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Columna
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El pacto es mejor que la escandalera

Hacienda y autonomías deben acordar el reparto del desfase en las cuentas para evitar sanciones

Xavier Vidal-Folch

Será mejor que la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) de mañana acabe en pacto sobre la reconducción del déficit super-excesivo de 2015 que en escandalera de invectivas mutuas.

Será mejor para todos —España, sus autonomías, los españoles— porque el caos impediría que Bruselas suavizase la senda del déficit. Y la empujaría a imponer sanciones monetarias al Reino. El Gobierno, siguiendo para bien el guión del acuerdo PSOE-Ciudadanos se dispone a pedir un aplazamiento del tope previsto (2,8% del PIB en 2016), y su consiguiente ampliación en un punto (al 3,7%).

Pero para alcanzar el consenso de las autonomías, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, debería a) dejar de culpabilizarlas de todo el desfase; y b) reconocer que el Gobierno es el principal responsable.

Es responsable político por la falta de control de los desvíos ajenos, por su actuación ilegal al no reformar la normativa de financiación autonómica, por sus cálculos erróneos y por sus oídos sordos a las advertencias de la Autoridad Fiscal Independiente (Airef).

Y es también primer responsable material porque la Seguridad Social que él gestiona duplicó su déficit previsto, en igual proporción que las anatemizadas autonomías.

Fíjense en el doble rasero. Se ha apresurado a activar las medidas coercitivas contra aquellas: la no disponibilidad de créditos del art. 25 de la Ley 2/2012, de Estabilidad Presupuestaria. Pero, ay, aún no ha formulado el plan de medidas para enmendar la falta cometida como "Administración incumplidora" (de la gestión de la Seguridad Social) al que le obliga su art. 21. Y aún menos lo ha remitido a las Cortes, a lo que le constriñe el art. 23.

Además, la sentencia del Supremo anulando el reparto del déficit de 2013 debilita a Hacienda. Los objetivos de déficit constituyen una secuencia cuatrianual. Y pues, los perjudicados inferirán que su anulación en un ejercicio afecta a la validez de los de los años consecutivos. Es lo malo de gritar por la paja en ojo ajeno en vez de remover la viga del propio.

Por supuesto que las autonomías también han desbordado la norma del déficit. Aunque en una cuantía totalmente coherente con su porción del gasto público. Por eso deben asumir la necesidad de su corrección.

La duda es si Hacienda insiste en lograrlo por la brava, en cuyo caso, prepárense al castigo de Bruselas y a una nueva ola de antieuropeísmo. O mediante pacto discreto, según el modelo italiano de reconversión bancaria.

¿Qué pacto? Múltiple: flexibilización también del objetivo autonómico para 2016; continuidad de la financiación del FLA a coste cero; adelantos a cuenta de la reforma del sistema; asunción de partidas extra como la de la hepatitis C.... Todo eso es mejor que trampear —vuelta a esconder facturas en el cajón; sobreactuar con ingresos ficticios como los derivados de privatizaciones—, o que romper la mesa. Y aún sería mejor si además, en ausencia de Hacienda y Senado federales, fuese simultáneamente visado por la Airef.

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