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Adidas y Puma se acusan de plagio en las zapatillas

Ambos dicen que se han copiado el material sintético de la suela, lo más valorado en el running

Los participantes de la última edición del maratón de Londres toman la salida
Los participantes de la última edición del maratón de Londres toman la salidaANDREW BOYERS (REUTERS)

La historia de Adidas y Puma, las dos grandes multinacionales alemanas fabricantes de calzado, ropa y otros productos deportivos, es también la historia de una archiconocida guerra sin cuartel que iniciaron los dos hermanos, Adolf Adi Dassler, un artesano genial y extravagante y Rudolf, un vendedor talentoso y ambicioso, poco después de que terminara la Segunda Guerra Mundial.

Ambos fallecieron en los años setenta, pero la rivalidad continúa. Las dos compañías tienen su sede en Herzogenrauch, un idílico rincón bávaro suspendido en el tiempo. Allí los negocios no son solamente negocios, sino la fachada de una contienda que dividió a la población de la pequeña ciudad en una versión moderna de la guerra que libraron los Capuletos y Montescos. Durante casi 70 años, los residentes al sur del río Aurach, que divide la ciudad, han lucido el logotipo de tres rayas de Adidas y solo han convivido, comprado y se han divertido en tiendas y locales donde nadie que llevara una prenda de Puma se ha atrevido a entrar. Los habitantes del norte, han estado haciendo lo mismo, luciendo con orgullo en sus vestimentas el logotipo de Puma.

La eterna rivalidad que marcó la existencia de las firmas de los hermanos Dassler comenzó en un lejano 1936 en Berlín. Con ocasión de los Juegos Olímpicos que se celebraron ese año en la capital del III Reich, Adolf Dassler decidió viajar a la capital alemana para ofrecer sus zapatillas al atleta de color estadounidense Jesse Owens. Su hermano Rudolf, en cambio, sólo quiso asociar su calzado con los atletas alemanes. Owens ganó cuatro medallas olímpicas gracias a las zapatillas fabricadas por Adolf Dassler.

Cuando estalló la guerra, la rivalidad entre los hermanos aumentó. Rudolf se convirtió en un soldado de la Wehrmacht, mientras que Adolf fue declarado no apto para combatir. Mientras duró el conflicto, Rudolf alimentó la sospecha de que su reclutamiento había sido una maniobra de su cuñada para alejarlo de la firma.

BASF ofreció a las dos marcas rivales un innovador material sintético en 2009, el poliuretano termoplástico, para ser utilizado en la suela de las zapatillas deportivas

La ruptura definitiva llegó en 1948, cuando Rudolf Dassler decidió crear su propia firma en la ribera norte del Aurach, a la que bautizó como Puma. Un año más tarde su hermano menor fundó Adidas (de Adi Dassler). La ruptura se convirtió en una guerra abierta cuando Adidas logró el contrato para suministrar el equipamiento de la selección alemana de fútbol que compitió en el Mundial de 1954 celebrado en Suiza, por primera vez tras la guerra. Adidas diseñó unas botas con tacos ajustables para que los jugadores no resbalaran si llovía. La selección alemana se coronó campeona del certamen y muchos vieron en aquellas botas una ventaja competitiva.

A lo largo de los años siguientes, la rivalidad entre las marcas nunca se enfrió mientras que la intensidad de los enfrentamientos subía y baja según las cuestiones en disputa. Con todo, ya entrado el nuevo milenio, un ambiente de tregua duradera se había instalado en Herzogenrauch. Sin embargo, donde hubo fuego quedan cenizas y Adidas y Puma están ahora enrocadas en una feroz batalla legal en la que se juegan los derechos de un multimillonario negocio del futuro.

Acusaciones de plagio

¿Cuándo y por qué se reactivó la guerra entre las empresas de los Dassler? En 2009, el gigante químico alemán BASF ofreció a las dos marcas rivales un innovador material sintético, el poliuretano termoplástico, para ser utilizado en la suela de las zapatillas deportivas. Adidas se adelantó y sacó al mercado en 2013 una serie de zapatillas deportivas a las que bautizó como Boots. “Adidas inventa una nueva amortiguación”, rezaba la propaganda que hizo posible que la enseña vendiera 12 millones de pares de zapatillas de esta serie solo en 2015. Ese mismo año, Puma sacó al mercado las zapatillas NRGY, después de encontrar un nuevo socio que le proveyera de los materiales químicos necesarios para fabricar el modelo.

Fue entonces cuando se reanudó la guerra. Adidas llevó ante los tribunales a Puma, acusándola de plagio en la fabricación de sus nuevas zapatillas. La batalla jurídica tiene una importancia casi existencial para las dos firmas. Una victoria de Adidas condena a Puma a quedar fuera de un mercado que promete ganancias multimillonarias. Una victoria de Puma hará posible arrebatarle el casi monopolio mundial de Adidas en la fabricación de zapatillas. “El duelo del pasado ha vuelto a revivir en una sala de justicia”, admitió Neil Harriman, un ejecutivo de Puma abocado a la protección legal de los productos que comercializa la firma.

Adidas no las tiene todas consigo, puesto que sufrió una primera derrota cuando no pudo impedir mediante un procedimiento legal de urgencia que Puma siguiera vendiendo sus nuevas zapatillas de running. La firma recurrió la sentencia con un argumento poco creíble para el tribunal: reiteró la denuncia de plagio, pero añadió que las zapatillas de su rival mostraban “graves deficiencias técnicas”. La respuesta de Puma fue más convincente: “Adidas solo intenta denigrar el producto de la competencia para sacarlo del mercado”, señalaron sus abogados.

El 18 de abril pasado, un juez de Düsseldorf rechazó la demanda de Adidas, una decisión que intensificó una batalla judicial que amenaza con ser larga y cada vez más virulenta. Adidas anunció que recurrirá la decisión judicial mientras que Puma resaltó que la sentencia reconocía en forma indirecta que ellos habían sido los primeros en desarrollar la nueva tecnología para el modelo de zapatillas en disputa. “Ahora tenemos el campo libre para seguir comercializando nuestras zapatillas NRGY y también para poder sacar nuevos modelos al mercado”, dijo Harriman al comentar la sentencia del juez. Por su parte, Adidas aseguró en un comunicado que “seguirán protegiendo sus derechos y actuando en caso de que se vulneren”.

Pero la cuestión no acaba ahí. Alentados por la victoria legal obtenida en Düsseldorf, los abogados de Puma ha contraatacado a su eterno rival y han presentado ante otro tribunal una denuncia contra Adidas por lo mismo que se les acusa a ellos, por copiar la nueva tecnología. Lo dicho, una guerra de nunca acabar.

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