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El pienso vence a la bellota

El cerdo ibérico de cebo criado de forma más barata acorrala al de dehesa

Cerdos ibéricos en una dehesa de Burguillos del Cerro, Badajoz.
Cerdos ibéricos en una dehesa de Burguillos del Cerro, Badajoz.Julián Rojas

El cerdo ibérico ha estado históricamente ligado a la imagen de la dehesa y la bellota, pero, ese producto dejó de ser legalmente patrimonio exclusivo de esas zonas, fundamentalmente en las provincias del suroeste de la península, de Salamanca a Huelva, desde el año 2001 cuando el ministro de Agricultura, Miguel Arias aprobaba la primera normativa para regular el sector donde se permitía producir ibéricos de cebo en explotaciones intensivas, en cualquier punto de España y del mundo, simplemente a partir de animales con un mínimo de ese tronco racial.

Desde esa fecha, los sacrificios de cerdo ibérico de cebo no han parado de crecer año tras año hasta una cifra que actualmente se eleva a una media de 1,8 millones de unidades, que llegó a superar los tres millones entre 2006 y 2008 provocando el hundimiento de los mercados y un reajuste de censos. Por su parte, el ibérico de bellota ligado a la dehesa caía en la última montanera a solo 450.000 animales.

Esta situación de una elevada oferta de ibérico de cebo a bajo precio inundando los mercados, junto a promociones de ibérico de bellota a 160 euros frente a unos costes medios de 400 euros, ha colocado a lo ibérico como un producto más de reclamo barato. Aparece en los estantes junto a leches y aceites, provocando una situación de alarma en el sector.

Además, el cerdo ibérico ya no es solo una actividad ligada a medianas y pequeñas explotaciones en esas zonas tradicionalmente productoras de bellota. Ahora está dominado por grandes grupos que operan en el segmento de cebo en macrogranjas como catalana Vall Companys e Inga Food de la multinacional Nutreco, y en menor medida otros como El Pozo y cooperativas como Cobadu, Copese, Copiso o Guissona, lo que da otra dimensión a la situación de los mercados.

Para José Gómez, director general de Joselito, una de las firmas emblemáticas en el segmento de la bellota, lo ibérico nunca debió salir de las zonas de la dehesa. Entiende que esa normativa se hizo ante la presión de grandes grupos industriales y de algunas comunidades autónomas. Pero Gómez cree que ya no hay marcha atrás por los muchos intereses que operan en ese sector. En su opinión, actualmente, antes no, sí funcionan los controles de las Administraciones sobre las dehesas a efectos de carga ganadera o de bellota. Sin embargo, reclama un mayor control por parte de las certificadoras privadas que operan en los mataderos para evitar el fraude de piezas que se venden como ibéricas de bellota y que no lo son.

Miguel Ángel Higuera, director general de la organización sectorial Anprogapor, que agrupa a muchos de los productores de cebo, considera que se trata de un producto que cumple una normativa, a unos precios bajos consecuencia de su sistema de cría y alimentación, pero que no compite con el auténtico ibérico de bellota para el que reclama una serie mayor de controles desde la dehesa a los mataderos.

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