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Entrevista | Markus J. Beyrer, director general de BusinessEurope

“El ‘Brexit’ sería un desastre para el Reino Unido”

“No podemos dar respuesta a todos los refugiados, hay que controlar las fronteras”

Miguel Ángel García Vega

Europa está tendida en el diván del sicoanalista y le duele el alma. Y también los refugiados, el terrorismo, la posible marcha del Reino Unido, el trilerismo fiscal de algunas multinacionales. Incluso le acucia la tecnológica. A estas vías de agua se enfrenta con las palabras Markus J. Beyrer (Austria, 1965), director general de BusinessEurope, la patronal europea. Algunas forman frases duras: “Tenemos que controlar con decisión las fronteras exteriores”; y otras, desafiantes: “La economía digital separa la riqueza y la felicidad de las lágrimas y el desempleo”. Pero todas son recuerdo y presagio de una conversación que habla también en siglas. Del TIIP (el tratado de libre comercio e inversión entre Bruselas y Washington) a las BEPS (la normativa que pretende evitar la elusión tributaria de las grandes corporaciones). Del diálogo a la insolidaridad.

Marcus J. Beyner, director de la patronal europea.  
Marcus J. Beyner, director de la patronal europea.  Álvaro García

Pregunta. ¿La gestión que se ha hecho de la crisis de los refugiados significa que Europa no funciona?

Respuesta. No. Lo que significa es que no tenemos las suficientes estructuras. Es una más de las crisis que nos golpea. Tiene una nueva dimensión y tenemos que aprender a gestionarla. Nuestra posición es clara: defendemos Schengen. Creemos que es un baluarte para la riqueza y la prosperidad europea. El desafío es encontrar un equilibrio. Debemos integrar a los refugiados pero también reducir los flujos a niveles sostenibles. Esto está relacionado con la eficiencia y con un control más eficaz de las fronteras exteriores.

P. Pero solo Alemania ha mostrado un compromiso fuerte.

R. No es cierto. Por ejemplo, mi país natal, Austria, ha aceptado más refugiados per cápita que Alemania. Y también podría citar a Suecia. Pero es verdad que por ahora no hemos mostrado la suficiente solidaridad. Sin embargo también debemos afrontar asuntos internos cómo es el límite de esos flujos. Le pongo un ejemplo. Hay tres pilares. Los refugiados reales que llegan buscando protección y refugio, a los que hay que integrar tanto como podamos. Luego están quienes acuden por razones económicas, personas muy cualificadas en ciertos tipos de formación. Y, finalmente, quienes entran por otros motivos. Tengo que decir con claridad que no podemos dar respuesta a todos. Por eso tenemos que controlar con decisión las fronteras exteriores. Es la forma de gestionar este reto.

P. Entonces, ¿cuál es su opinión del acuerdo entre Turquía y la Unión Europea?

R. Turquía tiene que ser parte de la solución. El país debe acercarse más a la Unión Europea, pero bajo ciertas condiciones. El debate económico es importante pero debe compartir los valores europeos, como el Estado de Derecho.

P. Sostiene que “la única forma de superar los desafíos que afrontamos no es menos Europa sino más”. ¿Parece difícil creerlo con lo que se vive estos días?

R. Europa siempre sale más fuerte de las crisis. Lo diferente en esta ocasión es que se han dado varias a la vez. Es verdad que tenemos una larga lista de retos. Mencionaba la crisis de los refugiados pero también le podría citar la necesidad de profundizar en la unión económica y monetaria. Uno de los problemas es que tenemos modelos que funcionan en los buenos tiempos pero no en los más complejos. Racionalmente la conclusión es que necesitamos más instrumentos, más Europa para afrontar estos desafíos.

P. ¿Le preocupa el Brexit?

R. Desde luego que estoy preocupado. Sería muy malo para Europa; un mal signo en un mal momento. Y también resultaría un desastre para el Reino Unido. Es una situación en la que todos perderían. El problema con los referéndums es que vivimos en una época en el que es muy difícil ganarlos. Los británicos son sensatos y llegarán a la conclusión de que el precio de estar fuera podría ser demasiado alto.

P. Hay muchas voces (el sector agrícola, ganaderos, organizaciones no gubernamentales…) en contra del tratado comercial y de inversión entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP, por sus siglas en inglés). ¿Por qué?

R. Resulta difícil explicarlo. Empiezo a tener la idea de que es algún tipo de empecinamiento. Estoy muy implicado en este tema y viajo mucho. Y mi experiencia es que cuanto más debates más aclaras los asuntos. Aunque también hay algunos cuya táctica es poner solo problemas. Esa es toda su propuesta. Sin bien es verdad que la comunicación, al principio, no se hizo de la mejor manera posible. Pero estamos frente al acuerdo comercial que guiará el comercio en el siglo XXI.

P. Será así, pero déjeme preguntarle como si fuera una ONG. ¿El tratado entrega el control del comercio a las empresas en vez de a los ciudadanos?

R. En absoluto. Este acuerdo tiene muchas ventajas y una de las principales es que ofrece un gran potencial a las pequeñas y medias compañías. Para muchas es muy difícil acceder al mercado transatlántico: hay dobles comprobaciones, doble etiquetado… El TTIP acerca la regulación de ambos lados. Porque es una leyenda que los estándares europeos sean mayores que los estadounidenses. En algunos campos lo son y en otros no. Si reducimos la distancia entre regulaciones y evitamos hacer las cosas dos o tres veces sería bueno.

P. Ikea, Apple, Google, Amazon. Algunas compañías pagan unos impuestos de sociedades muy bajos en Europa. ¿Cree que el proyecto de erosión de la base imponible y traslado de beneficios (BEPS, en inglés) frenará la sangría?

R. Estamos claramente en contra de cualquier tipo de fraude y de que se creen estructuras que permitan pagar un 2% o un 3% en el impuesto de sociedades. Nuestra organización está muy comprometida con las BEPS porque creemos que es importante encontrar soluciones globales. Por eso nuestro planteamiento es que no debemos ser un corredor en solitario en este asunto y sí estar atentos a ver cómo las incorporan los demás países. Porque Estados Unidos ya ha advertido de que no va a trasponer toda la normativa. Y este tema afecta a la competitividad. De hecho puede repercutir en el atractivo de la Unión Europea como espacio para recibir inversiones frente a otras geografías. Otro aspecto es el famoso reporte país por país [establecido por la OCDE, obligará a informar a las multinacionales, en cada nación, cómo distribuyen sus beneficios y cuántos impuestos pagan]. Estamos de acuerdo con él, pero hemos de prestar atención a la publicidad que se le da, ya que puede repercutir en la capacidad de competir de las empresas que den la información frente a las que no tengan que hacerlo.

P. ¿Cree que países como Holanda, Luxemburgo o Irlanda, que tienen unos tipos en sociedades cercanos a los de un paraíso fiscal, son deshonestos con otras naciones europeas?

R. No diría eso. Habla de Holanda. Es verdad que en algunos casos los tipos aplicables son bajos pero también se usan para incentivar la investigación y el desarrollo. Pero le contestaré a lo que subyace en su pregunta. Estoy a favor de la competencia fiscal entre países. Y no, desde luego, a que se pague el 2% o el 3% en sociedades. Como también estoy en contra de la armonización de los impuestos corporativos, porque esto evitaría cierta competencia positiva. Todo se basa en encontrar un equilibrio.

P. ¿Qué reformas esperan las empresas de la Unión Europea?

R. Una de nuestras principales preocupaciones es la energía y su coste. Los precios de la electricidad industrial en Europa son 2,5 veces mayor que en Estados Unidos. Y luego añadiría que tenemos que cambiar nuestra manera de enfocar el riesgo. Debemos complementar el principio de precaución con el de innovación.

P. ¿Y la economía digital?

R. Es absolutamente disruptiva y la UE podría ser una referencia, pero todavía estamos por detrás de Estados Unidos. Sin embargo si hacemos bien las cosas, en 2025 Europa podría añadir a su industria manufacturera un valor bruto de 1,25 billones de euros. Pero sí fracasamos en la transformación digital nuestras pérdidas potenciales pueden superar los 600.000 millones. Entre medias, el espacio que separa la riqueza y la felicidad de las lágrimas y el desempleo.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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