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Cuando los ‘cuernos’ se ponen con el bolsillo

Las infidelidades financieras son bastante más habituales de lo que se piensa dentro de la pareja

ARTPUPPY
Laura Delle Femmine

¿Por qué termina una relación? En innumerables ocasiones, una traición es la culpable de la ruptura. Pero no hace falta que irrumpa otro hombre o mujer para que se desencadene esa horrible sensación de despecho y decepción que siempre acompaña el engaño. Para muchas personas, descubrir que su pareja le ha ocultado gastos o se ha callado otros aspectos relacionados con el dinero, ha sido la razón para poner un punto final al idilio o, por lo menos, replantearse las bases de la vida en común.

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Las mentiras económicas en la pareja no son episodios ocasionales ni aislados. Solo en Estados Unidos, dos de cada cinco personas han cometido alguna “infidelidad financiera” hacia su marido o mujer, según el último estudio publicado por el National Endowment for Financial Education (NEFE), fundación sin ánimo de lucro que se dedica a promover la educación financiera en el país.

“Entre los expertos no solo se habla de la infidelidad emocional y física, también de la económica”, asegura Trinidad Bernal, doctora en psicología y mediadora. “Hay ocultamiento si tenemos otra relación o sentimos algo por otra persona, así como si abrimos una cuenta bancaria a escondidas”. De acuerdo con los resultados de una encuesta publicada en 2014 por Ashley Madison, la conocida plataforma de contactos para adúlteros, más del 40% de los españoles consideraría la infidelidad financiera peor que la emocional.

¿Por qué se miente?

Bernal confiesa que los engaños en materia económica son el detonante de muchísimas separaciones. Pese a ello, el 26% de los españoles considera normal que existan “secretos financieros” dentro de la pareja, según refleja la Encuesta Internacional sobre Ahorros publicada por ING Direct del año pasado. El estudio, llevado a cabo entre 13.000 personas en 13 países europeos, apunta a que la media de la zona está incluso por encima de este porcentaje, al situarse en el 31%, solo un punto por debajo de la estadounidense (32%). En este aspecto, los campeones de infidelidad son los franceses: casi la mitad está de acuerdo con que no hay nada raro si los cónyuges se ocultan información acerca de sus finanzas personales.

Un 13% de los europeos desconoce cuánto gana exactamente su pareja

El engaño tiene diferentes facetas, desde ocultar una compra o una cuenta bancaria, hasta mentir sobre deudas e ingresos: hasta el 13% de los encuestados por ING dijo desconocer cuánto gana exactamente su pareja. Las consecuencias, sin embargo, siempre son las mismas: de acuerdo con NEFE, un tercio de los entrevistados admitió haber discutido a causa de este problema y un porcentaje similar aseguró sentirse avergonzado o asustado por haber engañado a su pareja. “La mentira casi siempre tiene un fin: evitar un castigo o un control, y cuando se descubre, se recibe el castigo o se establece el control que se quería evitar”, desglosa el psicólogo José Antonio García Higuera. “Además, se resiente la relación porque se pierde la confianza, y aparece la pregunta: ‘¿No me estarás mintiendo u ocultándome algo’?”

Entonces, ¿por qué se miente? “Tiene mucho que ver con el miedo a ser juzgados de forma negativa”, mantiene Bernal. Sobre todo cuando la pareja no coincide en sus metas económicas y objetivos de ahorro, los engaños y los secretos se multiplican. “Hasta se puede llegar a mentir sobre asuntos tan importantes como contratar una hipoteca o solicitar un préstamo, que se hace a escondidas porque se teme que el otro vaya a impedirlo”.

Según Miguel Ángel Ramos, vicepresidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales, no importa de cuánto dinero se trate. “El engaño es ya de por sí un indicador de que la pareja no tiene una base sólida”, mantiene. “Uno de los principales pilares de una relación es la confianza: si te fías de tu pareja no piensas que pueda estar con otra persona, y de la misma manera no concibes que se está gastando dinero a escondidas”.

Las mentiras tienen las patas cortas

La infidelidad financiera puede tener consecuencias de envergadura superior a una discusión o una separación consensuada, sobre todo cuando la pareja se ha dado el sí y para unirse en matrimonio y decide divorciarse. En este supuesto, habrá que ver qué régimen económico regula su enlace: en la gran mayoría de los casos será el de gananciales —sistema que por defecto se aplica en casi toda España—, y que convierte en meramente superfluo el haber escondido eventuales ganancias o deudas cuando llegue el momento de rendir cuentas.

En régimen de gananciales, el cónyuge que oculta dinero al otro le está robando

“En gananciales, el cónyuge que oculta está alzando bienes del otro. Es decir, lo que oculta se lo está robando a su pareja”, resume Jesús Rodríguez, abogado y profesor titular de derecho civil en la Universidad Rey Juan Carlos. Esto porque en gananciales se comparte todo al 50%, salvo los bienes privativos como donaciones o herencias. En separación de bienes, por otro lado, cada cónyuge tiene que hacer una aportación a la sociedad conyugal en proporción de sus ingresos, ya que sus patrimonios se mantienen separados.

Aunque el dinero esté muy bien escondido, en caso de contencioso se puede solicitar una declaración patrimonial para descubrir si el cónyuge sospechoso está ocultando bienes y dónde se encuentran. “De hecho, hay quien pacta de antemano la indemnización en caso de divorcio a través de acuerdos prematrimoniales, para evitar estas situaciones”, dice Rodríguez. 

“La infidelidad económica depende de los valores de cada uno”, dice Bernal, “y lo importante es que haya sinceridad también cuando se habla de dinero”. Hay temas que no son tan románticos, pero hay que tomarlos en cuenta, recuerda Ramos: “El romanticismo le ha hecho un flaco favor al amor: el enamoramiento es fundamental, pero luego hay que coger pico y pala y ponerse a trabajar”. Algo que no siempre resulta fácil.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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