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Los inversores pagan a los Gobiernos por tener ocho billones de euros en bonos

Los niveles de deuda en negativo suponen un síntoma de que la política monetaria está 'sobrecargada', alerta el Banco de Pagos

Antonio Maqueda
Tablero electrónico de una agencia de inversiones en Pekín.
Tablero electrónico de una agencia de inversiones en Pekín.KIM KYUNG-HOON (REUTERS)

Los títulos de deuda pública con rentabilidades negativas ascendieron en junio a los ocho billones de euros, según datos del Banco Internacional de Pagos o BIS por sus siglas en inglés, el organismo que aglutina los principales bancos centrales. Esta monumental cifra representa casi ocho veces el tamaño de la economía española o más de la mitad del PIB de Estados Unidos. Se trata de los niveles de tipos más bajos jamás registrados en España, Japón o Alemania. Y no se  habían dado en EE UU o Reino Unido desde la Gran Depresión. En el caso de España, la rentabilidad del bono a tres años ya se sitúa en cero.

En China, los mercados están pagando un 0,05% por tener papel soberano a 15 años. En Japón, abonan un 0,1% por deuda a diez. Y en Alemania el bono a una década se retribuye con un cupón de cero euros. Desde Holanda (siete años a -0,05%) a Francia (seis años a -0,15%), pasando por Dinamarca (cinco años a -0,1%), Suecia (cinco años a -0,17%) o Italia (cuatro años a -0,03%), los inversores están dispuestos a pagar con tal de tener deuda pública, supuestamente el activo más seguro del mundo.

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Si se tiene en cuenta la evolución de la inflación, en los años de precios descontrolados durante la década de los setenta sí que hubo algunos momentos en los que se anotaron rentabilidades negativas una vez descontada la inflación. No obstante, a juicio del Banco Internacional de Pagos, esto representa una clara señal de que la política monetaria está "sobrecargada". Los bancos centrales encuentran cada vez más difícil empujar al alza la inflación. Y en ese proceso "los mercados financieros han crecido cada vez más dependientes del apoyo de los bancos centrales", sostiene el BIS en su informe anual.

La institución sita en Basilea explica que los inversores han respondido a estos tipos tan bajos buscando rentabilidades en productos financieros cada vez más arriesgados. Y eso ha inflado los precios de los activos, los cuales en opinión del BIS están sobrevalorados si se comparan con los promedios históricos. A su vez, ello hace que los mercados sean ahora mismo "muy vulnerables a cualquier caída de las valoraciones". A fuerza de intentar que los precios no se hundan, se están descuidando los efectos de esta política en los mercados financieros, concluye el BIS.

Cámaras acorazadas

¿A qué se debe que los inversores compren con rentabilidades negativas bonos de los que antes huían, como el español? A largo plazo, se podría decir que los ahorradores aceptan unos intereses tan bajos porque hay deflación y eso significa que el dinero tendrá más capacidad adquisitiva en el futuro. Además, muchos fondos de pensiones, aseguradoras y bancos tienen que mantener su dinero en bonos del Estado por motivos legales y de liquidez. De hecho, para las entidades incluso resulta más barato tener el dinero en unos apuntes contables que físicamente en una cámara. Aunque algunos bancos alemanes ya se están planteando habilitar cámaras acorazadas para almacenar grandes cantidades de oro y dinero físico.

Por otra parte, muchos gestores tienen que invertir forzosamente en deuda pública de máxima calificación como parte de la diversificación de su cartera.

Pero las principales razones por las que los inversores apilan estos bonos son dos: por un lado, una parte está esperando a que los bancos centrales se los compren a un precio más alto que el que compraron. Sólo el BCE tiene que adquirir unos 60.000 millones de euros al mes de deuda, de los que la mayor parte es pública. La institución que preside Draghi puede comprar deuda con cupones negativos hasta el -0,3%. De modo que está ejerciendo una presión al alza sobre los precios. Los inversores tan sólo tienen que sentarse y aguardar a que el precio se dispare. Y para colmo, esta operativa tiene el respaldo del banco central, lo que hace de ella una especulación, en principio, segura.

Sin embargo, este no parece el motivo de más peso. "Las rentabilidades negativas son el resultado del miedo y la incertidumbre. ¿O acaso no pagarías por tener el dinero en un lugar seguro por un tiempo? China, el Brexit, la economía europea... Hay demasiadas fuentes de incertidumbre", comenta Víctor Alvargonzález, director de Estrategia de Tressis SV.

¿Y cómo puede acabar esta acumulación de inversores en un solo mercado? El gestor del fondo Janus Global, el gurú Bill Gross, ha advertido de que las rentabilidades negativas son una mala idea: "Los rendimientos globales se encuentran en sus niveles más bajos en 500 años de historia registrada. [...] Esto es una supernova que explotará algún día".

"Desde luego, esta burbuja puede saltar por los aires cuando las cosas marchen mejor. Se empezarán a vender los bonos tan pronto haya inflación y habrá inversores que se queden pillados y sufran pérdidas. Sin embargo, esperamos que este proceso sea algo más gradual de lo que vaticina Gross. No es tan fácil que de un día para otro las cosas vayan a ir bien", explica Alvargonzález.

Los graves problemas que ocasionan los tipos negativos

Según el análisis del Banco Internacional de Pagos, la persistencia de unos tipos de interés muy bajos puede tener efectos perniciosos sobre la economía: en primer lugar, porque se socava la rentabilidad de los bancos, lo que impide que esos tipos bajos se trasladen a los tomadores de crédito. Es decir, el canal por el que se transmite la política monetaria termina no funcionando.

En segundo lugar, esos tipos de interés tan reducidos mantienen en activo empresas poco productivas o ineficientes. O lo que es lo mismo, los recursos se asignan a dar vida artificialmente a actividades que con tipos normalizados no podrían sobrevivir.

Tercero, la baja rentabilidad de la deuda pública obliga a los inversores a buscar otros destinos. Lo cual a su vez infla los precios de los activos financieros y acaba incentivando la inversión en productos de riesgo en lugar de la inversión productiva o industrial.

Por último, estos tipos en negativo animan a tomar más deuda. Como consecuencia, se incurre en un endeudamiento que en circunstancias normales no se produciría, lo que hace muy difícil que luego se puedan revertir los tipos. Es decir, de esta forma los tipos bajos se autoperpetúan y hacen cada vez más complicado retornar a la normalidad sin ocasionar un estropicio.

Bajo este enfoque, la política monetaria pierde capacidad de maniobra y puede provocar una pérdida de confianza en la capacidad de los bancos centrales para garantizar la estabilidad de precios y financiera. Y un síntoma de esta falta de control es el aumento incontrolado de la deuda sobre PIB a escala mundial, subraya el organismo dirigido por Jaime Caruana.

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Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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