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Bruselas ve “insuficiente” la respuesta de Portugal para contener el déficit

Lisboa se aferra a la mejora que prevé para este año, que ni la Comisión ni el FMI consideran creíble

Álvaro Sánchez
El primer ministro portugués, Antonio Costa.
El primer ministro portugués, Antonio Costa. THIERRY CHARLIER (AFP)

Bajo un tímido agradecimiento por el esfuerzo realizado en la rebaja del déficit —Lisboa ha pasado del 11,2% en 2010 al 4,4% en 2015—, el mensaje que Bruselas ha hecho llegar a Portugal este jueves es claro: no han cumplido y habrá que asumir las consecuencias en forma de una posible multa. "El esfuerzo fiscal se ha quedado considerablemente corto", señala en sus conclusiones el documento de la Comisión Europea publicado hoy. Bruselas no duda de las buenas intenciones, pero se remite a los hechos y asegura que el país luso no tomó medidas efectivas para reducir la brecha fiscal en 2015, la misma terminología que ha usado en su decisión sobre España. "La respuesta de Portugal a las recomendaciones del Consejo ha sido insuficiente", añade el texto.

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Portugal cerró el pasado año con un déficit muy por encima del 3% que Bruselas marca como límite. Circunstancias excepcionales como el rescate del banco Banif lastraron el objetivo fiscal de Lisboa para 2015 y el Gobierno portugués juega ahora la baza de la fuerte rebaja del déficit que prevé para este año 2016: espera acabar en el 2,2% sin necesidad de hacer nuevos ajustes. Bruselas no ve creíble el objetivo y lo considera demasiado optimista: sus cálculos lo elevan al 2,7% y el Fondo Monetario Internacional al 2,9%.

El organismo presidido por Christine Lagarde avisó la semana pasada de que sin recortes las cifras que avanza Lisboa son papel mojado. "Va a ser necesario tomar medidas adicionales para aproximarse a la meta de déficit del 2,2%", afirmó el jefe de la misión del FMI en Portugal, Subir Lall, en una entrevista divulgada por el semanario luso Expresso. El presidente portugués António Costa ya ha dicho que no está dispuesto a efectuar recortes y se aferra a sus propias cuentas, algo que no contenta a las agencias de calificación. Una nota de Moody's publicada a mediados de junio advertía de que la economía portuguesa no acelera al ritmo que debe para cumplir y deberá haber ajustes.

La guerra de previsiones es un hecho en algunos de los baremos económicos más relevantes. Si el Gobierno tripartito de izquierdas espera un crecimiento del PIB del 1,8%, Bruselas lo baja al 1,5%. El FMI se distancia aún más y reduce el avance a un frágil 1%. Mientras tanto, la semana pasada entraron en vigor algunas de las promesas estrella de Costa, como las 35 horas semanales para los funcionarios, la subida del salario mínimo o la rebaja del IVA a la restauración del 23 al 13%.

El disgusto entre guardianes de la ortodoxia presupuestaria como el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, es mayúsculo, y hace poco más de una semana azuzó el fantasma de un nuevo programa de rescate para Portugal si continúa en la misma línea, unas declaraciones que el propio Schäuble matizó horas después y a las que Lisboa salió rápidamente al paso: "no barajamos un nuevo programa de ayuda".

El Parlamento acoge este jueves el Debate sobre el Estado de la Nación en un marcado ambiente contrario a las sanciones y a cualquier tipo de ajuste: "No hay justificación para las sanciones a Portugal y tenemos que luchar en todos los frentes contra su aplicación", ha reclamado el presidente Cósta. El mandatario luso remitió esta lunes una carta al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, —hecha pública este jueves por el diario portugués Público— en la que pide que su país no fuera sancionado esgrimiendo tres motivos: sería injusto multar a un país que está camino de corregir el déficit, sería contraproducente para la credibilidad del país ante los mercados financieros y llegar a provocar una rebaja del rating, y no sería entendido por el pueblo portugués que ha sufrido en primera persona el duro ajuste realizado en los últimos años.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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