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Golpe de timón en Pescanova

Ignacio González Fernández deja Campofrío para reconstruir la estrategia comercial

María Fernández
Sede principal de Pescanova en Chapela ( Redondela), en la ría de Vigo.
Sede principal de Pescanova en Chapela ( Redondela), en la ría de Vigo. Efe

El paternalismo que dominaba en Pescanova hasta que estalló la burbuja contable construida por su anterior presidente, José Manuel Fernández-Sousa, parece haberse terminado. La banca acreedora, que se hizo con el control de la compañía que estuvo al borde de la liquidación en 2013 —y que sigue con la cotización suspendida—, quiere que corran vientos de cambio en la gestión de la multinacional viguesa, y ha construido una nueva estructura directiva para recuperar la estabilidad perdida.

A finales de octubre se anunciaba el nombramiento de Jacobo González Robatto como administrador único de la Nueva Pescanova, sociedad que surge de las cenizas del grupo de congelados. Robatto, representante del Banco Popular y miembro de la comisión de vigilancia que tuteló la compañía tras el escándalo, fue respaldado por el llamado G-7, el grupo de bancos que ahora poseen el 62% (Abanca, Caixabank, Sabadell, Bankia, BBVA, Popular y UBI Banca). Otro 20% de la empresa está en manos de antiguos accionistas, la vieja Pescanova, con históricos como Damm (Demetrio Carceller), Masaveu, el fondo Luxempart o el propio Fernandez-Sousa. Dentro de ese núcleo hay quien apuesta porque la pesquera, que mantiene una plantilla de alrededor de 12.000 empleados, vuelva a cotizar, de modo que los bancos que no estén interesados en sus participaciones, vendan.

En cualquier caso, el núcleo duro de la banca, que ha asumido la mayor parte de la quita de 2.000 millones, quiere mantener el control y ha colocado a un peso pesado, Ignacio González Fernández, hasta ahora máximo responsable de Campofrío en el sur de Europa y EE UU, como nuevo consejero delegado. González, que se incorpora el 1 de febrero, se define como un “experto en gran consumo, en movilizar equipos para afrontar grandes retos”. De 47 años, tiene por delante uno gigantesco: restablecer la estrategia comercial y poner orden en el enorme perímetro corporativo, formado por una maraña de filiales en todo el mundo.

“Ilusionado”, según declaró en Twitter, ante un nuevo puesto que le atrae especialmente y que ha aceptado después de cuatro años liderando lo que define como “el fantástico proyecto de Campofrío”. Comenzó su carrera profesional como adjunto al director comercial de Continente en septiembre de 1994. Un año y medio después ya era nombrado director de dos divisiones, droguería y alimentación, de la cadena de distribución francesa. Tras su fusión con Pryca y su cambio de nombre a Carrefour, González pasó por varias direcciones del grupo hasta que en noviembre de 2009 fue nombrado máximo responsable comercial de Carrefour Francia y de compras. Gracias a ese cargo dio el salto al comité ejecutivo mundial del gigante de la distribución, con un equipo de 2.500 personas a su cargo y 45.000 millones de euros en compras. Su penúltima parada, como responsable del sur de Europa y EE UU en Campofrío, le obligó a afrontar situaciones muy complicadas, como el incendio que en noviembre de 2014 calcinó su fábrica de Burgos. Hasta ahora compatibilizaba el puesto en el gigante de alimentación con la presidencia de Ecoembes, la entidad sin ánimo de lucro dedicada al reciclaje.

Robatto y González forman el nuevo tándem ejecutivo en la firma viguesa, que en su calvario hacia la salvación ha perdido parte de sus negocios, como sus filiales en Chile, que llegaron a representar el 30% de sus ventas, o la planta de acuicultura en Mira (Portugal), que está técnicamente en manos de los acreedores. También ha vendido sus activos en Australia, aunque ha conseguido sanear, previo concurso de acreedores, diez filiales.

Su facturación sigue siendo robusta —771 millones entre diciembre de 2014 y agosto de 2015—, con un Ebitda de 37 millones de euros y una deuda que supera los 1.000 millones. En el supermercado, los consumidores no han notado grandes cambios, excepto que después de 14 años apartado ha vuelto a escena el popular Rodolfo Langostino, que con su acento argentino pide a los consumidores que se lo lleven a casa.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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