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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Populismo

Antes de la crisis el comercio mundial crecía el doble que el PIB global y ahora el comercio está casi estancado

José Carlos Díez

El FMI ha sorprendido advirtiendo de que el débil crecimiento mundial fomenta el desarrollo del populismo. El principal riesgo de la economía se llama Donald Trump y el siguiente Marine Le Pen. Ambos proponen cerrar fronteras y su lema es “primero el empleo nacional”. Lo mismo que acaba de anunciar el partido conservador británico. Es curioso ya que el proceso de globalización se ha frenado. Antes de la crisis el comercio mundial crecía el doble que el PIB global y ahora el comercio está casi estancado. Los países desarrollados se endeudaban, aumentaban el consumo y las importaciones. Y los países emergentes producían y aumentaban sus exportaciones.

Era un mundo loco. Los países con menor renta ahorraban para financiar el consumo de los países más ricos. En 2007 los países emergentes registraron un superávit exterior de unos 700.000 millones de dólares y los desarrollados tenían un déficit de 300.000 millones. La diferencia son errores de medición ya que de momento el mundo no comercia con Marte. En 2016 los países emergentes tendrán un déficit exterior de unos 300.000 millones. El desplome de los precios de las materias primas provocado por el fin del modelo anterior ayuda a explicar el fenómeno. La caída de divisas y el déficit exterior ha obligado a muchas economías a frenar en seco y por eso el Fondo advierte que no vamos bien.

La clave ahora está en los países desarrollados que van a registrar en 2016 unos 300.000 millones de superávit exterior. Y especialmente en dos países: Alemania y Holanda que tendrán un superávit de 200.000 millones y 100.000 millones respectivamente y explican el 100% del superávit por cuenta corriente de todos los países desarrollados.

Ambos países incumplen el límite del 6% de superávit exterior impuesto por la Comisión Europea en sus indicadores estructurales aquellos que se aprobaron para evitar otra Gran Recesión. Si Alemania redujera su superávit exterior al 6% sería equivalente a un plan de estímulo fiscal del 1% del PIB de la Eurozona. Para reducir el superávit exterior hay que reducir la tasa de ahorro y/o subir la tasa de inversión. Merkel es una superviviente política y no acostumbra a ir en contra de la opinión mayoritaria de los alemanes. Por primera vez lo ha hecho en la crisis de los refugiados y ya tiene el populismo en casa. Desde las elecciones de 2013 la CDU de Merkel ha perdido 12 puntos de intención de voto y Alternativa, un partido xenófobo, ha subido 10 puntos.

Merkel ha bajado los impuestos a las familias pero sólo dos décimas del PIB. Siempre se ha negado a aprobar un plan de inversión europeo porque dice que los alemanes lo rechazarían. Ahora lo debería aprobar por pura necesidad política. El PIB por habitante en Alemania estuvo casi estancado y un plan de inversión aumentaría el crecimiento de la renta por habitante y reduciría el descontento. Como sentenció Adenauer “la historia son aquellas cosas que se pudieron evitar”. La cita vale para Merkel, Rajoy y para la derecha europea y estadounidense que ha perdido el norte.

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