millones y pérdidas de 5.946 millones, con un saldo negativo de 3.826 millones. Es la peor situación de un banco que no ha sido rescatado y que vale en Bolsa 3.676 millones, la mitad que Bankinter, aunque el Popular es 2,5 veces más grande.

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Ron dijo que deja la presidencia de la entidad "muy satisfecho, con la tranquilidad del deber cumplido". Preguntado por errores de pasado, no realizó autocrítica por las fuertes inversiones inmobiliarias (enormes en relación con el balance del Popular) en la última década. "No llegamos tarde a esas inversiones; el banco hizo lo que tenía que hacer", dijo.

“Con el beneficio de la retrospección es fácil ver los efectos de la exposición inmobiliaria. En el momento que se acumularon estos activos, el crecimiento de la economía se basaba en el negocio inmobiliario, nadie se quería quedar al margen, y había riesgo de desaparecer si no se estaba así”, señaló el banquero en referencia a la alta exposición al ladrillo que llevó a la entidad a las pérdidas. Comentó que revisar los hechos del pasado con la visión actual "solo lleva a la melancolía". Confesó que su verdadera guía fue seguir el legado de su antecesor, Luis Valls, que le pidió "preservar la independencia".

"Se puso en peligro la estabilidad del banco"

Respecto a las razones que le llevaron a poner su cargo a disposición del consejo, Ron explicó, que por primera vez en la historia del Popular, una parte del consejo dejó de apoyarle como presidente. "No voy a revelar secretos de las deliberaciones del consejo, pero hubo filtraciones de las discrepancias internas que pusieron en peligro la estabilidad del banco. Se estaban ofreciendo informaciones que afectaban a la entidad en los mercados. Ante esa presión, propuse una solución que pasara por mi salida y la llegada de Saracho", recordó.

Sobre si ha merecido la pena la pérdida de valor para los accionistas que ha supuesto la obcecación por seguir solo (pese a que tuvo ofertas de Sabadell, CaixaBank o BBVA), Ron respondió: "No está claro que las fusiones sean rentables para la acción".

Se reafirmó en que hizo bien en no pedir ayudas públicas en la crisis para la compra del Pastor, "pese a que hemos competido en inferioridad con el sector porque solo tres bancos no hemos recibido dinero del Estado, directa o indirectamente", en alusión a los que han comprado excajas con créditos garantizados por el Estado. Sin ninguna ayuda están Popular, Santander y Bankinter. Recordó que, además, el Popular ha aportado 2.023 millones para el rescate de las cajas. Ron desgranó las circunstancias negativas para el Popular. Lamentó la tardanza de los Gobiernos en reconocer la mala situación de las cajas en quiebra, desde 2009 a 2012, porque prolongó la caída de valor de los inmuebles por la desconfianza del mercado.

También se quejó de la falta de comprensión de los analistas que no han visto el verdadero valor del modelo de negocio de pymes del Popular, "el mejor de la banca"; criticó la excesiva regulación, como los decretos Guindos, que desvalorizaron la compra del Pastor -por el que pagaron 1.000 millones- y recordó que el Popular no dejó a los clientes sin crédito "en los peores años, cuando lo hicieron otros competidores".

Críticas a la justicia

Mencionó el impacto que ha tenido el ambiente social contrario a la banca, y cargó contra la Justicia: dijo estar preocupado por "el tono de las sentencias" que podrían "poner en peligro la seguridad jurídica y la estabilidad financiera", en línea con lo manifestado por otros banqueros. "En ningún sitio dice que la defensa del consumidor deba estar por encima de la seguridad jurídica" y auguró subidas de precio en las hipotecas y mayores comisiones. Opina que la reforma hipotecaria "es un error que pagaremos todos".

Deseó lo mejor a Saracho y admitió que no le puede traspasar el legado de mantener la independencia del Popular, aunque aseguró que el banco tiene condiciones financieras para seguir solo y sin ampliar capital. "Hemos provisionado más de 25.000 millones en esta crisis", recordó. "Muchos saneamientos actuales revertirán pronto en beneficios y se fortalecerá el capital", añadió. Admitió que el Popular "se centrará en España", por lo que podría vender sus negocios en México y Portugal. Será un banco más pequeño y venderá solo "productos sencillos y claros para sus clientes, dejando otros más complejos" que ahora tiene en cartera.

En la junta del 20 de febrero, Saracho será nombrado presidente, pero Ron no dirigirá el acto. "No tiene sentido que esté presente. Presidiré el consejo previo, pero no la junta", una decisión que puede ser polémica. La junta la presidirá un vicepresidente.

El consejo de la entidad ha aprobado el relevo del presidente Ángel Ron, al frente del banco desde 2004, que el próximo 20 de febrero será sustituido por Emilio Saracho, procedente de JPMorgan. Este cambio se acordó tras fuertes divergencias públicas entre los principales accionistas del Popular, que obligó al Banco de España a poner orden y rebajar la tensión en el consejo. El gran dilema que tendrá Saracho al llegar al cargo será el de seguir con el capital actual, preparar una ampliación para que el banco se mantenga independiente o buscar una fusión.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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