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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Insólita epidemia financiera

El 'shock' a corto plazo en los mercados no es lo peor. Lo más preocupante son las fases de incertidumbre que se van a abrir. Hay un embrollo legal descomunal por delante

Santiago Carbó Valverde
Analistas de Bolsa en Londres
Analistas de Bolsa en LondresADRIAN DENNIS (AFP)

El terremoto financiero tras el Brexit habla por sí solo. Brutal desplome en bonos y renta variable. El pánico no es mayor porque sólo ha mediado un día entre el desastre y el fin de semana. Se trata de una insólita epidemia financiera: un pésimo ejemplo en un mundo globalizado, un vergonzoso precedente y un detonador progresivo de otras tensiones, donde las jóvenes generaciones y Escocia e Irlanda del Norte tienen mucho que protestar. El shock a corto plazo en los mercados no es lo peor. Lo más preocupante son las fases de incertidumbre que se van a abrir. Esta epidemia no tiene precedentes ni hay unas reglas escritas para ordenar y calibrar las consecuencias.

En muchos mercados de activos a caballo entre Londres y la Europa continental, a día de hoy, no hay precio. Los precios se forman con contrapartes de oferta y demanda bajo unas reglas conocidas. Pero, ¿cuáles son las reglas válidas hoy? Es cierto que la legislación y acuerdos existentes siguen vigentes -porque una salida de la UE no se produce de la noche a la mañana- pero los mercados, los inversores y cualquier persona sensata, trabajan sobre escenarios futuros previsibles. En el divisable, Reino Unido está fuera de la UE pero ese supuesto no estaba contemplado en contrato alguno. Para empezar, hay un embrollo legal descomunal por delante.

En España puede tardar aún en notarse el efecto del leave en la balanza comercial y de servicios pero las inversiones cruzadas y las participaciones empresariales ya se están resintiendo

Lo mejor que podrían hacer los dirigentes políticos es afianzar lo que sigue vigente y establecer períodos urgentes y creíbles de negociación. Dar confianza de forma urgente para hacer la transición menos dañina. Pero si establecer un interlocutor válido en la UE es complicado, en Reino Unido, en medio de una crisis política y con la dimisión de Cameron, aún más.

En España, puede tardar aún en notarse el efecto del leave en la balanza comercial y de servicios pero las inversiones cruzadas y las participaciones empresariales ya se están resintiendo. Muchos ciudadanos quieren conocer qué va a suceder también con sus garantías laborales, sanitarias y de residencia. España por muchas razones debe ser parte esencial de la interlocución internacional. No es el mejor momento pero parece conveniente establecer un consenso en nuestro país en ese sentido.

Turno, de nuevo, para el BCE y el Banco de Inglaterra pero con efectos limitados. Europa se ha amputado un brazo y eso en Fráncfort no lo pueden pegar. Lo que toca es tender puentes de forma rápida y eficaz y eso atañe a las autoridades europeas y gobiernos nacionales. Si la crisis de deuda soberana se inició por el temor a que la zona euro se resquebrajase, se divisa una nueva crisis de la que el resto de la UE sólo puede salir, o fortalecida, o definitivamente desintegrada.

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