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UE-Mercosur: acuerdo a fuego lento

Europa y el grueso de los países del Cono Sur insisten en cerrar un pacto comercial

La Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur) buscan ensamblar las piezas de un rompecabezas que lleva 16 años sobre la mesa. El intercambio de ofertas para cerrar un acuerdo comercial ha revivido, después de que en 2010 se estancara, pues ambos bloques consideraron poco ambiciosas las propuestas para reducir aranceles y ampliar el acceso a mercados de sus productos y servicios. La UE tiene 750 millones de consumidores, mientras que el Mercosur reúne el 80% del PIB de Sudamérica y es una puerta de acceso a 250 millones de clientes.

Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay (Venezuela forma parte de este grupo, pero no está incluida en esta negociación) demandan al Viejo Continente una mayor apertura del sector agropecuario (principalmente para la carne y los lácteos). Por su parte, Europa exige a los países del Nuevo Mundo romper con el proteccionismo en los mercados de servicios, manufacturas y compras gubernamentales. “El problema es que nadie quiere ceder”, dice Ignacio Bartesaghi, director del departamento de negocios internacionales de la Universidad Católica de Uruguay.

Francia y 12 países más de la Unión Europea han levantado la voz para que la Comisión Europea no consienta todas las exigencias del Mercosur. El exhorto ha hecho mella en la primera ­reunión, celebrada a principios de mayo, que se dio entre los representantes de ambos bloques para el intercambio de ofertas. Las cuotas de importación al Viejo Continente de vacuno (producto en el que Brasil y Argentina son líderes mundiales) y etanol (en el que Brasil es líder mundial) quedaron sin concretarse.

La oferta que realizó la UE al Mercosur, en 2004, fue de 100.000 toneladas de carne vacuno y durante estos años se ha visto reducida a 78.000 toneladas (un 1% del consumo europeo). Los integrantes de la alianza sudamericana pretenden vender a Europa 300.000 toneladas de este alimento al año. “Estamos negociando”, afirma el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa. “Las expectativas no se cumplieron, lo sabíamos de antemano”. En una entrevista con la radio local, el canciller, que actualmente ocupa la presidencia rotativa del grupo, reconoce que la propuesta latinoamericana tampoco es jugosa: “¿Ustedes se creen que la oferta del Mercosur es extraordinariamente buena? Solo el 16% de los productos [procedentes de la UE] los desgravamos a 10 años y el 50% a 15, que es el plazo máximo. Lo nuestro tampoco es una maravilla”. La UE pretende una desgravación arancelaria para, como mínimo, el 90% de sus exportaciones en un plazo de 10 años.

Piezas clave para Bruselas

Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay se han convertido en una pieza clave para la UE. En 2015, el bloque de países latinoamericanos fue el sexto mercado de exportación de fármacos europeos, el séptimo más importante para la comercialización de productos químicos y el octavo en la venta de maquinaria. Para el Mercosur, el Viejo Continente es el primer socio comercial y el mayor inversor extranjero en la región. En los últimos siete años, el 61,5% del capital extranjero instalado en estas naciones sudamericanas provenía de Europa.

En 2015, la UE registró un superávit industrial con el Mercosur, pues exportó 46.962 millones de euros, mientras que las importaciones fueron de 22.823 millones. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con el sector agrícola. La alianza sudamericana exportó 20.628 millones de euros de productos agrícolas e importó de la UE solo 2.230 millones.

Respaldo español

España, país que protagonizó el relanzamiento de las negociaciones en la década pasada, respalda el pacto a pesar de que su sector agroindustrial ha vaticinado pérdidas millonarias. En el ámbito regional, el Comité de Organizaciones Agrarias y de Cooperativas Europeas (COPA-Cogeca) ha cifrado en 7.000 millones de euros la sangría por la firma del acuerdo. El organismo gremial recuerda que los países del Mercosur son grandes exportadores de materias primas agrícolas a la UE, por lo que rechaza que se impongan cupos libres de impuestos.

Según un análisis del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los mayores afectados por la firma del tratado serían Polonia, Italia, España, Francia y Hungría, que representan cerca de dos tercios de la mano de obra agrícola europea. Pese a que el efecto global para la producción de la UE resulta negativo, la liberación de las importaciones del Mercosur beneficiaría a algunos productos como el vino o el aceite de oliva, resalta el organismo multilateral. “El acuerdo es importante para Europa porque cerraría el ciclo de tratados con América Latina, que es el eslabón entre el Atlántico y el Pacífico. Es un continente de grandes oportunidades que está en desarrollo y la UE no puede perder al socio más cercano en la comunidad internacional”, asegura Jesús Gracia, secretario de Estado de Cooperación Internacional para Iberoamérica.

En esta ocasión, el Mercosur quizás sea el más interesado en ceder a las demandas y en poner fin a la añeja negociación, comenta Lincoln Bizzozero, coordinador del programa de Estudios Internacionales de la uruguaya Universidad de la República. El sector privado industrial en Argentina y Brasil, sin embargo, es reacio al acuerdo.

Bartesaghi considera que el cambio de Gobierno en Argentina ha sido relevante para relanzar la asociación y poner, lentamente, fin al proteccionismo del país sudamericano. “Creo que las dos mayores economías del bloque latinoamericano parecen finalmente haber llegado a un consenso de cómo avanzar con la integración, y ambas reconocen que es necesario romper con el relativo aislamiento”, indica Mauricio Mesquita, coordinador de investigación en el sector de integración y comercio del BID.

El cambio no es casual. Los países sudamericanos, que apostaron durante años por China, buscan ahora un nuevo socio que dé un impulso a su economía, resalta Bizzozero. “El Mercosur necesita abrirse al mundo y vencer la parálisis comercial que ha detentado desde que se fundó [hace 25 años]”, agrega. Existe, sin embargo, un obstáculo mayúsculo. La turbulencia política y económica de Brasil, país fundamental en las negociaciones, ha desviado la atención del gigante emergente en su expansión internacional, argumenta Ricardo Rozemberg, economista jefe del Centro de Ideas de la Universidad Nacional de San Martín, Argentina.

Venezuela ocupará en julio la presidencia rotativa del grupo, lo cual podría inferir en las negociaciones, ya que el país no forma parte del acuerdo. Uruguay, sin embargo, ya se plantea la posibilidad de seguir liderando el intercambio de propuestas con la UE, una vez que se presente esta coyuntura, explica Rozemberg. “El Mercosur no dejará pasar nuevamente la oportunidad de acceder a uno de los mercados más importantes del mundo”, asegura Bizzozero.

La próxima reunión para intercambiar nuevamente posiciones será el 22 y 23 de junio, sin embargo, Bartesaghi afirma que aunque existe voluntad política por parte de la Comisión Europea en estudiar las propuestas del Mercosur, la cúpula del Viejo Continente está mucho más interesada en concretar un acuerdo comercial con Estados Unidos, el tan controvertido TTIP. De ser así, el gigante sudamericano tendrá que seguir esperando.

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