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Dónde invertir en la ‘era Trump’

Los ataques contra grandes empresas en las redes sociales del presidente estadounidense inician cuatro años de volatilidad e incertidumbre

Miguel Ángel García Vega

Llegan tiempos inciertos y volátiles, llegan días grises y cenizos; llega la era de Trump a los mercados financieros. Y lo hace con una revolución. Nunca los inversores habían enfrentado un presidente de Estados Unidos con tanta influencia en las Bolsas a través de las redes sociales. Basta un tuit a las horas del alba para zarandear la cotización de colosos como ­Boeing, General Motors o Ford. Pero el capitalismo viaja, desde hace décadas, sobre sus propios rieles. La historia enseña que las compañías y sus accionistas tratan de maximizar sus beneficios y las políticas económicas tienen un impacto sobre el tejido productivo que se prolonga durante años.

Tubos apilados en Dakota del Norte para la construcción de un oleoducto
Tubos apilados en Dakota del Norte para la construcción de un oleoductoTERRAY SYLVE (REUTERS)

Ni siquiera el comandante en jefe de la principal superpotencia del planeta puede desbaratar esta inercia. El índice Dow Jones superaba hace unas semanas, por primera vez en su historia, los 20.000 puntos. Sin duda a los mercados les sienta bien que “las propuestas del presidente sean prociclo. Esto beneficia a la renta variable y perjudica a la fija”, resume Carlos Magán, responsable de Desarrollo de Negocio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Pero disipada la euforia, algunos advierten días inciertos y volátiles para el mercado.

En este horizonte de inquietud, los inversores deshojan la margarita. Decisiones positivas, decisiones negativas. A los mercados les gustan las propuestas de Trump de rebajar el impuesto de sociedades (desde el 35% al 15%), declarar una amnistía fiscal para las empresas estadounidenses que repatrien fondos y destinar casi un billón de dólares a infraestructuras (incluyendo el infame muro en la frontera con México). “¿Pero necesita Estados Unidos un impulso fiscal si la tasa de paro se encuentra por debajo del 5% y el crecimiento anda por encima del 2% desde 2010?”, se preguntan los analistas de CaixaBank Research. Resulta probable que el presidente no haya entrado en esas honduras. Sus enemigos son otros.

La ley Dodd-Frank —la reforma financiera aprobada por Obama en 2010 que restringe los riesgos asumibles por las entidades financieras— tiene los días contados. Complace a los bancos (“quitarle el corsé a las entidades son buenas noticias”, defiende Carlos Magán) y también a las térmicas de carbón. Nada importa que Hillary Clinton hubiera promovido su cierre. Vuelve una energía muy contaminante y regresan el gas de esquisto y el petróleo. El primer paso es retomar el contestado oleoducto Keystone XL, que unirá Canadá con el golfo de México. Todo agitado en la coctelera conduce a dudosos paisajes. “Las políticas de Trump serán inflacionistas, el oro ha subido ya un 7% este año y funciona como valor refugio”, apunta Santiago Hagerman, socio de GBS Finanzas.

Porque un presidente que puede trasladar Wall Street a su Twitter es una fuente de noticias y de ruido. Sin embargo, estas ondas son también una posibilidad de inversión. ¿Cómo? “Posicionándose en aquellas compañías que sean estratégicas para la nueva Administración o bien penalizando las empresas que estén en el centro de las iras de Trump”, aconseja Javier Urones, experto del bróker XTB. Otro atajo es aprovechar las marejadas que generan sus tuits para comprar a buenos precios.

A los mercados les gusta la industria bancaria poco regulada y los impuestos bajos

Pendientes de Twitter

Debe resultar extraño imaginar a cientos de sesudos analistas mirando más concentrados el Twitter del presidente que a sus pantallas. Quizá sea una exageración, pero lo cierto es que “los mercados de renta variable han visto una rotación brutal. De las utilities (eléctricas, gas, energía) se ha pasado a sectores que se benefician de tipos de interés altos como el financiero”, sostiene Natalia Aguirre, directora de Análisis de Renta 4. Les va tan bien a los bancos estadounidenses que desde las elecciones suben entre un 30% y el 50%. Al menos en Estados Unidos, la economía y la inversión en los tiempos de Trump inician un idilio.

Matt Ward, gestor de renta variable americana de Schroders, ha trazado sus cálculos. “El PIB del país crecerá este año entre un 2,5% y el 3,5%, mientras los ingresos empresariales aumentarán del 4% al 6%”, asegura. A los mercados les gusta una industria bancaria poco regulada, menos gravámenes a las empresas y que el sistema financiero recupere ese laissez faire, laissez passer del que se emborrachó con Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Pero buena parte de esas políticas llevaron a la Gran Recesión y se sobreentiende que algo habremos aprendido. ¿O no?

Esa pregunta la responderán los días venideros, por ahora el reloj de la muñeca de Trump marca sus propios minutos. “No hemos cambiado nuestra forma de invertir. Si uno tiene el horizonte en el largo plazo se da cuenta de que gran parte de las medidas que propone solo tienen un impacto a corto”, observa David Poulet, gestor de fondos de Amiral Gestion. Otras propuestas, como las restricciones a la inmigración o el proteccionismo, provocarán daños duraderos. Tras la salida de EE UU del Tratado Transpacífico, el mundo observa el comienzo de la desglobalización. Acción y reacción.

“Si la economía se vuelve menos global, las carteras deben ser aún más globales; con más diversificación”, recomienda Roberto Ruiz-Scholtes, director de Estrategia de UBS. Porque las Bolsas, ajenas, entonan sus propios salmos. Jacques Henry y Wilhelm Sissener, economistas de la gestora Pictet WM, estiman que “los mercados de acciones pueden proporcionar este año una rentabilidad del 6,8% al 10,1%. Aunque dependerá de las regiones”. Otro experto de esa misma casa, César Pérez, habla de “situarse” a corto e ir más allá de una cartera convencional (60% renta variable y 40% renta fija). Y Ruiz-Scholtes defiende los fondos de inversión y los ETF (fondos cotizados). Todos instrumentos líquidos y diversificados. Estrategias válidas “para unos próximos meses salpicados de volatilidad. Algo inherente al comportamiento de los mercados”, apostilla Virginia Pérez, responsable de renta variable de Tressis.

Tal vez para invertir en la era de Trump haya que entender el mercado con la candidez de la mirada de un niño. Afectos y desafectos. El desinterés del presidente por las energías renovables perjudica a Acciona, Iberdrola o Gamesa. Mientras que el retorno del petróleo da aire a Tubos Reunidos, Técnicas Reu­nidas, Tubacex y Repsol. Esta contabilidad precisa que propone Ahorro Corporación se traslada a otras voces y otros ámbitos. El billón de dólares en infraestructuras es aliento para Ferrovial, ACS, FCC, ArcelorMittal, CAF, BBVA y OHL. Al tiempo que ese repliegue sobre sus fronteras comerciales sentará mal a exportadores como Inditex o CIE Automotive. Eso sí, dentro de casa, la reducción del impuesto de sociedades ayudará a ciertas cotizadas españolas con presencia directa en esas tierras, como Grifols, Acerinox, Viscofan, Ebro Foods e Iberdrola.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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