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grandes empresas

El nuevo objetivo de las grandes empresas: copiar a las ‘start-ups’

Son un revulsivo en los negocios, por eso las compañías tradicionales las incuban, las compran o se alían con ellas

Carmen Sánchez-Silva
Presentación de proyectos en el Barlab de Mahou San Miguel.
Presentación de proyectos en el Barlab de Mahou San Miguel.

A las grandes corporaciones les ha surgido una competencia que no esperaban y que amenaza con romper su statu quo. Unas jóvenes y pequeñas empresas que, gracias a su innovación y agilidad, están revolucionando los negocios a los que se incorporan sin excepción. Los ejemplos son abundantes: Tesla en el sector del automóvil, Skype en las comunicaciones móviles, WhatsApp en la mensajería instantánea, Airbnb en los alojamientos turísticos, Uber en el transporte de pasajeros… “Son start-ups que lideran el sector o marcan la pauta de la innovación en él”, explica Alberto Díaz, socio fundador de la consultora Digital Migration Partners, “y las macrocorporaciones empiezan a preocuparse al ver que las novedades, lejos de producirse en sus cuarteles generales como antes, son protagonizadas por estas firmas”. Se sienten desplazadas y no pueden permitírselo.

Para no perder comba en la modernidad, multinacionales españolas y extranjeras están cediendo a sus encantos en un fenómeno que los expertos ya han bautizado como startuptation o startupización si se prefiere. Tras este palabro se esconde un proceso por el que las grandes empresas tratan de copiar o de aprender de los modelos operativos de las jóvenes compañías disruptivas. Y para conseguirlo optan por varios sistemas: comprarlas, incubarlas en aceleradoras corporativas o firmar asociaciones o joint-ventures con ellas. Las alternativas son muchas y dejan patente que las start-ups se están introduciendo en los departamentos de I+D de los gigantes.

Instaladas por doquier

Otra vez los casos son numerosos. Empecemos por las adquisiciones: General Motors compró Lyft (la competencia de Uber) por 500 millones de dólares y Microsoft se hizo con la red social Yammer por 1.200 millones. Pero no hace falta salir de casa para encontrar ejemplos. En España Telefónica adquirió Tuenti hace más de un lustro y, más recientemente, BBVA ha protagonizado diversas operaciones, desde el banco online Simple a las plataformas Holvi, Spring Studio, Atom y Madiva.

El emprendedor trabaja a una velocidad y con una tecnología que las grandes corporaciones quieren replicar

La entidad liderada por Francisco González es quizás el mejor ejemplo de este proceso de startuptation de las macrocompañías. De hecho, su presidente aseguraba en una reciente entrevista con este periódico que en el futuro BBVA venderá básicamente productos de terceros, los más innovadores. González prevé que dentro de cinco años “los grandes competidores del sector financiero serán las fintech y los Google de turno”. Con ellos es con los que se dará “la gran batalla del sector” porque “cuando un negocio empieza a ser atacado por un disruptor, tienes dos posiciones: una, invertir en cambiar el modelo de negocio y atacar, como hemos hecho en BBVA; y otra, atesorar cash” para defenderse, afirma.

La estrategia de BBVA al respecto camina en varias direcciones. No sólo adquiere start-ups tecnológicas, sino que en sus oficinas han empezado a trabajar de otra manera, al estilo de los modernos disruptores. “El proceso de transformación de BBVA conlleva la adopción de una nueva cultura empresarial con nuevas formas de trabajo, más ágiles y flexibles”, señala el banco, que cuenta con más de 1.000 personas en su plantilla mundial repartidas en 150 equipos scrum (grupos de una docena de personas que trabajan de forma autónoma y desarrollan productos y servicios en periodos cortos de tiempo y a base del sistema prueba-error). “El objetivo principal es acelerar la velocidad de ejecución y la calidad”, sostiene la entidad.

Equipo 'scrum' de BBVA trabajando.
Equipo 'scrum' de BBVA trabajando.Bernardo Pérez

Y es que ese es el principal hándicap de las grandes corporaciones para competir en un mundo veloz, capitaneado por start-up. “En el nuevo entorno líquido y ágil en el que nos movemos, los modelos de toma de decisiones de las grandes empresas están diseñados para aguantar el crecimiento, no para crecimientos disruptivos. Por eso necesitan cambiar, reducir los niveles de reporte, modificar los modelos financieros aversos al riesgo e imprimir velocidad a la toma de decisiones”, explica Nacho de Pinedo, consejero delegado y cofundador de ISDI (Instituto Superior para el Desarrollo de Internet).

Cambio organizativo

En esa tarea se ha embarcado, por ejemplo, la farmacéutica Almirall. “Nuestro modelo de desarrollo busca entender nuevos sistemas organizativos que existen fuera de la organización y, por otro lado, promover procesos innovadores internamente”, indica la compañía. Para ello está poniendo en marcha proyectos con los que trata de potenciar la cultura digital, reforzando las habilidades técnicas de sus empleados “con el objetivo de cambiar los modelos de trabajo y organización, orientándolos hacia (…) la velocidad, el compromiso, la autonomía, la innovación, la transparencia…”.

Las compañías pretenden promover la innovación y reformar sus organizaciones al estilo disruptivo

Mahou San Miguel y Nestlé protagonizan otras dos fórmulas de aprender de las start-ups. En el caso de la cervecera, ha lanzado Barlab, una aceleradora de emprendedores que ha arrancado con cinco proyectos, en cada uno de los cuales invertirá 35.000 euros durante seis meses. En el de la multinacional de alimentación, el proyecto se denomina Henri@Nestle, una plataforma de innovación “abierta a todas las start-ups del mundo” que tiene “como objetivo aumentar la calidad y velocidad de soluciones innovadoras”, señala Nestlé, “y sirve de catalizador para la velocidad, la transparencia y la simplificación de los trámites burocráticos”.

En ambas organizaciones ya sea la incubación de proyectos o el concurso de soluciones rompedoras, la compañía define un reto o problema a resolver y busca propuestas externas para solucionarlo. Aunque a ella le sirve para “aprender cómo trabajan las start-ups, con sus sistemas ágiles y flexibles, o la forma que tienen de cuestionarse los modelos establecidos para introducir otros, además de para usar nuevas herramientas digitales. Estos emprendedores nos ayudan en una parte de la innovación corporativa y contribuyen a que aceleremos los cambios”, admite Eloísa Ochoa de Zabalegui, responsable de Barlab y directora digital de Mahou San Miguel.

El reino de las aceleradoras

La primera aceleradora corporativa de start-ups apareció en Estados Unidos en 2005. Desde entonces, ha habido una enorme eclosión de este tipo de desarrolladoras de proyectos disruptivos, que hace que se cuenten hasta 300 aceleradoras comandadas por organizaciones empresariales en el mundo, según los datos de Digital Migration Partners.

"Las compañías identifican los proyectos que a ellas no se les ocurren y a las start-ups sí y entran como accionistas o están cerca de ellas para ver si se produce un contagio interno. Las aceleradoras son un avistadero de proyectos innovadores, por un lado, y repercuten en la organización interna de las grandes compañías, por otro", dice Nacho de Pinedo, responsable del ISDI.

La idea es, según Alberto Díaz, de Migration Partners, inspirarse en las firmas disruptivas para saber cómo trabajar (rápido, con autonomía y de forma conectada), cómo organizarse (con menor jerarquía y enfoque por proyectos) y cómo liderar (pasando del liderazgo transaccional al transformacional).

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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