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Kukuxumusu sale a América Latina tras la polémica marcha del fundador

La firma de diseño de dibujos humorísticos abrirá en abril una tienda en Ciudad de México

Íñigo de Barrón
Ricardo Bermejo, empresario y socio mayoritario de Kukuxumusu.
Ricardo Bermejo, empresario y socio mayoritario de Kukuxumusu.Luis Sevllano Arribas (EL PAÍS)

Han pasado cinco semanas desde que se aireara el conflicto y la ruptura entre Mikel Urmeneta, fundador de Kukuxumusu hace 27 años, y Ricardo Bermejo, propietario del 66% de las acciones de la empresa. Los efectos de las acusaciones cruzadas sobre las razones de la marcha del fundador no han terminado, a la espera de futuros juicios. Sin embargo, la empresa mira hacia adelante para crecer con nuevos proyectos. En abril abrirá su primera tienda internacional en México, con socios locales. Chile, Argentina y Colombia son los próximos pasos.

Kukuxumusu ya ha entregado a producción la nueva colección de San Fermín 2016, mientras atiende a la apertura de una tienda en Ciudad de México. Según Ricardo Bermejo, la inauguración está prevista para abril. “Están dando los últimos retoques al local. Ya han comprado el material a los distribuidores en España”. Este modelo es el que quiere usar Kukuxumusu para su expansión en América Latina: llegar a acuerdos con socios locales que conozcan el mercado y desarrollar la marca en el país.

“Los dibujos y el humor se pueden adaptar a la cultura de cada país, eso no es un problema para nosotros. Por eso es importante tener socios locales que conozcan la idiosincrasia del país”, apunta Bermejo. Entre los proyectos de internacionalización de la empresa están Chile, Argentina y Colombia, países donde creen que el estilo del toro y la oveja pueden asimilarse y adaptarse. Allí venderán camisetas, sudaderas, paraguas, peluches, pijamas, mochilas y calendarios, entre otros.

Conflicto por los dibujos

Para este desarrollo, la firma de Pamplona desarrollará y evolucionará los dibujos que forman parte de su patrimonio, según Bermejo. Esta es una cuestión clave en este conflicto porque es el principal activo de la empresa y la llave para salir adelante.

Mientras la empresa planifica su expansión en América Latina, los principales accionistas siguen enfrentados tras la polémica salida del fundador. “Kukuxumusu sigue siendo propietario de los diseños y podrá hacer variaciones y otras creaciones de esos dibujos porque no hay ninguna sentencia, ni siquiera una demanda, que lo impida. De hecho, los expertos jurídicos consultados por la empresa así nos lo atestiguan”, añade el propietario.

Bermejo, que afirma haber hecho una inversión acumulada de 737.000 euros en la sociedad, apunta que se están utilizando los mismos contratos que estableció Urmeneta y que consistían en la cesión a Kukuxumusu de los derechos de utilización de los dibujos. “Con este esquema ha estado viviendo la empresa desde su fundación, en 1989”.

Sin embargo, Urmeneta lo niega. Admite que existen dibujos cedidos a Kukuxumusu, “pero cualquier alteración del dibujo, por pequeña que sea, necesita la autorización del autor porque es una alteración de su obra. Es decir, no se pueden animar los dibujos ni mezclarlos o ponerles rótulos, algo que ha hecho Bermejo. Los dibujos originales de Kukuxumusu son mudos”, señala.

Urmeneta, que todavía tiene el 33,3% de las acciones de la firma, ha enviado una carta a los comerciales y distribuidores para advertirles de que no pueden usar cualquier dibujo evolucionado de la empresa. Bermejo, por su parte, ha hecho lo mismo argumentando que tiene los derechos legales sobre ellos y dice que el efecto de las cartas ha sido muy pequeño.

“Los dibujos son básicos para Kukuxumusu. Si puede usarlos o no, será clave para el futuro. Probablemente tendrá que decidirlo un juez, tal y como está el enfrentamiento”, señala una persona, que pide el anonimato, y conoce de cerca el conflicto y a los dos protagonistas.

Por el momento, Urmeneta, que ha lanzado su nueva empresa, Katuki Saguyaki, ha presentado una camiseta con el rótulo “San Fermín pirata”. En ella ha dibujado una silueta de una calavera y dos tibias, rellena de toros muy similares a los de Kukuxumusu. “Demandaremos este producto porque ha utilizado nuestros dibujos”, dice Bermejo. Este es el rifirrafe que no parece terminar. Urmeneta asegura que Kukuxumuxu no tiene futuro y que su 33% “no vale nada” porque con él se han ido cuatro de los cinco dibujantes originales.

Estas declaraciones han llegado al corazón de los empleados de Kukuxumusu. “Entendemos que quiera hacer un nuevo proyecto, pero no es de recibo que diga que Kukukuxumusu está muerto. Eso nos ha dolido mucho a los que seguimos aquí y el futuro de nuestra familia depende de esta empresa”, afirma un trabajador que fue fichado por Urmeneta hace más de 15 años y también pide el anonimato. “Mikel hizo mucho por esta empresa, pero le guste o no, Bermejo dio estabilidad a la firma tras pasar un ERE y una rebaja del 20% en nuestros sueldos”, concluye.

¿Existe voluntad sincera de firmar la paz?

Ambos protagonistas, Mikel Urmeneta y Ricardo Bermejo, aseguran que están dispuestos a llegar a un acuerdo para terminar con el conflicto. Urmeneta está demandado por la rotura del ordenador de Bermejo y las amenazas que le profirió en noviembre pasado tras reclamar dinero atrasado. La nómina de Urmeneta en 2015 era de 250.000 euros y Bermejo —que cobra 60.000 euros anuales— le advirtió en junio de que no le seguiría pagando. “Utilicé una cláusula de su contrato”, dice el actual dueño de la empresa. Urmeneta admite que en 2015 no entregó dibujos, pero dice que lo hizo por el creciente conflicto y por el impago de la segunda mitad de 2015. Pese a esa supuesta voluntad de acuerdo, pocos creen que el conflicto se solucione.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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