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La incertidumbre de las fusiones bancarias

El entorno económico aboca al sector financiero a un proceso de concentración en Europa que en España retarda la ausencia de un Gobierno estable

Miguel Ángel Noceda

Afirmaba recientemente un conocido banquero, en declaraciones off the record, que hoy las entidades financieras viven en una situación de incertidumbre plena como consecuencia de la política del Banco Central Europeo (BCE), que a su vez está condicionado por los acontecimientos mundiales. Los problemas de China y los riesgos geopolíticos que entrañan, entre otros factores, el brexit y la crisis de los refugiados afectan al sistema financiero. “No es un problema de balance ni de liquidez, es de rentabilidad y modelo de banca”, manifestaba, para añadir: “Lo pone en cuestión la política de tipos de interés ultralaxa” del BCE. Se refería, evidentemente, a la decisión de la autoridad monetaria de colocar el precio del dinero a cero (0%), lo que, a su juicio, denota la hiperregulación que vive el sector con supervisores muy intrusivos.

Así de crudas están las cosas. Y las causas principales de esta situación se deben, según los banqueros, a los bajos tipos de interés, que seguirán en mínimos históricos durante mucho tiempo y en la que influye la baja demografía, el bajo volumen de la deuda y el desequilibrio en la distribución de la renta; los bajos márgenes de rentabilidad de la banca; las exigencias de capital y los cambios regulatorios.

Todo eso para llegar a la conclusión de que el sector financiero en Europa se aboca a un proceso de concentraciones y fusiones tanto a nivel local como transfronterizo, acelerados por todos esos factores. La cuestión es si el momento es ahora o hay que esperar a que se despejen las incertidumbres. En España el escenario político no está siendo el más propicio para que los bancos empiecen a negociar. Para que el proceso arranque lo mejor sería un Gobierno estable.

“No es problema de balance ni de liquidez, es de rentabilidad y modelo”

Lo que es impepinable es que cada vez hay menos tarta para repartir y las entidades son menos rentables. Cuando se mira el futuro, la evidencia es que el entorno no da mucho margen de maniobra. Las entidades necesitan ganar tamaño para competir. Sin embargo, los bancos prefieren moverse con pies de plomo. Además, nadie tiene prisa, que es una mala consejera. Las entidades aún están digiriendo la reestructuración anterior. Además, ninguna quiere perder la independencia que ahora tiene.

El sector, en efecto, acaba de salir de un ajuste, motivado por el cambio de modelo de las cajas de ahorros que dio lugar a un proceso de fusiones que redujo el número de entidades de 45 a ocho y que se convirtieran en bancos (dos, Pollensa y Onteniente, siguen como cajas y son de mínimo tamaño y radio de acción).

En el Banco de España, además, desde hace tiempo se viene propugnando una nueva ola de concentraciones como la mejor forma de alcanzar un nivel competitivo en el contexto europeo a sabiendas del rechazo de las entidades más pequeñas. En realidad, estas entidades tienen un tamaño que les permite sobrevivir, pero que no aguanta más de un asalto si se ponen a competir. Pero es verdad que una integración les daría mayor volumen.

Las entidades necesitan ganar tamaño para competir en el contexto europeo

En la actualidad, pululan por el mercado financiero un total de 16 entidades (sin contar las cooperativas de crédito y cajas rurales) y lo ideal, según fuentes del entorno financiero, sería que se quedaran en torno a una decena, con lo que se alcanzaría un nivel de concentración similar a Francia o Reino Unido. La pregunta se centra en qué papel van a protagonizar en el próximo baile que se avecina. Decía Francisco González, presidente del BBVA, que “si se fusionan dos débiles tendremos una débil mayor y tenemos experiencia de que estas operaciones no funcionan”.

La cuestión se centra en que los grandes (Santander, BBVA, CaixaBank, Popular, Sabadell y Bankia, aunque al estar controlada por capital mayoritariamente estatal está condicionada) son los que pueden dominar el proceso y, asimismo, realizar operaciones transfronterias en el resto de Europa, una aventura que forma parte de sus estrategias. En sentido contrario, también pueden interesarse por bancos españoles entidades extranjeras.

Mientras tanto, las otras (Kutxabank, Unicaja, Liberbank, Ibercaja, Abanca, BMN y Bankinter, la Banca March seguiría fuera de cualquier quiniela) las pueden estar en el punto de mira de las otras o, incluso, sondear uniones entre ellas. De momento, Unicaja ya ha anunciado su salida a Bolsa. No se descartan operaciones entre los seis más grandes, pero todas quieren dominar el proceso si se pone en marcha. En ese sentido, se ha hablado de la fusión Popular y Bankia.

Mientras tanto, se producen interferencias políticas. Hay grupos políticos (IU, Podemos...) que plantean convertir Bankia y BMN, ambas nacionalizadas de forma pasajera, en banca pública como objeto canalizador de la inversión pública. Es algo que a la mayoría de los bancos les parece un error monumental pero que puede formar parte de los pactos de Gobierno que se negocian.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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