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La nacionalización de Novo Banco enfrenta a la izquierda portuguesa

El Ejecutivo luso tiene que decidir si privatiza a pérdidas la entidad heredera del Espírito Santo

Oficinas de Novo Banco, entidad heredera de los activos del Banco Espirito Santo.
Oficinas de Novo Banco, entidad heredera de los activos del Banco Espirito Santo.

Novo Banco es la penúltima patata caliente del sector bancario portugués, pero no solo. La recomendación del Banco de Portugal para que el Gobierno socialista lo venda por 750 millones ha levantado la protesta de sus socios PC y Bloco, pero también se han abierto grietas en el propio partido socialista, ahora proclive a la nacionalización. Un NB público, más Caixa Geral también pública, dejaría en manos del Estado el 40% del sector.

En agosto de 2014 el entonces Gobierno del PSD, decidió crear Novo Banco para arreglar -se creía- un mal mayor, la liquidación del Banco Espírito Santo. Inyectó 4.900 millones a través del Fondo de Resolución Bancario y le añadía los activos buenos -se creía- del Espírito Santo, primer banco privado del país. Dos años después, la oferta más alta por su compra es de 750 millones.

Los socios parlamentarios del Gobierno socialista, PC y Bloco de Esquerda, son partidarios de su nacionalización, pero también el primer ministro, Antonio Costa, ha visto grietas en su propio partido. El presidente del PS, Carlos Costa, considera la oferta “vejatoria”, y el portavoz económico, João Galamba, “ruinosa”.

Galamba, del ala más izquierdista del PS, se ha mostrado públicamente a favor de la nacionalización de NB, lo que ha ampliado el espectro del debate y, en cualquier caso, va a acelerar la decisión que acabe tomando el Ejecutivo

En Portugal ya es público el primer banco del país, Caixa Geral de Depósitos, que necesita este año una recapitalización de más de 5.000 millones, el cierre de decenas de oficinas y el despido de miles de empleados. Si se añade Novo Banco a la esfera pública, alrededor del 40% del sector quedaría estatalizado. Para Francisco Louçã, consejero de Estado y fundado del Bloco, es la única posibilidad de que el sector no quede en manos extranjeras, ya que no hay capital privado portugués que invierta en bancos y, extranjero, poco.

Después de las críticas a la españolización de la banca nacional, Banco Popular ha reducido su presencia a una mera delegación, Banco Sabadell ha salido de BCP, y éste ha quedado en manos chinas-angoleñas; Bankinter, que compró la red de oficinas a bajo precio ha comprendido en un año por qué: los beneficios son arduos. Solo CaixaBank, que tenía el 45% de BPI y no mandaba, ha tenido que huir hacia adelante para conseguir la administración del banco, pero a costa de perder el control de la joya de la corona , el Banco de Fomento de Angola.

Las ofertas extranjeras por Novo Banco son pocas y a la baja. Hoy, inferiores a las de hace un año. La idea de recuperar los 4.700 millones de dinero público inyectado en Novo Banco es ciencia ficción. Además, desde 2014 NB suma cerca de 5.000 millones de pérdidas.

La mejor oferta por NB es la del fondo norteamericano Lone Star: 750 millones más unas garantías del Estado por 2.500 millones; es decir, que, al final, al Estado le va a costar 1.750 millones vender NB.

En el mejor de los casos, el Fondo de Resolución de los bancos tendría que apechugar con la diferencia entre los 4.900 millones que puso para crear NB y los 750 que recibirá, una diferencia muy grande y que pone en riesgo al sector. Esa diferencia se pagaría en función de la cuota de mercado de cada cual; y así Caixa Geral se vería en la obligación de pagar más de mil millones, algo que no se puede permitir, o el BCP unos 600 millones, casi tanto como su valor en bolsa para, luego, además, competir con el banco que ha saneado.

Ese panorama de entre malo y peor ha abierto cicatrices en la sólida unión progubernamental. El PC, por principio ideológico, es favorable a que no haya banca privada; el Bloco quiere la nacionalización de NB, pero separado de Caixa Geral de Depósitos; el centrista PSD, cuyos votos necesitará el Partido Socialista, está a favor de la privatización pero ya le ha surgido la voz contraria de Rui Rio, que juega a ser la alternativa al líder del partido y exprimer ministro, Pedro Passos Coelho.

En este panorama, lo último que le faltaba al António Costa es que su portavoz económico también dijera no a la venta. “El banco ya es del Estado, solo que de forma transitoria. Yo solo quiero que el Estado asuma plenamente aquello que ya existe”, ha declarado Galamba. El portavoz socialista señala que los costes ya fueron asumidos por el Estado con la creación de NB, por lo cual no va a traer nuevos su nacionalización.

En su artículo La necesidad de nacionalizar Novo Banco, publicado en el diario Público, Galamba apunta: “Los 4.900 millones inyectados por el Fondo de Resolución representan cerca del doble de la capitalización bolsística de todo el sistema bancario nacional. Si esa suma fuese inmediatamente asumida por el sector financiero portugués, difícilmente sobrevivirían los bancos. Por esa razón, la inyección del Fondo de Resolución tuvo que ser hecha casi enteramente por el Estado. En la práctica, para bien o para mal, Novo Banco ya fue nacionalizado”. Para Galamba, “la venta inmediata de NB parece la peor de todas las opciones”.

Sin embargo, el Gobierno de Costa no tiene las manos libres. El pasado julio consiguió de Bruselas la prórroga de un año para vender NB o liquidarlo. El plazo caduca en agosto. Si el Gobierno portugués decide nacionalizarlo deberá pedir otra autorización a Bruselas otra vez, y como, además, NB necesita una urgente recapitalización, tendría que pedir otro permiso; demasiados para un solo problema.

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