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El pesimismo está de vuelta

El ‘Brexit’ y el frenazo en el crecimiento económico empeora las perspectivas de los empresarios

LUIS TINOCO
Thiago Ferrer Morini

2015 fue un año en el que las nubes se apelotonaron sobre una economía española que parecía encaminada hacia la recuperación definitiva. No obstante, las malas señales generaron entre el empresariado español cautela, no pesimismo. Pero en la primera mitad de 2016 la tormenta ha llegado. La salida de Reino Unido de la Unión Europea (el Brexit), la inestabilidad política y las dudas acerca de la economía global han hecho que los directivos españoles sean más pesimistas sobre la situación de la economía y sus perspectivas de futuro que hace seis meses. Uno de cada dos empresarios considera ahora que la recuperación definitiva tardará más de un año en llegar; uno de cada tres solo la espera a partir de 2018. Es el resultado del Barómetro de Empresas elaborado por Deloitte para Negocios, en el que 293 firmas (que entre todas emplean a más de un millón de personas y facturan más de un billón de euros) dan su visión acerca del estado de sus empresas, de sus sectores de negocio y de la economía en general.

El pesimismo no es exclusivo de España. En lo que llevamos de año, el Fondo Monetario Internacional ha rebajado en dos ocasiones sus perspectivas de crecimiento para la economía global: la última de ellas, este martes, cuando estimó que el PIB planetario se elevaría un 3,1% este año, una décima menos que en abril. Sin embargo, el hecho es que España ha seguido creciendo a buen ritmo en la primera mitad del año, y aunque el FMI también ha reducido sus previsiones para el país (ahora pronostica un crecimiento del 2,6% en 2016, frente al 3,2% del año pasado) esta sigue siendo de las mejores cifras entre las economías avanzadas.

Aún así, hay factores para la incertidumbre: el paro continúa muy elevado (21% en abril, el primer aumento en el primer trimestre desde 2013) y la Comisión Europea empuja por un nuevo enjugue del déficit que obligará al Gobierno español a aumentar la recaudación fiscal —como los ya anunciados cambios en el Impuesto de Sociedades— y recortar gasto público. Todo ello puede contribuir a lastrar una demanda interna que nunca ha terminado de recuperarse de la crisis.

Aunque los empresarios que consideran que la economía española ha mejorado en los últimos seis meses siguen siendo mayoría (un 54%), es una caída espectacular si comparada con las perspectivas de esos mismos directivos en diciembre, cuando tres de cada cuatro pronosticaron que la economía iba a mejorar. Hace un año, el 86% de los empresarios preveían un progreso. Por otro lado, un 12% de los directivos considera que la economía ha empeorado, la peor cifra desde el segundo semestre de 2013.

Igualmente, los empresarios han puesto freno a su optimismo en sus perspectivas para el año en curso. Aunque son mayoría, menos de la mitad de los encuestados (un 47%) considera que la economía va a mejorar hasta final de año, frente a un 43% que prevé que va a seguir como está.

Reino Unido, el principal factor

Uno de los factores fundamentales de la creciente desconfianza empresarial cayó como una bomba sobre Europa a primera hora de la mañana del viernes 24 de junio: por un 51,9% de los votos, los británicos habían decidido que su país, la segunda economía del continente y la quinta del mundo, debía salir de la Unión Europea. La respuesta de los mercados no se hizo esperar: ya con los primeros resultados electorales, la cotización de la libra esterlina se desplomó (con el euro detrás). Al día siguiente, las Bolsas de todo el planeta se hundieron. El primer ministro, David Cameron, que tras hacer del referéndum el pilar de su reelección en 2015 hizo campaña en favor de la permanencia del país en Europa, dimitió. Y aunque el referéndum no era vinculante, la Unión Europea ha dejado clara su intención de agilizar la salida británica con el fin de desincentivar plebiscitos similares (una posibilidad que aprecia un 55% de los directivos sondeados).

Como es obvio, el futuro de su tercer socio comercial preocupa a los empresarios españoles. Tres de cada cuatro directivos preguntados consideran que la salida de Reino Unido de la Unión tendrá un efecto negativo en la economía española; un 46% de ellos cree que empeorará la situación de su sector, y un 37% afirma que hará daño a su propia empresa. Más de la mitad de los sondeados cree que su empresa se verá afectada por el aumento de la complejidad y los mayores costes efecto de la ruptura. El 86% apunta que sería bueno para los negocios en España que, al final, Reino Unido se mantenga en la UE. Y, sin embargo, solo un 6% de las empresas ha hecho una valoración económica de los efectos de la potencial salida británica sobre su negocio.

Por ramas de negocio, el estudio revela que los más preocupados por los efectos del Brexit sobre su sector son los empresarios de la hostelería y el turismo: todos los encuestados consideraron que tendría efectos negativos. Y no es de extrañar: más de 15 millones de británicos visitaron España en 2015 —el principal país de origen, responsable de casi una cuarta parte del total de turistas— y se gastaron alrededor de 12.500 millones de euros. Le sigue el inmobiliario, en el que el 83% de los sondeados espera malas nuevas de la salida de Reino Unido de la Unión. Aquí también el pesimismo está justificado: el comprador británico lleva décadas siendo un pilar del negocio de segundas residencias en las costas españolas. La industria menos pesimista con el Brexit, por su lado, es la de los bienes de consumo: solo un 29% de los directivos sondeados afirmaron que tendría efectos negativos sobre su sector.

La onda expansiva del Brexit ha sido tal que parece haber dejado en un relativo segundo plano el otro gran factor de inestabilidad de la economía española. Al cierre de esta edición, España llevaba 214 días con un Ejecutivo en funciones, de lejos el mayor período sin Gobierno de la democracia moderna. Las elecciones del 26 de junio fortalecieron (como se esperaba) al Partido Popular del presidente en funciones Mariano Rajoy, que ganó 14 escaños; a la vez, (en contra de todos los sondeos) el sorpasso de la coalición Unidos Podemos al PSOE para ganar el liderazgo de la izquierda española acabó no produciéndose. Aunque el resultado de los comicios sigue obligando a un acuerdo entre partidos para investir a un presidente, los empresarios han acogido con optimismo el nuevo mapa político: mientras que antes de las elecciones un 39% de los directivos consideraba que el resultado del 26-J tendría un impacto negativo sobre la actividad económica, pasada la jornada electoral el porcentaje se reducía a un 11%. Lo contrario ocurría con los que afirmaban que las nuevas Cortes mejorarían el estado de los negocios: pasaron del 16% al 39%.

El nuevo Ejecutivo —si al final sale adelante— deberá recuperar el tiempo perdido en la parálisis del periodo en funciones. Y no solo desde Bruselas vienen exigencias: también los empresarios piden al Gobierno medidas que, en algunos casos, contrarían los planes de la Comisión Europea. Así, más de la mitad de los encuestados (un 52%) piden una rebaja del IRPF, mientras que un 49% solicita reducir el Impuesto de Actividades Económicas. Sin embargo, la mayoría de los empresarios prefiere mantener o aumentar el gasto público; en este último caso, uno de cada cinco empresarios prefiere un incremento. Por otro lado, la mayoría de los directivos sondeados apuesta por un crecimiento del gasto del Estado en cuatro sectores: I+D (78% del total), fomento de las exportaciones, fomento de la competencia y educación (62%).

Estas peticiones, no obstante, han de tomarse con cuidado: como de costumbre, los empresarios desconfían de la capacidad del Gobierno en cambiar la situación económica. Solo un 72% de los encuestados cree que las medidas del Ejecutivo tienen un impacto importante sobre la economía del país, muy por detrás de otros factores como la evolución económica del resto de Europa (con un 94%) y el turismo internacional (98%).

Sectores optimistas

Siguiendo la tendencia de los anteriores barómetros, los empresarios se han revelado más pesimistas acerca de sus propios sectores que acerca de la economía en general. En el sondeo elaborado por Deloitte, cuatro de cada diez empresarios afirman que su área de negocio ha mejorado con respecto al semestre anterior (en enero fue un 53%) mientras que el porcentaje que considera que su sector ha empeorado ha pasado del 9% de hace un año al 21% de esta edición —en enero, solo uno de cada diez empresarios creía que el primer semestre iba a ir a peor—. Las perspectivas son sólo tangencialmente mejores. La mayoría de los empresarios creen que los últimos seis meses de 2016 sus sectores irán igual o peor que en el semestre anterior (un 15% es de esta última opinión).

El sector más optimista es el de la hostelería y el turismo: ninguno de los encuestados considera que irá a peor. Le siguen el de las telecomunicaciones, medios de comunicación y ocio (tres de cada cuatro directivos creen que el sector mejorará en estos seis meses) y el de la agricultura: estos son los tres únicos sectores con una mayoría positiva. Por su lado, el más pesimista es, como viene siendo habitual, el sector inmobiliario (con un 40% de sondeados que indica que la industria irá a peor), seguido por el de los seguros, la energía y el financiero. Las dudas tras el Brexit, los bajos tipos de interés y la persistencia del petróleo barato sin duda influencian estos últimos resultados.

Un mapa similar se revela cuando se les pregunta a los empresarios acerca del futuro de la economía en general. Los más optimistas vuelven a ser los hosteleros y los directivos de las empresas de telecomunicaciones, mientras que los que peor consideración tienen acerca del futuro son los del sector asegurador, inmobiliario y de energía y recursos naturales.

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