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Entrevista | Nick Robins

“El cliente debe saber el valor ambiental de sus inversiones”

El codirector del estudio ‘El sistema financiero que necesitamos’ habla del futuro de las finanzas verdes

Nick Robins, en la sede de AFI en Madrid.
Nick Robins, en la sede de AFI en Madrid.Santi Burgos
Thiago Ferrer Morini

Nick Robins (Londres, 1963), es un hombre con una misión. Con sobrada experiencia en banca de inversión en la City londinense, en 2014 abandonó su puesto de director del Centro de Cambio Climático del banco HSBC para ser uno de los coordinadores de un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre "el diseño de unas finanzas globales sostenibles". El informe, titulado El sistema financiero que necesitamos, fue publicado hace un año, y desde entonces Robins se enfrenta a la tarea de popularizar entre clientes e inversores las conclusiones a las que ha llegado, tarea que le llevó a Madrid para dar una conferencia en AFI Escuela de Finanzas.

Pregunta. ¿Qué entendemos por "finanzas verdes"?

Respuesta. La definición inicial, esencialmente, es que las finanzas verdes son productos financieros innovadores que tienen en cuenta su impacto en el medio ambiente. Y como "verde" entendemos muchas cosas: en China, la preocupación fundamental es el problema nacional de la contaminación; en Europa, el cambio climático; en otros países puede ser la falta de agua y el estrés hídrico. Todo esto forma parte de un empuje más amplio dentro del sector hacia unas finanzas más sostenibles, no solo desde un punto de vista medioambiental, sino también teniendo en cuenta otros aspectos sociales como los derechos humanos, la salud y la seguridad de la población; y esto a su vez influencia la gobernanza, es decir, como se gestionan las empresas.

P. ¿Cómo se materializa eso en instrumentos financieros?

R. Todo esto se lleva desarrollando desde hace 20 años, a través de algunos bancos e instituciones pioneras. Creo que ahora ya hay un consenso de que el cambio climático, como me dijo el director de un banco de inversión, más que sistémico, es existencial. Y todos, sobre todo las firmas grandes, están respondiendo. Los bancos están reconociendo la importancia del riesgo. Además, las entidades están incorporando la variable medioambiental para decidir dónde invertir; ahora mismo particularmente en energías renovables, pero lo siguiente ya será la eficiencia energética. La banca de inversión, especialmente la institucional, es posiblemente el área más dinámica y más avanzada: hay fondos de inversión, de pensiones, pequeños y grandes, que suman alrededor de 60 billones de dólares en activos verdes. Y están comprometidos en integrar factores medioambientales y sociales en la forma en la que invierten, toman decisiones, votan y, especialmente, en la forma en la que informan a sus accionistas.

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P. ¿Algo más?

R. No deberíamos olvidarnos de los seguros, que es un negocio que lleva más de un siglo especializándose en riesgos y, en consecuencia, es el más sofisticado a la hora de comprender los impactos de los desastres naturales en su negocio. El sector ya está pensando en cómo crecer, porque en los 100 países más vulnerables al cambio climático solo un 1% de las personas en riesgo tienen el seguro que necesitan. En un sentido, es una enorme oportunidad.

P. El objetivo es que, a largo plazo, todas las finanzas sean verdes. ¿Cuándo se llegará a eso? ¿Cuál es el punto de inflexión?

R. Cuando yo trabajaba en banca de inversión, en 2005, en la entidad en la que trabajaba creamos el primer fondo que publicó la huella de carbono de sus inversiones. Y no pasó nada hasta que el año pasado, un grupo de fondos, cuyo capital superaba los 10 billones de dólares, se comprometió a hacer saber a sus depositantes el impacto en dióxido de carbono de sus inversiones. Como puede ver, muchas veces es difícil ver cuándo ocurre el cambio, pero yo creo que hemos llegado ya al punto de inflexión en materia de reconocimiento y compromiso: las empresas comprometidas con la sostenibilidad de alguna manera u otra suman más del 70% de la capitalización bursátil mundial. Ahora hay una convicción de que todo esto es inevitable, que el cambio ya está en marcha y que la demanda está ahí.

P. ¿Cuáles son los problemas?

R. Hay una diferencia entre el compromiso y la realidad. Esa, creo, será la tarea de los próximos cinco años: que para el conjunto del sector el medio ambiente sea un criterio fundamental a la hora de asignar capital. Por ejemplo, veremos más ejemplos de fondos que invierten un porcentaje fijo de sus activos en productos verdes. Y eso, a su vez, va a incentivar la innovación, porque harán falta iniciativas que satisfagan esos requisitos.

P. ¿Cómo afecta la situación en Europa, con inestabilidad y tipos casi negativos, a la puesta en marcha de las finanzas verdes?

R. Las situaciones de crisis, por un lado, nos hacen pensar muy a corto plazo, pero por otro lado nos estimulan a pensar de forma más estratégica. Para muchos inversores, sobre todo en el mercado de bonos, este tipo de activos ofrece no solo la posibilidad de construir la economía del mañana, pero también buenos rendimientos. Luego, el Banco Central Europeo está comprando cada mes activos por valor de 80.000 millones de euros. Bien podría usar parte en comprar activos verdes.

P. ¿Qué se tiene que hacer para atraer al consumidor minorista a los productos financieros verdes?

R. Cuando el consumidor va al supermercado, espera encontrar detalles acerca del origen de los productos que compra, las calorías que tiene, si está hecho con transgénicos, etcétera. Lo mismo tiene que pasar en las finanzas: el cliente se debe esperar del banco una información acerca del impacto ambiental de sus inversiones para ayudarles a tomar mejores decisiones. Y eso todavía no está del todo desarrollado, pero ya empezamos a ver algunas iniciativas en esa dirección en países como Francia.

P. ¿Cuáles son los objetivos a medio y largo plazo?

R. Hay que ver los flujos anuales de capital y ver si satisfacen las necesidades que tiene la economía para cumplir con los objetivos: más viviendas eficientes, más vehículos eléctricos, energía limpia, etcétera. La estimación es que necesitamos entre cinco y siete billones de dólares al año. Ahora mismo la inversión es sustancialmente inferior a un billón, así que queda mucho.

P. El informe afirma que los países emergentes están más avanzados, ¿quizás es porque les pilla más de cerca?

R. Lo que vemos alrededor del mundo es una mezcla de tres fuerzas: acción política, innovación de mercado, e innovación social. Quizás, lo que estamos viendo en Europa es que la sociedad y el mercado están actuando en esta dirección y las políticas públicas van algo por detrás. En China, por el contrario, es la política gubernamental. Los chinos reconocen que es un desafío para todo el país y están trabajando por lograr una "ecocivilización", que es un objetivo muy, muy ambicioso. Aunque el punto de partida para China e India hayan sido los problemas locales, el cambio climático está siendo considerado, así que están haciendo las dos cosas a la vez.

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