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Exconsejeros de Caja Madrid: Las ‘black’ “eran un sueldo para gastarlo de forma adecuada”

Exconsejeros de la entidad no aclaran por qué había un control sobre sus gastos con las tarjetas si eran su retribución

Íñigo de Barrón
El exjefe de la Casa Real y usuario de las polémicas tarjetas de Caja Madrid Rafael Spottorno (i), a su llegada a la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares.
El exjefe de la Casa Real y usuario de las polémicas tarjetas de Caja Madrid Rafael Spottorno (i), a su llegada a la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares.Víctor Lerena (EFE)

Exconsejeros de Caja Madrid, propuestos por los acusados, han sostenido en la Audiencia Nacional, durante el juicio sobre el uso fraudulento de las tarjetas black, que gastaron el dinero porque era parte de su retribución. Sin embargo, los testigos, cuyos gastos no están enjuiciados porque han prescrito, añadieron que debían emplear este dinero "de forma adecuada" o "con prudencia" y que tenían que mantener un control manual de los gastos.

Hoy ha concluido la fase de la declaración de los testigos de este caso, tras la intervención de Ignacio Varela Díaz y Joaquín García Pontes, ambos propuestos por el PSOE al consejo de Caja Madrid. Emilio Navasqües, que fue consejero durante dos mandatos en representación de la Asociación de Cuadros de Caja Madrid, también declaró en la Audiencia.

Ante las condiciones que dijeron tener para gastar con la tarjeta, el fiscal Anticorrupción, Alejandro Luzón, les preguntó por qué había limitaciones si era parte de su salario. Los consejeros no han sabido explicar esta aparente contradicción. Varela, consejero entre marzo de 2005 y julio de 2006, ha dicho que preguntó en qué podía emplear la tarjeta y le dijeron era "para viajes, regalos, comidas y libros, pero no estaba limitado a estos cuatro capítulos".

Una donación a Caja Madrid

El letrado de la acusación de la CIC, Andrés Herzog, le preguntó a Varela si agotó siempre el límite de su tarjeta, cifrado en 2.500 euros mensuales. Varela respondió que no. "Entonces, ¿usted realizaba donaciones de parte de su salario a Caja Madrid, no es así?". El testigo argumentó que "me quedé por debajo algunas veces porque mis finanzas personales me permitían no agotar al máximo la tarjeta".

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Tras esta respuesta, el letrado de la acusación, en representación de la CGT, le preguntó si también le dieron indicaciones sobre cómo gastar lo que cobraba por las dietas. En este momento, Varela dijo que no. "Eso era mi retribución", afirmó e intentó aclarar que, en realidad, los límites de la tarjeta se los dijeron porque él los preguntó, no por imposición de Caja Madrid. 

Emilio Nasvasqües, hermano del consejero acusado, Ignacio Navasqües, explicó que "la tarjeta era para mis gastos y tenía un límite que nunca podía sobrepasar. Creo que me lo dio Ángel Montero, el que fuera secretario del consejo", ya fallecido. "Al día siguiente de llegar al consejo me la encontré encima de la mesa", explicó. Fue consejero de 1978 a 1982 y desde 1987 a 2001.

A preguntas de los letrados de otros consejeros, Navasqües admitió que la utilizó en cuestiones personales, "así como para gastos de la Asociación de Cuadros. Todo el mundo en la Asociación sabía que teníamos esta tarjeta para nuestras actividades".

Los testigos coincidieron en que nunca se les llamó la atención por excederse en los gastos o por utilizarla para cuestiones "anómalas". Preguntado por qué podía ser anómalo, Varela citó "la compra de un arma de fuego, que quizá se saliera de lo razonable".

A diferencia de otros encausados, Varela dijo que no recibió PIN de la tarjeta, porque "en ningún caso" se le informó de que podía extraer metálico del cajero, aunque ha reconocido que siguió haciendo uso de su black hasta tres meses después de cesar de su cargo, dado que Enrique De la Torre le autorizó para ello.

Navasquües sí dijo que la tarjeta tenía un PIN, aunque admitió que nunca lo utilizó. Además, ha agregado que en la etapa siguiente, tras el cambio de Jaime Terceiro por Miguel Blesa en la presidencia de la caja, "todo siguió igual". "No hubo ningún cambio", en las cuestiones de las tarjetas, ha añadido.

En concreto, ha precisado que con la llegada de Blesa no se produjeron despidos, sino que más bien los puestos de directores generales se mantuvieron tras la salida de Terceiro en 1996 y que la morosidad "llegó al 10% en la caja, una situación que se consideró preocupante".

No obstante, tras la salida de Terceiro, Blesa destituyó a tres altos ejecutivos del comité de dirección: el director general de Inversiones, el de Planificación y el de Auditoria Interna, Manuel Cobo, Al margen del comité, también fueron destituidos los máximos responsables de Comunicación, de Informática y de Contabilidad.

Tercerio, en su declaración ante el tribunal que preside la magistrada Ángela Murillo, hizo hincapié en que los plásticos en su etapa eran white y que se oscurecieron con la llegada de su predecesor en el cargo.

"Al final no podía ser otra cosa más que una retribución. Lo sabía todo el mundo", ha concluido Navasqües.

Por su parte, Joaquín García Pontes, consejero entre 1996 y 2003, ha precisado que él recibió su visa de manos de Vicente Espinosa, vicesecretario general en aquel momento, que le dijo que podía hacer cualquier tipo de gasto con la misma, y que, al igual que Varela, nunca se le facilitó los extractos de los gastos ni se le reclamó ninguna cantidad a posteriori.

Dos nuevas pruebas

Por otro lado, el tribunal de la Audiencia ha aceptado admitir como prueba dos documentos de 1988 y 1992, publicados por El Independiente, que hacen referencia al contrato sobre la entrega de las visas y que, en opinión de las defensas, acreditaría que estas se crearon no solo con la finalidad de cubrir gastos de representación sino que también podrían ser utilizadas "como compensación por el ejercicio de su función".

La representación procesal de los exconsejeros de Caja Madrid Jesús Pedroche y Alberto Recarte, ha justificado la "importancia" de los documentos de los que ha dicho que pueden afectar al valor probatorio de la declaración hecha en calidad de testigo por el presidente de Caja Madrid, Jaime Terceiro, que dijo que las tarjetas nacidas en 1988 solo eran para gastos de representación y no se entregaban con número PIN.

No obstante, cabe recordar que Terceiro comentó que el cómo presidente no estaba al tanto de los detalles sobre las tarjetas por lo que para su declaración se basó en las afirmaciones de Manuel Cobo, exdirector de Auditoría Interna desde octubre de 1993 a octubre de 1996, que controló las visas.

Las nuevas pruebas reclamadas son unos documentos que no se conocían hasta el momento y cuya incorporación a la causa han respaldado las defensas de los 65 exdirectivos y altos cargos de Caja Madrid y Bankia, a los que se les imputa delito continuado de apropiación indebida y administración desleal por el uso presuntamente fraudulento hecho con sus visas y cuyo gasto entre 2003 y 2012 ascendió a 12,5 millones.

Según El Independiente, la destinataria del correo con la información de la tarjeta fue Flora Quevedo, que comentó a ese diario: “Nunca saqué dinero de un cajero automático con la tarjeta”. Subrayó que “mientras estuvo en la caja, los gastos efectuados con la tarjeta solo podían estar destinados a labores de representación" y que el secretario general los fiscalizaba al detalle. "En nuestra época las tarjetas no eran black”, añadió.

El segundo documento no tiene membrete, la firma es un ilegible sin pie de firma y parece llevar un sello de registro. Herzog pidió que, antes de admitir estas pruebas, se verificara que no eran una falsificación. El tribunal dijo que se examinarían una vez tuvieran los originales en su poder.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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