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La Bolsa china pelea por recuperar la confianza un año después del ‘crash’

El gigante asiático ha alejado los fantasmas de una crisis financiera tras el estallido de la burbuja bursátil el pasado verano pero los mercados siguen intervenidos

Un año después, escuecen todavía las heridas de la peor tormenta bursátil de la historia de China. A las empresas cotizadas, porque vieron cómo se evaporaron billones de euros de capitalización; a los millones de inversores, porque perdieron sus ahorros y la confianza; a las autoridades, porque decidieron intervenir los mercados con una serie de medidas sin precedentes que aún perduran; y a la comunidad internacional, porque comprobó su vulnerabilidad si China se tambalea.

Un inversor frente a los paneles de la Bolsa en Shanghái (China)
Un inversor frente a los paneles de la Bolsa en Shanghái (China)EFE

Los mercados de renta variable empezaron a desmoronarse el 12 de junio tras ocho meses de una espiral alcista que resultó insostenible. Millones de inversores chinos, animados por las autoridades y por el atractivo de ganar mucho dinero en poco tiempo, se habían lanzado a invertir en Bolsa sin apenas conocimientos sobre el funcionamiento del mercado o sus riesgos, y en muchos casos endeudándose. El Índice General de Shanghái se revalorizó un 150% en un año.

La caída fue dolorosa. En apenas un mes el índice se hundió un 43% y, junto con el parqué de Shenzhen -más volátil todavía-, se esfumaron en torno a 4,5 billones de euros de valor bursátil, el equivalente al tamaño de la economía japonesa, la tercera del mundo. El desplome se contagió a los mercados financieros globales y las autoridades decidieron rescatar las Bolsas con el objetivo de evitar que las turbulencias se propagaran a la economía real, que crece a su ritmo más lento del último cuarto de siglo.

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Pekín tomó medidas draconianas que dejaron los mercados intervenidos de facto. Se calcula que varias agencias gubernamentales, gracias a los préstamos del Banco Central, compraron acciones por valor de como mínimo 212.000 millones de euros, unos títulos que aún no se han vendido. Las salidas a Bolsa siguen restringidas, hay fuertes controles en el comercio de futuros y los grandes accionistas tampoco pueden deshacerse de sus paquetes. La desconfianza es tan grande que se teme que cualquier intento de revertir estas directrices desemboque en nuevos episodios de pánico.

El rescate de las Bolsas puso de relieve que Pekín, aunque proclama que las fuerzas del mercado deben desempeñar un papel principal en la economía, actúa sin pensárselo dos veces cuando las consecuencias no le son favorables. Y esto distorsiona las expectativas de los inversores. "El Gobierno no hizo bien en rescatar los mercados de renta variable. Su papel es asegurarse de que los inversores operan en un ambiente transparente y justo. Hay que permitir que las Ofertas Públicas de Valores (OPV), las cotizaciones y las salidas sean determinadas por el propio mercado. Uno no puede ser árbitro y jugador al mismo tiempo", asegura Oliver Rui, profesor de Finanzas de la Escuela de Negocios CEIBS.

Los controles de las autoridades trajeron algo de calma y permitieron al parqué shanghainés subir un 25% entre septiembre y diciembre. Pero en enero los inversores salieron escaldados por segunda vez debido a la introducción de un mecanismo de freno impuesto por las autoridades en un intento de reducir la volatilidad. El tiro les salió por la culata: un nuevo episodio de pánico con repercusiones a nivel mundial evaporó otro billón de euros de las Bolsas chinas y acabó de dinamitar la confianza en los reguladores. Desde entonces las Bolsas no han levantado cabeza.

"Fue un gran error que demostró que la normativa que se aplica en el extranjero no era apta para la situación de China. Hay que aprender que no se puede utilizar el mercado de renta variable como solución a todos los problemas, como por ejemplo el del alto endeudamiento corporativo. Las autoridades deben tener claro su papel y simplemente garantizar la aplicación de la ley y la divulgación de información relevante para los inversores, nada más", explica Wu Xiaoqu, director del Instituto de Finanzas y Mercado de Valores de la Universidad de Renmin.

Las predicciones de los más pesimistas -que auguraban una crisis financiera en China que habría tenido efectos desastrosos para la economía mundial- no se han cumplido, pero el desarrollo del mercado bursátil como parte de la más amplia liberalización del sistema financiero chino ha sufrido un severo revés. Durante este año el regulador, que acabó relevando a su presidente, ha incrementado su lucha contra el fraude y el uso de información privilegiada. Pero los fundamentos del mercado son artificiales y se puede tardar años en digerir el impacto de la crisis y la posterior intervención. Muchos especuladores han aprendido una dura lección; si el Gobierno también lo ha hecho no está tan claro.

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