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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Neutralizar el pánico

Más allá de las actuaciones estrictamente financieras es necesario que en el conjunto de la UE, y muy especialmente en la Eurozona, se aplique el plan de choque

Emilio Ontiveros
Banderas de Europa en Fráncfort
Banderas de Europa en FráncfortDANIEL ROLAND (AFP)

La reacción de todos los mercados al resultado del referéndum británico es consecuente con la incertidumbre abierta en la economía global. Aun cuando la información sea todavía incompleta sobre todas las repercusiones de este episodio, los operadores financieros han intensificado su aversión al riesgo buscando refugio en los activos más líquidos y en principio seguros. Las pérdidas de riqueza financiera infringidas son comparables a los peores episodios que ha deparado la pasada crisis. La inestabilidad seguirá presente y su alcance y duración dependerá de las reacciones —de los cortafuegos— que las autoridades monetarias y económicas adopten.

La estrecha coordinación entre los principales bancos centrales, muy especialmente entre el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, es la primera de las providencias que han de instrumentarse. La depreciación de la libra esterlina, la mayor en muchas décadas, requiere de mecanismos que garanticen la liquidez doméstica en las principales divisas, fundamentalmente en euros. Atenuar el pánico requerirá igualmente instrumentos defensivos frente a la inestabilidad de los bancos establecidos en Reino Unido.

Más allá de las actuaciones estrictamente financieras es necesario que en el conjunto de la UE, y muy especialmente en la Eurozona, se aplique ese plan de choque al que Juncker se refería en las vísperas del referéndum. El propósito fundamental no ha de ser otro que neutralizar el impacto sobre la economía real de esas cuantiosas pérdidas de riqueza financiera y la acumulación de expectativas que inhiban más aún las decisiones de inversión empresarial. Lo peor que puede acompañar al cuadro anémico que hoy presenta el área monetaria es la inhibición adicional de la actividad económica y los consiguientes aumentos en el desempleo. Por eso, el presidente de la Comisión haría bien —como una de las primeras actuaciones— en restaurar y fortalecer el plan de inversiones paneuropeas con el que llegó a la presidencia. No cabe esperar a la disposición de financiación privada suficiente. Mientras esta llega, es necesario movilizar la capacidad de financiación de que dispone el Banco Europeo de Inversiones en las condiciones tan propicias que ahora ofrecen los mercados de bonos. El temor a erosionar parcialmente la calificación crediticia de esa institución no se corresponde con la gravedad de la situación creada por el resultado británico. La Comisión debería igualmente instar a aquellas economías nacionales con margen de maniobra suficiente a estimular la demanda para que adopten decisiones rápidas de aumento de la inversión pública.

Si antes del referéndum británico la Eurozona era la principal candidata a entrar en el estancamiento secular temido por Estados Unidos, en las condiciones actuales las probabilidades han aumentado de forma muy significativa.

Emilio Ontiveros es presidente de Analistas Financieros Internacionales

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