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El FMI prevé un segundo año de recesión para Brasil

El PIB brasileño volverá a caer un 3,8% en 2016, igual que en 2015, según el organismo internacional

Carla Jiménez
Trabador en Río de Janeiro.
Trabador en Río de Janeiro.Antonio Pinheiro/ GERJ (FOTOS PÚBLICAS)

El desempeño desastroso de la economía en Brasil en 2015 se repetirá en 2016, confirmando dos años seguidos de profunda recesión, según el informe Perspectivas Económicas divulgado este miércoles por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La proyección del Fondo es de una caída del 3,8% del Producto Interior Bruto en 2016, el mismo resultado del año pasado, cuando al menos 1,5 millones de brasileños perdieron sus empleos, y corrige, para peor, las previsiones que hizo hace apenas tres meses, cuando proyectó una caída del PIB del 3,5%.

El FMI apunta como causas de la crisis brasileña, bautizada como la “peor recesión del siglo” a factores macroeconómicos y problemas políticos. “La actividad económica se contrae ante la escasa confianza de las empresas y consumidores, del elevado nivel de incertidumbre acerca de la política interna, así como de la debilidad de los precios de exportaciones y del endurecimiento de las condiciones financieras y la escasa competitividad”, describe el informe.

El cuadro descrito por el FMI deja claro por qué buena parte de los brasileños, en especial los sectores económicos, apoyan el proceso de destitución (impeachment) de la presidenta Dilma Rousseff, que está en curso. El Senado brasileño puede apartar a la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT) alrededor del día 11 de mayo por un período máximo de 180 días hasta que los senadores concluyan el proceso en su contra, basado en maniobras fiscales durante su gestión.

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Aunque el informe del FMI muestre que Brasil sufrió, como otros países vecinos, por la desaceleración de la China, la caída de los precios de materias primas y la volatilidad cambiaria, hay al menos un indicador que apunta a errores internos. La deuda pública brasileña actual, del 73,7% del PIB (dato de 2015) es la mayor del continente sudamericano, superando la de Venezuela (48,8% del PIB) o la de Argentina (56,5%), hasta poco tiempo atrás vistos como patitos feos de la región en este tipo de marcadores. Este descontrol de los gastos públicos marcó el primer mandato de Dilma Rousseff, algo que quedó más claro tras su reelección en 2014. La deuda bruta en el inicio de 2011, cuando estrenó la presidencia, rondaba el 54% del PIB. La continua concesión de exenciones fiscales a las empresas para evitar el desempleo sus primeros años en el poder fue comprometiendo la recaudación del Gobierno, lo que contribuyó para aumentar el nivel de endeudamiento de Brasil.

Al final del primer mandato y en el inicio del actual, Rousseff recurrió a maniobras para cerrar las cuentas, a la vez que alteró varias veces las metas fiscales (economía para pago de deudas) con las cuales se había comprometido. Para equilibrar las cuentas, intentó aprobar un ajuste fiscal junto al Congreso en medio de un pulso con los parlamentarios desde que empezó 2015. “El deterioro fiscal y la dinámica de la deuda pública incidieron en la caída de confianza, especialmente porque las metas de ajuste fiscal formuladas en el inicio de 2015 se redujeron varias veces, lo que generó un aumento de los tipos de interés en el mercado”, describe el informe del FMI.

La misma lectura hicieron las agencias de riesgo Standard & Poor's, Fitch y Moody's, que rebajaron la calificación de Brasil. La primera en retirarle el sello de buen pagador (una garantía de credibilidad para inversores) fue S&P en septiembre de 2015, seguida por Moody’s en diciembre, y Fitch, en febrero de este año.

En su informe, el FMI recomienda que el Gobierno acelere el ajuste fiscal para evitar que la deuda llegue a niveles del 90%. Debido al espacio limitado para recortes – casi el 90% del presupuesto público brasileño está comprometido por gastos obligatorios – el FMI entiende que serán necesarias “medidas impositivas en el corto plazo”, aunque a largo plazo será necesario abordar esa rigidez de gastos. Este debate ya estaba presente en el Gobierno Rousseff y posiblemente será heredado por su vicepresidente, Michel Temer, si él asume el poder en caso de que el impeachment sea confirmado en mayo.

La preocupación con Brasil es constante por su peso en América Latina y su potencial de contagio. Un deterioro de la situación brasileña, observa el FMI, “podría provocar cambios repentinos en la valorización de los activos de la región, y una menor demanda de exportaciones entre los socios comerciales [del Mercosur], en particular en el caso de la Argentina, Paraguay y Uruguay”, además de un aumento de la calificación de riesgo para el continente.

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Sobre la firma

Carla Jiménez
Directora de EL PAÍS en Brasil desde 2018. Trabajó en O Estado de S. Paulo, Agência Estado, revista Época e IstoéDinheiro. Nació en Chile, creció en Brasil. Es formada en Periodismo por la Universidad Cásper Líbero, con especialización en Economía en la Fipe/USP. Forma parte de EL PAÍS desde 2013.

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